Desde el templo del Lucero: Diseño comercial
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viernes, 22 de marzo de 2024

Las botellas como objetos publicitarios en el Marco de Jerez (1850-1935).

 

Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte


Este artículo fue publicado en Revista de Historia de El Puerto, nº 39, 2007 (2º semestre), pp. 99-120. [ISSN 1130-4340]. Aunque puede descargarse de la web de esta revista, las imágenes ofrecen una resolución baja, por cuya razón se reproduce ahora tal como se publicó en su día.


Resumen: Desde las últimas décadas del siglo XIX el diseño de las botellas del actual Marco de Jerez se empezó a constituirse en en uno de los elementos diferenciadores del producto. A partir de la Ley de la Propiedad Industrial de 1902 aumentaron los registros oficiales de botellas procedentes del Marco de Jerez. Muchos de estos envases salieron de las fábricas de botellas instaladas en la comarca -El Puerto y Jerez- desde mediados del siglo XIX, al calor de la creciente industria vinatera.

Palabras clave: botella, diseño comercial, marcas de fábrica, modelos industriales, fábricas de botellas.

 

Aunque los primeros embotellados de vinos comercializados en Europa se remontan al siglo XVIII, su generalización no se iniciará hasta las primeras décadas del siglo XIX. Todavía en aquellos años, el embotellado se efectúa en pequeñas cantidades, pues resultaba un sistema bastante más costoso que la comercialización a granel en botas, debido al mayor peso y volumen de las botellas. Por tanto, las ventas de caldos embotellados aumentarán progresivamente desde las últimas décadas del siglo XIX y sólo para ciertos mercados. En tal sentido, las primeras noticias localizadas sobre vinos embotellados en el Marco de Jerez se refieren a Manuel María González Ángel -fundador de González & Dubosc, luego González Byass-, quien se encuentra exportando vinos embotellados -manzanilla, pajarete, moscatel, pedro jiménez- a Filipinas y Latinoamérica ya en 1839, sólo cuatro años después de la creación de esta bodega, además de otras remisiones que realiza en 1846 dentro del territorio nacional[1]. Pero aún en estas fechas el vino embotellado está considerado como un artículo de lujo y distinción.

Ya en las últimas décadas del siglo XIX, el embotellado se encuentra plenamente asentado en el actual Marco de Jerez, aunque hasta el momento se desconocen cifras exactas referidas a las ventas de estos vinos envasados, puesto que en la documentación los volúmenes de comercialización casi siempre se expresan en arrobas, las cuales podían venderse tanto en botellas como a granel. En estos años finales de la centuria decimonónica, prácticamente todas las bodegas de expedición contaban con instalaciones específicas para el embotellado de sus caldos, hallándose en ocasiones bien diferenciadas las salas dedicadas a embotellar los vinos con destino a América respecto a los dirigidos al territorio nacional, como ocurría en las bodegas de Cayetano del Pino y Cª.[2]

De todas formas, las noticias que se tienen al respecto ponen de manifiesto el escaso porcentaje que aún suponían los embotellados respecto al vino vendido a granel. Mientras que en el mercado nacional se fue imponiendo poco a poco el jerez embotellado comercializado bajo marca, en las exportaciones continuó prevaleciendo el granel, de forma que todavía en 1970 las ventas de jerez en botellas no llegaban al 10 por ciento de la exportación total. Por tanto, tras un siglo y medio, desde que se iniciara el embotellado en origen, más del 90 por ciento del jerez se exportaba sin las garantías que ofrece el producto embotellado. Sin embargo, a partir de 1971 ascienden las exportaciones de jerez embotellado, aumentando desde entonces a buen ritmo, al situarse en 1983 en un 54,41 por ciento[3], mientras que en el año 2000 la comercialización de vinos embotellados en el Marco de Jerez alcanzaba ya en un 96,5 por ciento[4].

Paralelo a este fenómeno de aumento progresivo del embotellado, se ha ido produciendo la creciente aplicación de diferentes formas y diseños en los envases de los caldos, registrándose oficialmente cada vez más estas originales botellas, las cuales actúan como destacados elementos identificadores y diferenciadores del producto en los diversos mercados.


La botella jerezana: un envase de "dominio público". 

La función principal de una marca es identificar y distinguir convenientemente el producto o servicio de una determinada empresa o zona productora, respecto a los elaborados por la competencia, al objeto de atraer, además de no confundir, al posible consumidor. Entre los signos y medios materiales que podían constituirse en marcas de fábrica, según la Ley de la Propiedad Industrial de 1902, se encontraban ya recogidos los envases o recipientes, los cuales debían contar con la cualidad de poder ser reproducidos mediante un diseño o cliché[5]. Asimismo, en la actual legislación sobre Propiedad Industrial (2001), las formas tridimensionales de los envases se señalan como signos susceptibles de constituirse en marcas[6].

