Desde el templo del Lucero

viernes, 25 de noviembre de 2011

Próxima presentación del libro Arquitectura del veraneo y su época en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1900-1950


El próximo viernes, día 2 de diciembre de 2011, tendrá lugar la presentación del libro Arquitectura del veraneo y su época en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1900-1950, de Ana Gómez Díaz-Franzón.

La presentación correrá a cargo de Víctor Pérez Escolano, arquitecto y catedrático de la E.T.S. de Arquitectura de Sevilla.

La obra ha sido editada por A.S.E.H.A. (Asociación Sanluqueña de Encuentros con la Historia y el Arte) y el acto se celebrará en el Salón Don Benigno de Bodegas Barbadillo, a las 20.00 h.


Esta publicación aborda el análisis, histórico y estilístico, de unos setenta edificios, pertenecientes a la arquitectura civil doméstica, que fueron construidos durante la primera mitad del siglo XX, cuando Sanlúcar se había convertido en una de las principales ciudades-balneario del litoral español. En su mayoría, son residencias veraniegas, denominadas entonces hoteles o villas de recreo, que fueron erigidas por sanluqueños y veraneantes en las zonas recién ensanchadas del paseo de la Calzada y las actuales avenidas de Bajo de Guía y las Piletas; en la playa de La Jara y en el centro urbano.
En conjunto, estos edificios se adhieren a los diversos estilos imperantes en aquellos años, desde el neomudéjar historicista al racionalismo, pasando por el modernismo, anglicismo o regionalismo. Fueron proyectados por destacados arquitectos de la época, como Aníbal González, Vicente Traver, Talavera y Heredia, hermanos Gómez Millán, Antonio Arévalo, Álvarez-Reyero, Smith Ibarra o Sánchez Esteve, entre otros.
Esta catalogación se encuentra precedida de varios capítulos dedicados a las principales fuentes de riqueza de la economía sanluqueña –incluido el veraneo-, los transportes y comunicaciones, la situación que se vivía en los ámbitos de la educación, la sanidad, la beneficencia o la política de aquellos años, reservándose un apartado especial a los veraneantes, como elemento dinamizador de la vida social y económica de la ciudad. Otro capítulo se ocupa de los atractivos turísticos, que ofrecía Sanlúcar a su colonia veraniega –suavidad climática, baños de mar en sus playas, manantiales de aguas medicinales, hoteles y restaurantes, instalaciones recreativas, fiestas y espectáculos-, al que sigue una descripción de las más sustanciales reformas urbanas acometidas en la ciudad durante el primer tercio del siglo XX. En todos estos apartados se ha procurado prestar una especial atención a los proyectos arquitectónicos relacionados con cada ámbito.
El libro se cierra con unos anexos donde se relacionan todos los arquitectos documentados, junto a sus obras y proyectos, además de un índice onomástico final.



***

lunes, 21 de noviembre de 2011

Digitalizada parte de las fotografías originales del Catálogo Monumental de la Provincia de Cádiz, de Romero de Torres.

El Ministerio de Cultura y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han culminado el proyecto de investigación, conservación, digitalización y difusión del Catálogo Monumental de España. El Instituto del Patrimonio Cultural de España ha restaurado y digitalizado el centenar y medio de volúmenes en los que, a lo largo de la primera mitad del siglo XX (1900-1961), se inventariaron los monumentos artísticos y arqueológicos más significativos de gran parte de las provincias españolas. Aunque no llegó a completarse, este Catálogo está considerado como la empresa colectiva más importante realizada en la España contemporánea para estimular el conocimiento de su patrimonio cultural.
En el Catálogo digitalizado se incluyen ocho volúmenes de fotografías originales, con notas manuscritas, correspondientes al Catálogo Monumental la Provincia de Cádiz, faltando los tres volúmenes de los textos. El Catálogo gaditano se inició en 1907 y estuvo a cargo de Enrique Romero de Torres. Fue publicado en 1934, en dos volúmenes, uno de texto y otro de fotografías. Desde entonces ha sido una fuente historiográfica fundamental para conocer el patrimonio cultural y artístico de la provincia de Cádiz.
Las fotografías correspondientes a Sanlúcar de Barrameda (Vol. III; págs. 40-60), que se pueden consultar en este fondo digital, no son todas las que se publicaron en 1934, si bien existen algunas de gran interés por haber desaparecido las obras reproducidas, como la cabeza romana encontrada en la casa de Víctor Ojeda Collety (farmacéutico que tenía su botica donde actualmente está la Farmacia de Barbadillo, en la calle Santo Domingo); la renacentista sillería coral de la iglesia de Santo Domingo (vendida), el retablo mayor de la iglesia de la Merced o el bajorrelieve de barro esmaltado de la Virgen y el Niño (siglo XV), obra de Luca de la Robbia, que ornaba el frente de la escalera de la casa llamada “de Pepita Tudó”, en el Barrio  Alto, y que también fue vendido a un anticuario de París, entre otras obras de interés.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Antonio Jaén Morente y la Exposición Iberoamericana de Sevilla, por Manuel Toribio García


Manuel Toribio García
Historiador


  
El historiador y político cordobés iba a encontrar en la muestra hispalense del 29 la oportunidad de dar rienda suelta a muchas de sus ideas tanto sobre su ciudad natal, Córdoba, como de la urbe en la que en esos momentos estaba desarrollando su vida profesional como catedrático de Geografía e Historia del Instituto  Nacional de Segunda Enseñanza de Sevilla desde que se trasladó al mismo en 1921.


   Entre Córdoba y Sevilla, con alguna que otra escapada a Madrid, transcurriría la trayectoria de don Antonio en la década de los años 20. Su actividad es como siempre, frenética; en 1921 pronuncia el discurso ”Patria, Fe, Amor y Raza” en los Juegos florales organizados por la Sociedad económica de Amigos del País de Córdoba y al año siguiente publica “Resumen de la historia de Córdoba” (primera edición de “Historia de Córdoba”) para lo que conseguirá estar durante parte del curso como profesor de la Escuela Normal de magisterio de Madrid al objeto de documentarse en las bibliotecas y archivos de la capital. Se trata de una obra dedicada la Real Academia de Córdoba con el objetivo de hacer  una pequeña historia de la “civilización cordobesa” siguiendo los esquemas de su maestro Rafael Altamira.
   También en l922 publica el texto de una conferencia titulada “El problema artístico de Córdoba”, folleto de 23 páginas que reproduce su intervención a fines del año anterior en el Círculo mercantil  y supone una crítica a la labor del Ayuntamiento y otras instituciones  en la defensa del patrimonio artístico local, un auténtico alegato conservacionista (1) y es en  este texto donde por primera vez alude a la Exposición Iberoamericana de Sevilla y a las expectativas de reactivación del turismo cultural al calor de la misma criticando que hasta el momento nada se había hecho en Córdoba mientras que en Sevilla estaba comenzando a fraguarse el proyecto.

   Para los políticos cordobeses la Exposición no iba a pasar inadvertida y así el que estaba llamado a ser máximo protagonista de la misma como Comisario Regio, el cordobés José Cruz Conde en su etapa de Alcalde de la ciudad la considera como una magnífica plataforma para potenciarla.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Las casas de cargadores a Indias en Sanlúcar de Barrameda.

Casa de la familia de la Piedra (XVIII)
 
Artículo publicado en las Actas del Encuentro Sanlúcar de Barrameda en la corriente de la Ilustración, en 1995. Texto revisado. Se incluye Anexo con los nombres de los cargadores a Indias en el siglo XVIII.