Para que pudieran registrarse oficialmente los envases, a principios del siglo XX, éstos debían tener “una forma típica o característica que los diferencie y distinga” de los que otros industriales hubiesen adoptado con anterioridad, así como de aquéllos que se utilizasen de forma muy generalizada en una determinada zona, para envasar y contener determinados productos, perteneciendo estos últimos “al dominio público”, por lo que no podrían ser registrados como propiedad exclusiva de ningún empresario en particular[7].

jueves, 15 de junio de 2023

Tío Pepe, una marca tan antigua como codiciada.


Texto elaborado a instancia de la Fundación González Byass para el catálogo de la exposición "Tío Pepe, de Jerez al mundo: historia de un icono", celebrada en Jerez, entre marzo y abril de 2023. El texto original quedó subdividido en dos partes en el catálogo, mientras que algunos párrafos fueron integrados en los textos genéricos de la bodega. Transcribo aquí el texto original completo.


Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte

La prestigiosa marca Tío Pepe, de bodegas González Byass, es una de las más antiguas de España y la primera conocida, junto a su etiquetado, de la comarca vinícola gaditana, triangulada por Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. Esta marca y su conocida imagen publicitaria de la botella-guitarrista (Pérez Solero, 1936-1940) han transcendido los límites de la simple denominación comercial de un vino, para convertirse hoy en referente nominal e iconográfico de un extraordinario entramado empresarial.

Aunque no se conoce la fecha exacta de su lanzamiento, Tío Pepe nace en el seno de la bodega González & Dubosc (1838-1855) -primitiva razón social de González Byass-, cuya compañía estaba entonces compuesta por el fundador, Manuel María González Ángel, junto a Juan Bautista Dubosc y Francisco Gutiérrez Agüera.

El nombre Tío Pepe se refiere al tío materno del fundador, el sanluqueño José Ángel y Vargas, que en los primeros momentos de la empresa prestó su consejo y ayuda a Manuel María González en las tareas bodegueras, montándose por aquellos años las soleras de Tío Pepe, en su honor.

Las primeras noticias documentadas de esta marca se localizan al mediar el siglo XIX. En 1853 se halla la primera mención en el Archivo Histórico de González Byass. También se sabe que, en 1855, González & Dubosc envió a Lord Bromlow Cecil, Gobernador de Gibraltar, como regalo de Navidad, una caja surtida de veinticuatro botellas de vino, siendo seis de Tío Pepe. Y en 1859 este vino se comercializaba en Madrid, en el establecimiento de M. Tudela, situado en la calle Jacometrezo.

Aunque desde 1850 (R.D. de 20 de noviembre) se podían registrar las marcas de fábrica en el Registro de la Propiedad Industrial, el registro de Tío Pepe fue solicitado por González Byass y Cía. en 1885, cuando aparece incluida en un grupo de treinta marcas “para distinguir vinos”, que en su mayoría -veintitrés- fueron solicitadas de nuevo en 1887, siendo estas últimas concedidas en 1888. En la esmerada solicitud registral, la bodega hace constar que algunas de estas marcas ya se usaban con anterioridad a esa fecha, algunas “desde su fundación, en 1835, y que por estar muy acreditadas exigen su registro para evitar falsificaciones”.


Solicitud de registro de treinta marcas por González, Byass y Cª en 1885. (AHOEMP). Publicado en Iconografía publicitaria del Marco de Jerez, Vol. I, de Ana Gómez Díaz-Franzón.

jueves, 2 de diciembre de 2021

La trilogía "Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936)", galardonada con el premio a "Mejor Publicación de vinos 2021" en los IWC Merchant Awards Spain 2021

 


Durante el transcurso de la gala celebrada el pasado día 29 de noviembre se entregaron los premios International Wine Challenge Merchant Awards Spain 2021 en el madrileño Palacio de Neptuno. 

En esta VI edición, además de entregar diecinueve premios, el jurado otorgó dos premios especiales: el Premio "A toda una vida" fue para Alain Huetz de Lemps, catedrático emérito de la Universidad de Burdeos y doctor Honoris Causa por la Universidad de Valladolid; y el galardón "Personalidad del Año 2021" al sanluqueño Ramiro Ibáñez Espinar, viticultor experto en el terruño de Sanlúcar de Barrameda.