Muchas de estas casonas de cargadores han desaparecido y otras tantas han sido reconvertidas en casas de pisos, hoteles o destinadas a otros usos. Aún quedan unos pocos y extraordinarios ejemplares que se conservan prácticamente en su estado original (Moreda o Manjón en plaza del Pradillo, Ledesma en calle Carmen Viejo, González de Ceballos en calle Mar, Pastrana, actual de Terán, actual de Barbadillo (las tres en calle Santo Domingo), actual de Hernández en calle Bolsa, entre otras.

Desde el punto de vista arquitectónico el panorama san­luqueño del siglo XVIII resulta bastante enriquecedor. Durante esta centuria se construyen todavía importantes edificios religiosos y públi­cos -San Francisco, iglesia de San Agustín, Ntra. Sra. de los Desampa­rados, Ayuntamiento, Casa de la Cilla, Pósito, etc.-, pero será sobre todo la arquitectura civil residencial la que obtendrá la supremacía, especialmente durante la segunda mitad del siglo. La mayoría de estas casonas dieciochescas fueron edificadas por los cargadores a Indias residentes en Sanlúcar. Entre todas componen  hoy esa imagen majestuosa y señorial que ofrece la ciudad.

Sanlúcar de Barrameda a mediados del siglo XVIII
A pesar de los perjuicios que pudo ocasionar a la actividad portuaria de Sanlúcar el traslado de la Casa de la Contratación desde Sevilla a Cádiz en 1717, la ciudad seguirá siendo la población más numerosa de la provincia, tras Cádiz y Jerez, con sus 20.000 habitantes a finales del siglo. Y aunque, cuantitativamente, su principal actividad económica es la agricultura, no se puede hablar de decadencia comercial pues cualitativamente los mayores beneficios económicos se obtienen  del comercio y la industria, con un 70% del producto bruto final, mientras que el sector agropecuario solo contribuirá con el 29 por ciento.
En esta superioridad de la actividad mercantil debieron de influir una serie de factores generales, como la recuperación económica internacional tras la crisis del XVII; el gran impulso que cobró el comercio durante el reinado de Carlos III; así como el reforzamiento de las relaciones con América. Particularmente Sanlúcar también se vio favorecida por otros hechos, como el mantenimiento, aunque irregular, de los derechos de Aduana; su actuación como puerto complementario del gaditano; y las repercusiones del Reglamento del Consulado de 1729.
En este Reglamento se otorga un tratamiento de preferencia a la ciudad de Sanlúcar, junto a Cádiz, Sevilla y El Puerto de Santa María, al estipular que los comerciantes matriculados en la Carrera de Indias solo podrían residir en estas cuatro ciudades. Además se nombra a Sanlúcar en 1743 como lugar de celebración de las elecciones del Con­sulado de Cádiz cuyos cargos -cónsules y posteriormente priores- llegaron a ocupar sanluqueños como José García Poedo, Pedro González de Cevallos, Juan de Rosas y Céspedes y Félix Martínez de Espinosa. También la ciudad jugaría un relevante papel de arbitraje entre las dos grandes rivales: Sevilla y Cádiz.
Esta normativa favoreció que un nutrido grupo de cargado­res a Indias siguiera viviendo en Sanlúcar, aunque algunos de ellos se avencindaron en Cádiz, como Cristóbal y Jacinto Salvador de Arizón o Juan de Rosas, para vigilar sus negocios más de cerca, pero continuaron manteniendo su residencia principal en Sanlúcar.