La trilogía Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época, de Ana Gómez Díaz-Franzón fue premiada como “Mejor Publicación de vinos”, cuyo galardón fue recogido por la autora de manos de Juancho Asenjo, miembro del jurado.

Sobre esta obra: “El Jurado coincide en el impresionante trabajo de análisis de estos tres tomos sobre la publicidad comercial en el Marco de Jerez. Una recopilación sublime de la historia de todas las etiquetas de vinos, aguardientes y licores desde el siglo 19. Un grandísimo trabajo de investigación que merece ser reconocido.”

Ramiro Ibáñez Espinar recogiendo el premio a la "Personalidad del año"


Presidido por Pedro Ballesteros MW, el jurado de esta edición ha estado formado por grandes profesionales como Ferrán Centelles (ex-sumiller de El Bulli y crítico para España de Jancis Robinson), el Master of Wine Fernando Mora, José Luis Benítez (director general de la Federación Española del Vino FEV), Benjamín Lana (presidente de la división de Gastronomía del grupo Vocento), Ángel Riesgo (ex Presidente de DDB España y DDB Latina), Juancho Asenjo (periodista especializado en vino) y Patricia Mateo (directora de Internacional Wine Challenge Merchant Awards Spain).

También el Marco de Jerez estuvo presente en esta edición con los premios otorgados a Bodegas Lustau, que consiguió el galardón al "Mejor Enólogo español", para Sergio Martínez; así como al "Mejor vino generoso de España", para el Palo Cortado VORS 30 años.


Relación todos los premiados 2021

En La Semana Vinícola

En Diario de Cádiz




martes, 2 de noviembre de 2021

Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Volumen II. Adenda I


En esta sección se irán incluyendo nuevas noticias, documentos, datos, imágenes, correcciones... relacionadas con la trilogía Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época, publicada en tres volúmenes entre 2018 y 2020, que completarán los diversos aspectos tratados en este trabajo y que, por diversas circunstancias, no se integraron en el momento de la edición, o bien se han localizado con posterioridad.


Además de las obras originales, para componer algunas piezas publicitarias y etiquetas de los vinos, licores y aguardientes, los litógrafos y dibujantes se alimentaron de tres fuentes iconográficas principales: los grabados románticos; las litografías y grabados costumbristas publicados en las revistas ilustradas de la época; y la pintura coetánea (costumbrista, historicista o modernista).

Es el caso de la etiqueta de un jerez denominado "La gloria de Andalucía", de Carmona & López, donde se utiliza como modelo una figura femenina incluida en una pintura del catalán Felip Masó titulada Ronda Mayor, que fue publicada en la revista  La Ilustración artística, de 22-10-1883.

Felip Masó: Ronda Mayor (La Ilustración artística, 22-10-1883)


Así, se puede comprobar como se extrae de la obra pictórica una de las majas castizas que aparecen en la pintura original para componer la etiqueta, sustituyéndose el abanico que porta en su mano derecha por una copa del vino que promociona, adaptándose de esta forma la imagen a su nueva función publicitaria.

Otra muestra semejante la hallamos en una antigua etiqueta de amontillado fino de la bodega sanluqueña Herederos de Juan Martínez y Gutiérrez, donde inicialmente atribuimos su inspiración en un fragmento de en la pintura Fiesta en familia (1877) de Manuel Cabral Bejarano. Ahora, tras la localización de un nuevo grabado, parece más acertado atribuir su modelo a otra escena costumbrista de tertulia en un salón burgués. La composición vinatera parece estar tomada de la obra titulada Tertulia de confianza, del grabador alemán Richard Brendamour (1831-1915) y publicada igualmente en La Ilustración artística, de 7-5-1883.

Richard Brendamour: Tertulia de confianza (La Ilustración artística, 7-5-1883).


Como suele ocurrir en este tipo de transferencias, la escena vinatera se ha simplificado respecto a la obra original, eliminándose numerosos elementos decorativos y accesorios, además de popularizar a los personajes que en la etiqueta muestran una indumentaria más castiza, donde prevalecen las mantillas y mantoncillos, en especial en las figuras femeninas, habiéndose incluido en la estampa vinatera un nuevo personaje femenino -recurso infrecuente- al tiempo que se ha prescindido de otro personaje masculino situado a la derecha de la pintura primigenia.

En el terreno de la cerámica publicitaria vinatera, en su apartado flamenco, se puede observar cómo el cuadro flamenco que promociona la manzanilla "La Gitana" de Vinícola Hidalgo y Cª, S. A. (c. 1925), mediante un gran paño azulejero que ocupa un frente de la escalera del establecimiento "Los Gabrieles" de Madrid, es copia una obra pictórica de J. Rougeron titulada Zambra de Gitanos, cuya pintura se reprodujo también en La Ilustración artística, de 14-5-1883. 

A la pintura original se han añadido, n el ángulo inferior izquierdo, unas cajas de los vinos y botellas de la bodega Hidalgo, junto a un cañero propio para servir cañas de manzanilla. Estos elementos transforman la concepción de la obra pictórica original que, trasladada a la cerámica, derivándola hacia el cumplimiento de su nueva función publicitaria.

J. Rougeron: Zambra de Gitanos (La Ilustración artística, de 14-5-1883).

Establecimiento "Los Gabrieles". Madrid.

"Los Gabrieles". Detalle.



Estas piezas publicitarias se tratan, de forma más detallada, en La imagen publicitaria del Marco de Jerez, Vol. II, en sus apartados "Casticismo andalucista" y "El Flamenco en otros soportes publicitarios"


Ana Gómez Díaz-Franzón



***


martes, 26 de enero de 2021

Publicado el tercer volumen de la obra “Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época”. Volumen III

 



En los últimos días ha sido publicado el tercer y último volumen de la obra Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época, de la historiadora sanluqueña Ana Gómez Díaz-Franzón. El diseño de cubierta y la maquetación han corrido a cargo de Enrique López Marín, diseñador y profesor de la Universidad de Granada.

Esta obra en tres volúmenes analiza, por primera vez, los inicios y desarrollo de la publicidad comercial en el actual Marco de Jerez (Cádiz), entre 1868 y 1936. Esta comarca vitivinícola, que afecta sobre todo a las ciudades de Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María, se incorporó en fechas tempranas al contexto general de la ilustración gráfica española con fines publicitarios, constituyéndose en uno de sus centros pioneros.


jueves, 19 de diciembre de 2019

Publicado el segundo volumen de la obra “Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época”. Volumen II



Recientemente ha sido publicado el segundo volumen de la obra Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época. Volumen II, de la historiadora Ana Gómez Díaz-Franzón.
El diseño de cubierta y la maquetación han sido realizados por el diseñador y profesor de la Universidad de Granada, Enrique López Marín.
Esta obra en tres volúmenes analiza, por primera vez, los inicios y desarrollo de la publicidad comercial en el Marco de Jerez (Cádiz), entre 1868 y 1936. Esta comarca vitivinícola, que afecta sobre todo a las ciudades de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, se incorporó en fechas tempranas al contexto general de la ilustración gráfica española con fines publicitarios, constituyéndose en uno de sus centros pioneros.
Tras el análisis de los elementos que intervienen en la producción y elaboración del material publicitario, junto a las primeras marcas registradas o estructura formal del etiquetado, tratados en el volumen I, este segundo tomo aborda algunas de las principales categorías iconográficas que componen el conjunto publicitario, en especial en las etiquetas de los vinos, aguardientes y licores del Marco de Jerez.

viernes, 2 de marzo de 2018

Publicada la 2ª edición del libro "Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época." Vol. I. (2ª Ed.).




Recientemente ha sido publicado el primer volumen de La imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época, de la historiadora Ana Gómez Díaz-Franzón.
Esta libro aborda, por primera vez, los inicios y desarrollo de la publicidad comercial en el Marco de Jerez (Cádiz), entre 1868 y 1936, que afecta principalmente a las ciudades de Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. Esta comarca vitivinícola se incorporó en fechas tempranas al contexto general de la ilustración gráfica española con fines publicitarios, constituyéndose en uno de sus centros pioneros.
En este primer volumen se analizan los elementos que intervienen en el sistema de comunicación: los antiguos bodegueros como emisores; los distintos soportes  publicitarios utilizados; grupos destinatarios; tipos de mensajes; los productos -vinos, aguardientes y licores- y sus correspondencias iconográficas. El segundo capítulo trata sobre la elaboración de las piezas publicitarias; los talleres litográficos; ilustradores y agencias de publicidad; las primeras marcas del Marco de Jerez registradas en el Registro de la Propiedad Industrial; y algunas batallas surgidas en torno a ciertas marcas. El tercer capítulo se ocupa de los componentes y estructura formal del etiquetado. Este primer volumen se completa con más de seiscientas ilustraciones.
En los volúmenes II y III se profundiza en las diversas categorías iconográficas y unidades de análisis halladas en el conjunto publicitario estudiado. Una imagen del jerez que, en último término, reproduce la realidad social de su época.
A través de esta investigación, extracto de la tesis doctoral de la autora, se ha podido fechar la mayor parte de las marcas registradas durante el período establecido, aportándose nuevas noticias documentales sobre el tema.