Cargadores residentes en Sanlúcar
Debido a la capitalización obtenida por esta burguesía local, como producto del desarrollo de su actividad mercantil, tanto en los siglos anteriores como en el propio siglo XVIII, se observa en Sanlúcar un importante movimiento inversor en la edificación de fincas urbanas, sobre todo durante la segunda mitad de la centuria. Contrastando los datos que ofrecen las dos relaciones de cargadores a Indias -publicadas por Ruíz Rivera (véase Anexo)-, registrados en el Libro de Matrícula del Consulado de Cádiz -en la primera (1730-1742) no se especifica el lugar de procedencia, mientras que en la segunda (1743-1823) se inscriben 71 cargadores sanluqueños-, los cuales se suman a los localizados en los Libros de Fincas e Industria del Catastro del Marqués de la Ensenada, donde se han podido identificar a 31 sanluqueños reseñados en el Libro de Matrícula, además de otros 36 cargadores que no se hallaban inscritos en el Consulado, pero que aparecen censados en el Catastro de la Ensenada como cargadores a Indias. Así, se ha contabilizado un total de 107 cargadores residentes en Sanlúcar durante el siglo XVIII, cantidad aún provisional que podría ampliarse en futuras investigaciones.

martes, 1 de noviembre de 2011

Ilustración gráfica en Sanlúcar de Barrameda (1900-1935) Carteles, programas y guías del verano

Artículo publicado en Sanlúcar de Barrameda, nº 33. Sanlúcar, Santa Teresa, Industrias Gráficas, 1997.
Puede consultarse en PDF, tal como se editó en Academia.edu


 
Cartel Fiestas Veraniegas de Sanlúcar, 1927. Fragmento.
 
Al emprender el análisis del origen y evolución de la ilustración gráfica en Sanlúcar nos encontramos con dos considerables limitaciones: el escaso número de obras conservadas y su dispersión entre diferentes archivos y coleccionistas. Tales circunstancias dificultan la reagrupación de estas muestras de cara a posibilitar su estudio. No obstante, intentaremos aproximarnos a esta realidad estética sanluqueña a través de las piezas localizadas hasta el momento.
 
La falta de conservación de estos productos artísticos se debe primordialmente al carácter efímero de su mensaje, pues lo habitual era desechar estos carteles y programas tras haber cumplido su principal función informativa de anunciar los festejos cada temporada veraniega. También ha influido en su desaparición la escasa valoración que se ha otorgado a las artes gráficas, consideradas durante décadas como una especialidad artística de segundo orden en base a su carácter múltiple. Afortunadamente, esta concepción ha cambiado en los últimos años, reconociéndose hoy el valor estético y de documento histórico que poseen estas "publicaciones menores"[1], así como la importante función social[2] que cumplieron en sus orígenes como principales vehículos en la difusión y democratización de las formas artísticas.
 
Cuando hacia 1890 se generaliza en España la aplicación al cartel de la cromolitografía[3] --que permitía imprimir y seriar un original de gran tamaño en varios colores--, este procedimiento, unido a las incipientes técnicas publicitarias, encuentran en Sanlúcar un ambiente muy propicio para su incorporación. La ciudad experimentaba una fase de alza económica motivada por el auge que adquirieron dos de sus tradicionales recursos: la playa, como generadora de la moderna industria turística; y la actividad vitivinícola. Por tanto, la ilustración gráfica hace una temprana aparición en Sanlúcar estando determinada por la promoción publicitaria de estos productos: estación veraniega y vinos.
 
Gran parte de los mensajes publicitarios utilizados para difundir estos recursos se sirvieron, como medio de expresión, de la ilustración gráfica sobre el soporte del papel impreso, distinguiéndose algunas variantes según la función y especificidad de los productos editados: cartelería (en sus tres vertientes de cartel festivo, taurino y comercial); portadas de los programas de mano de las fiestas; portadas de las guías turísticas; y etiquetado vinatero.
 
Por cuestiones de espacio, en esta ocasión nos ocuparemos exclusivamente de la producción gráfica de carácter festivo-veraniego, tanto institucional como privada, dejando para otro momento el análisis de la ilustración comercial propiamente vinatera. Nos centraremos en el primer tercio del siglo XX (1900-1935) por pertenecer al año 1900 el primer cartel festivo localizado de Sanlúcar, marcando esta pieza el inicio del período; y porque la guerra civil truncará la línea de continuidad y homogeneidad estética que venía caracterizando a la producción gráfica sanluqueña hasta 1935. Tras el conflicto bélico se produce un empobrecimiento general de las artes gráficas, que se verán parcialmente revitalizadas en la década de los años cuarenta, pero ya con unos códigos formales e iconográficos diferentes.
 