La 1ª Edición, en formato papel, fue editada en Amazon Published (abril, 2018). (Agotado).

La 2ª Edición (septiembre, 2018), ISBN: 13-9788417435, 560 págs., está disponible, de momento en formato papel, en Libros.CC, Casa del Libro, etc. y librerías.


Índice del Volumen I


INTRODUCCIÓN.

1. UN SISTEMA DE COMUNICACIÓN EN SU CONTEXTO HISTÓRICO.
1.1. El sector empresarial bodeguero como agente emisor.
1.2. Los productos. Correspondencias iconográficas.
1.3. El mensaje publicitario.
1.4. Los destinatarios.
1.5. Canales de comunicación.
Anuncios en publicaciones periódicas.
Cartelería comercial.
Publicidad exterior urbana y rural.
Cerámica publicitaria.
Medios de transporte.
Publicidad efímera.
Otros soportes.

2. ELABORACIÓN Y REGISTRO DE LOS PRODUCTOS PUBLICITARIOS.
2.1. Talleres litográficos. Catálogos de venta y estandarización.
2.2. Fuentes de alimentación iconográfica. Ilustradores y diseñadores.
2.3. Las marcas de fábrica y el Registro de la Propiedad Industrial.
2.4. Primeras marcas registradas del Marco de Jerez.
2.5. Algunas batallas comerciales.

3. EL ETIQUETADO. ELEMENTOS Y ESTRUCTURA FORMAL.
3.1. Componentes plásticos.
3.2. Componentes textuales.
       Algunas curiosas marcas de composición textual.
3.3. Componentes figurativos.

Fuentes documentales e impresas.

Bibliografía. Volumen I.



miércoles, 21 de marzo de 2012

El flamenco en el etiquetado vinatero del Marco de Jerez

Artículo publicado como "La mujer flamenca en el etiquetado vinatero del Marco de Jerez", en Revista de Flamencología, nº 10. Cátedra de Flamencología de la Universidad de Cádiz. Jerez de la Frontera, 1999 [texto revisado e inclusión de ilustraciones] 



El universo iconográfico plasmado en las manifestaciones publicitarias de los vinos, licores y aguardientes del actual Marco de Jerez –Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda- es muy rico y variado. Uno de sus capítulos más destacados es el dedicado a los espectáculos populares. En este ámbito, la representación de los protagonistas del arte flamenco y sus manifestaciones festivas constituyen una de sus unidades más atractivas.
Así, esta temática del flamenco actúa como núcleo principal de numerosos mensajes publicitarios, que fueron utilizados –y aún se siguen usando- para promocionar los caldos de la comarca jerezana. Sus expresiones más interesantes se concentran en los últimos años del siglo XIX y primeras décadas del XX. Este mundo flamenco ha quedado materializado en diferentes soportes, entre los que sobresale el etiquetado que, por acompañar directamente a las botellas, se produjo en mayor cantidad habiéndose conservado numerosos ejemplares. En este trabajo nos ocupamos exclusivamente de este soporte de las etiquetas utilizadas por las bodegas en las primeras décadas del siglo XX.
Estas etiquetas de tema flamenco se pueden clasificar en tres variantes iconográficas, en base a sus contenidos figurativos y tratamiento lingüístico de sus composiciones. En primer lugar se localiza un conjunto de estampas de articulación casi exclusivamente textual, cuyas denominaciones o nombres de marca aluden al mundo flamenco. En segundo lugar se encuentran aquellas etiquetas donde concurren escenas costumbristas, de carácter festivo y galante, las cuales están protagonizadas por grupos o parejas de aflamencadas figuras femeninas y atildados toreros o “manolos”. Y, por último, hallamos otro grupo de representaciones compuestas exclusivamente por una mujer gitano-andaluza vinculada a los ambientes flamencos.
Formalmente, la mayoría de estas etiquetas de signo flamenco presentan características muy semejantes. Los componentes icónicos suelen dominar la composición ocupando todo el campo de la estampa, de forma que los elementos textuales quedan relegados a un segundo término, situándose próximos a los bordes superior e inferior de la etiqueta hasta el punto de pasar casi inadvertidos. Estos componentes verbales informan sobre el tipo de vino, marca, empresa y lugar de origen de los caldos que se presentan, aunque a veces no todos estos datos están presentes, bien por carecer algunas etiquetas de marca, bien porque algunos ejemplares conservados están faltos de esa segunda reimpresión tipográfica que era habitual para estampar tales elementos textuales.
Desde el punto de vista plástico, la mayoría de estas composiciones, realizadas "al cromo" -a todo color-, presentan un colorido vivo e intenso, de gran impacto visual. Por lo que, publicitariamente, estas etiquetas debieron constituirse, durante aquellas décadas de entresiglos, en reclamos muy llamativos en una sociedad acostumbrada hasta entonces a mirar en blanco y negro. Al mismo tiempo, las tonalidades vivas y brillantes de estas pequeñas cromolitografías vienen a redundar en la alegría y vitalidad propias de las artísticas manifestaciones flamencas que reproducen, reforzando así los contenidos semánticos de un mensaje esencialmente festivo y popular.

1. Denominaciones de marca
La primera variante del etiquetado flamenco está constituida por algunas composiciones que se articulan casi exclusivamente por los nombres de marcas, cuyos elementos verbales suelen completarse con pequeños escudos, anagramas o representación de las medallas obtenidas en exposiciones por la casa vinatera en cuestión.
      

Estas denominaciones de marca, cuya tipografía más o menos ornamental protagoniza la composición, aluden directamente al mundo flamenco, estableciéndose una clara analogía simbólica entre esas denominaciones flamencas y las cualidades de los vinos que presentan. Es el caso de manzanilla La Flamenca (Pedro Rodríguez e Hijos); fino Pandereta (D. G. Gordon); fino Cañí o manzanilla Chipén (Pedro Díez Ysasi), voz gitana que se podría traducir en su acepción de "excelente", "de superior calidad", en referencia  a las cualidades del vino que acompaña.

Otras denominaciones de vinos alusivas al arte flamenco -palos de cantes, nombres de bailes, etc.-, aparecerán también en las otras dos variantes iconográficas de este etiquetado, funcionando entonces como elementos redundantes de las significaciones expresadas en las escenas representadas (amontillado Flamenco, manzanilla Martinete, manzanilla Bailadora, manzanilla Petenera…) Generalmente, en este terreno verbal, las marcas de la mayor parte de las etiquetas flamencas casi nunca aluden al mundo del vino que presentan, de forma que se produce una clara traslación de los códigos y significaciones propias del arte flamenco hacia el territorio vinícola.

2. Escenas festivas y galantes
La segunda variante de las etiquetas flamencas está compuesta por una serie de ilustraciones de carácter narrativo, que se vinculan al flamenco en sus dimensiones festiva y galante y están protagonizadas por grupos o parejas de mujeres gitano-andaluzas y toreros o “manolos”. En base al tipo de personaje representado, este grupo de estampas componen una unidad iconográfica bien diferenciada que podemos denominar “tauroflamenca”. Las escenas se encuentran muy a la próximas a la temática propia de la pintura costumbrista andaluza, que en muchos casos funcionó como modelo directo para las estampas del vino, donde se recoge la concepción romántica de la fiesta popular como "expresión colectiva más singular" del pueblo andaluz (Reina Palazón, 1979: 65). Por su parte, la mujer gitano-andaluza tiene aquí un papel de coprotagonista, junto a los personajes masculinos que la acompañan.
 

sábado, 11 de febrero de 2012

Los vinos medicinales en la antigua publicidad del Marco de Jerez


Comunicación presentada en III Simpósio Internacional de História e Civilizaçao da Vinha e do Vinho. Funchal-Madeira (2003). Publicado en Actas do Simpósio da Associaçáo da Vimha e do Vinho. Centro de Estudos de Historia do Atlántico (CEHA) Secretaria Regional do Turismo e Cultura. Funchal, 2004.

          El artículo original puede consultarse en Academia.edu 




“el doctor había mandado que se le diera doble dosis de la nuez vómica, seguir con las cucharadas por la noche, las papeletitas por el día, y a sus horas el Jerez o Pajarete”
(Pérez Galdós: Fortunata y Jacinta, 1887; 261-262)