El análisis de los componentes que articulan los mensajes publicitarios, implícitos en estas ediciones ilustradas de Sanlúcar, así como el estudio de las condiciones sociohistóricas que los produjeron y las características del grupo destinatario, nos ayudarán a completar la configuración socioeconómica y cultural de la ciudad durante el primer tercio de nuestro siglo. A través de esta obra gráfica podemos conocer desde los intereses políticos y económicos del Ayuntamiento y editores, como principales emisores de estos mensajes veraniegos, hasta las tendencias estéticas y publicitarias vigentes en la época. También asistimos al proceso de formalización y transmisión al exterior de una significativa imagen de Sanlúcar que, por más, fueron las primeras representaciones en color de la ciudad.

En la etapa de entresiglos Sanlúcar se había consolidado como un importante centro veraniego del sur de España, fenómeno que se inicia con la instalación de los duques de Montpensier en la ciudad (1850) para pasar las temporadas estivales[4]. Esta circunstancia originó la atracción a las playas sanluqueñas de un nutrido grupo de veraneantes pertenecientes a la nobleza y burguesía sevillana, jerezana, cordobesa y madrileña, que concurren cada verano para tomar los baños de mar con fines terapéuticos. Será este veraneante el principal receptor y consumidor de los primeros productos ilustrados de Sanlúcar.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Aproximación a la arquitectura bodeguera. Del recoveco morisco al templo manzanillero

Artículo publicado en Sanlúcar de Barrameda, nº 30. Sanlúcar, 1994. Se ha respetado el texto original, pero se han introducido algunas actualizaciones (entre corchetes), puesto que algunas bodegas mencionadas han sido demolidas en los últimos años y otras han cambiado de propiedad.
 

Bodegas Barón. Foto: Bodegas Barón.
La imagen urbana de Sanlúcar de Barrameda ofrece un importante componente arquitectónico que se halla fuertemente integrado entre el resto de los edificios ciudadanos. Son las bodegas. Aparecen perfectamente ensartadas en la trama urbanística. Obedecen a la línea del callejero sin musitar su presencia. Sin embargo, son las elegantes protagonistas de esta ciudad y las que le otorgan el rango de ser uno de los principales núcleos de la Cultura del Vino bajoandaluza.
Las bodegas son edificios de carácter industrial destinados al almacenamiento y crianza del vino. Aunque esencialmente utilitarias, presentan unas características arquitectónicas y decorativas específicas. En base a ellas y a través del análisis de las bodegas que existen en Sanlúcar, se puede establecer una línea de evolución en el tiempo, definiendo una serie de tipologías diferenciales, desde las más pequeñas y antiguas, denominadas "moriscas", hasta las modernas superficies contemporáneas, pasando por las bodegas de las casas-palacio, las bodegas-granero o las grandes bodegas manzanilleras del siglo XIX. Este excelente catálogo ilustra una decisiva parte de la historia socioeconómica de la ciudad: la crianza y comercialización del vino sanluqueño.
Las bodegas de Sanlúcar son tan antiguas como la ciudad. Parece que los fenicios introdujeron la vid en esta zona y ya los romanos exportaban a Roma los vinos del Bajo Guadalquivir, por lo que desde aquellos tiempos remotos pudieron existir almacenes de vinos. Se ha constatado la existencia de bodegas árabes en Jerez, cuyo sistema constructivo fue heredado por las bodegas cristianas. El comercio del vino a gran escala, impulsado por el tráfico americano, y el descubrimiento de la "manzanilla" motivarán dos momentos significativos en la evolución de esta arquitectura, apareciendo entonces la bodega específicamente manzanillera que, evolucionada, ha llegado a nuestros días.