A través de la historia han sido numerosos los historiadores, científicos y literatos[1] que han exaltado las propiedades medicinales y nutritivas del vino en general y del jerez en particular. En consonancia con estas atribuciones, entre mediados del siglo XIX y primeras décadas del XX, cuando aún no se habían producido los actuales avances farmacológicos, algunos determinados vinos producidos en el Marco de Jerez, así como en otras regiones vitivinícolas españolas y europeas, se comercializaron como remedios medicinales y reconstituyentes.
Esta consideración del jerez o sherry como recurso terapéutico quedará plasmada diversos soportes y medios a través del tiempo. Por ejemplo, en los índices de algunos catálogos extranjeros de farmacopea, tanto americanos (1850) como ingleses (1851), el jerez aparece como un remedio medicinal más, asignándosele el término de Vinum Xericum[2].
Asimismo, en una antigua tarjeta publicitaria del caldo Trafalgar (J. M. Rivero. Jerez), ilustrada someramente con la figura de una botella, se recogen célebres frases pronunciadas por autoridades científicas en torno a las cualidades terapéuticas del vino en general, que aquí se utilizan a modo de eslóganes, junto a un texto más amplio donde se establecen las equivalencias nutricionales del vino respecto a diversos productos alimenticios:
            "El Vino es la más sana y la más higiénica de las bebidas. Pasteur"
“El alcoholismo es menos frecuente en los países consumidores de vino. Dr. Bertillón"
“Un litro de vino, además de sus cualidades como bebida higiénica y estimulante tiene un valor alimenticio equivalente al de 90 cls. de Leche, 370 grs. de Pan; 585 grs. de Carne; 5 huevos. Según resultado de análisis hecho por eminencias médicas”
Los vinos medicinales elaborados en el Marco de Jerez estaban compuestos a base de quinina, alcaloide obtenido de la corteza del árbol de la quina, cuyas propiedades febrífugas y antisépticas constituyeron durante siglos un remedio muy eficaz contra diversas enfermedades caquécticas e infecciosas como la malaria, el tifus o la gripe, hasta que a finales del primer tercio del siglo XX se obtuvieron productos similares de origen sintético. Debido a su composición estos vinos fueron llamados “vinos quinados”, “vinos para enfermos” e incluso “vinos milagrosos”; y en la comarca jerezana fueron denominados “Jerez Quina”, a cuyo genérico nombre suele agregarse casi invariablemente las cualificaciones de "Tónico, aperitivo y reconstituyente", pudiendo consignarse también otras propiedades específicas como "ferruginoso" o "digestivo".
Durante la época de la Restauración, los bodegueros y algunos farmacéuticos de la zona aprovecharon los vacíos existentes en la farmacología, así como las recomendaciones de los modernos médicos "higienistas”[3], para multiplicar la producción de los vinos quinados, al tiempo que proliferaban sus correspondientes imágenes publicitarias.
La elaboración de estos caldos energéticos comenzó a descender en las décadas de los años 40 y 50 del siglo XX, como consecuencia de la aparición en el mercado farmacológico de nuevos productos que atendieron de forma más eficaz las necesidades de los antiguos consumidores. Sobre la profusa elaboración de vinos quinados en el ámbito jerezano y la intensa labor científica desarrollada por algunos bodegueros en torno a la producción de los caldos medicinales, escribe José de las Cuevas:
"En muchas bodegas jerezanas, por ejemplo en Real Tesoro hay ya naves enteras dedicadas al vino de quina, donde junto al Pedro Ximénez cuecen cortezas y plantas medicinales. D. Cayetano del Pino y Vázquez dedicó muchos años de su vida y sus conocimientos de enólogo al estudio de estos vinos (...) también logró otra especialidad para diabéticos, el vino "Tasmán” y el primer “Chianti de Jerez Blanco”, por cierto servido en el Menú Real en el banquete ofrecido a S.M. Don Alfonso por el Ayuntamiento de Jerez el año 1904. Cayetano del Pino pretendía reunir no sólo las condiciones de tónico y de constituyente, sino al par, la de aperitivo y obtuvo el Monja Quina"[4]
Todavía en algunas notas de precios de los años 50 y 60 del siglo XX continúan comercializándose estos vinos quinados, tal como se puede constatar en una tarifa de precios de Luis Caballero perteneciente a 1952, donde se encuentra consignado el jerez quina Primera; así como en otra nota de precios de esta misma empresa, fechada ya en 1967, en la que se sigue anunciando el jerez quina Caballero. Aún en el Reglamento del Consejo Regulador de 1969 se contempla la elaboración en el Marco de Jerez de estos tradicionales vinos quinados o aromatizados con frutas, para cuya obtención debían cumplirse los requisitos establecidos en dicha normativa, pudiendo denominarse a este tipo de caldo “jerez quinado” y “jerez aromatizado”. Sin embargo, a partir de esas fechas, estos vinos se producen ya en muy escasas cantidades, habiendo desaparecido en la actualidad del ámbito productivo de la comarca.

Iconografía de los vinos medicinales. Correspondencias y funciones.
Los contenidos publicitarios que acompañan a estos específicos caldos medicinales se verán afectados por ese generalizado fenómeno de correspondencias iconográficas, que se produce habitualmente entre las propiedades organolépticas de cada tipo de caldo y sus iconos publicitarios. Por tanto, las representaciones gráficas de estos vinos quinados van a estar acordes con las cualidades reconstituyentes que se les atribuyen, siendo estas imágenes de signo religioso en su mayoría .
Tanto en el etiquetado como en la cartelería comercial o los anuncios ilustrados de estos caldos medicinales se plasman sobre todo temas extraídos de la religiosidad popular, aunque no faltan algunas representaciones de carácter sanitario, figuras infantiles y otros de diversa naturaleza, aunque en menor proporción. Así, a través de esta asociación publicitaria entre vinos medicinales e iconografía religiosa se establece una analogía simbólica entre las propiedades tónicas y efectos medicinales otorgados a estos caldos y los poderes taumatúrgicos asignados tradicionalmente a ciertos personajes del panteón cristiano.

martes, 10 de enero de 2012

Vinos de Oporto y Madeira. Antigua iconografía publicitaria emitida por bodegueros del Marco de Jerez.

Comunicación presentada en II Simpósio Internacional de História e Civilizaçao da Vinha e do Vinho “A Vinha e o vinho na Cultura da Europa”. Facultad de Letras de la Universidad de Oporto (FLUP) Oporto-Lamego-Vila Real (2001); publicado en Douro. Estudos & Documentos, nº 15, 2003.


La gran demanda que se produce, en las últimas décadas del siglo XVIII, de los vinos denominados "de lujo" -sobre todo oporto y jerez-, principalmente por parte de Gran Bretaña y los países de Europa noroccidental, se ha considerado como uno de los factores clave que provocaron la industrialización del sector vitivinícola[1]. Estas circunstancias dieron lugar al establecimiento de nuevas empresas vinateras con fines exportadores, muchas de ellas británicas, en las comarcas vitivinícolas europeas de mayor prestigio y calidad, como Jerez, Oporto y Madeira:
"Fruto del aumento del consumo externo, se creó en Oporto una amplia comunidad de mayoristas exportadores generalmente británicos, que además de intermediar la venta de vinos jóvenes, encabezados y mezclados para satisfacer los pedidos ingleses, empezaron a criar vinos de calidad Superior en sus almacenes de Oporto y Vilanova de Gaia. Las localidades del Marco del jerez fueron asimismo escenario en el período 1760-1840, de un amplio conjunto de transformaciones que afectaron a todos los niveles de la actividad vinícola" (Pan Montojo, 2001: 4-5)
La ampliación de mercados y diversificación en la producción vinícola, que acompañaron a este proceso industrializador, propiciaron también que estos tipos de caldos tan demandados fuesen sistemáticamente imitados y falsificados por parte de las más diversas comarcas vinícolas, tal como ocurrió con el jerez o sherry (british sherry; sherry del Cabo, sherry australiano o sherry de Chipre). Así, durante la segunda mitad de siglo XIX y primer tercio del XX, numerosas empresas de diferentes zonas geográficas usurparon la autenticidad de las más famosas denominaciones de origen, trastocándolas en denominaciones genéricas, al objeto de poder fabricar en cualquier lugar del mundo falsos jerez, oporto y madeira. En palabras de Maldonado Rosso (1998, 145): "en el mercado vitivinícola internacional reinaba la ley de la Selva. En todas partes se producían e imitaban todo tipo de vinos y bebidas”
La comarca jerezana, en cuya esfera comercial se incluye por aquellos años el importante centro mercantil de la ciudad de Cádiz, participó de lleno en este generalizado fenómeno de falsificaciones vinícolas. La concreta producción y comercialización de falsos y auténticos madeiras en la zona gaditana ha sido ya objeto de un trabajo por parte de Maldonado Rosso (1998, 154), quien afirma:
"La provincia de Cádiz jugó un notable papel en la producción de imitaciones y falsificaciones de madeira, en el tráfico mercantil de supuestos madeiras producidos por terceros en otras zonas vitivinícolas españolas y, en menor medida, en la comercialización de auténticos madeiras."
Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, se elaboran en la comarca jerezana los tipos de caldos más famosos del mundo, tales como cognac, champagne, ron, malvasía, vermouth, málaga, marsala y, naturalmente, oporto y madeira. Como contrapartida, en las más variopintas zonas vinícolas, españolas y extranjeras, se fabricaban sherries en abundancia. Incluso en las comarcas vitivinícolas jerezana y portuguesas se producían adulteraciones y falsificaciones de sus propios caldos, a fin de atender la gran demanda de los mercados.