Opinión. Patrimonio Histórico de Sanlúcar de Barrameda.
Junto a la mentira y la omisión
de información, que es otra forma de mentir, se ha impuesto entre la clase
política el hecho de no dar explicaciones sobre cualquier asunto que interese y
afecte a los ciudadanos. Estas tres estrategias,
junto a las innumerables formas de corrupción, han alejado definitivamente a la
gente de sus gobernantes. En consecuencia, la falta de credibilidad en los
representantes públicos se ha generalizado más allá de todo límite soportable, o
lo que es lo mismo, a buen entendedor pocas palabras bastan: búscate la vida
que nadie de los que votaste te va a ayudar.
Me pregunto a qué se deberá
esta insufrible tendencia a la mentira, de forma más o menos solapada, y esta
sistemática falta de explicaciones sobre lo que verdaderamente ocurre en las
ciudades. Como respuestas sólo se obtienen de los políticos un mar de subterfugios,
que dan pábulo a todo tipo de rumores y confusiones entre la ciudadanía.
Este miedo a declarar la verdad
se ha instalado férreamente entre los políticos. Quizá porque piensen que reconocer
errores, expresar impotencias o confesar debilidades en la gestión pública les
restará votos en sus próximas campañas: su principal preocupación. Y hasta parece darles resultado, a
pesar de los muchos clarividentes vecinos. Así las cosas, nada se hace por
derecho, las promesas se incumplen de forma descarada y reiterada y ellos se mantienen en sus sillones.
Estas negligentes actitudes sitúan
a todos estos políticos al otro lado de la integridad moral. Y de ello sólo
parece darse cuenta, de vez en cuando, un avergonzado rey como Juan Carlos I
o algún que otro político honesto y dimisionario.
Un buen ejemplo de este lamentable
fenómeno es la situación en que se halla la denominada “Casa del Carril” de
Sanlúcar de Barrameda. Anoche, 23 de diciembre, un grupo de ciudadanos
decidieron vestir de navidad a esta preciosa y preciada casa del siglo XVII,
cosida a puntales desde hace seis años, al tiempo que se cortaba al tráfico el
Carril de San Diego, donde se ubica el inmueble, una de las más céntricas
calles de Sanlúcar, con la consiguiente problemática para los vecinos,
comerciantes de la zona y obstaculización del tráfico rodado.
Una casa protegida que el
constructor de turno pretendía derribar para edificar sustanciosos pisos, allá
por el boom inmobiliario, a cuyo especulativo
fin se opuso la Consejería de Cultura de la Junta, dictaminando que no se podía
demoler por ser un edificio histórico protegido, según la normativa vigente. El
propietario apeló a los tribunales este dictamen y ante la eminente
peligrosidad -eso dijeron aunque algunos nunca lo creímos-, el propietario, en
unión de la Gerencia de Urbanismo, optaron por apuntalar el inmueble de forma
tan agresiva que tuvieron que cortar la calle al tráfico por alcanzar los
puntales la acera y el muro fronteros. Probablemente una forma de presión para
forzar el derrumbe que no surtió los efectos deseados. Y así llevamos seis
años. La explicación que corre por la ciudad: la justicia es muy lenta.
De lo que se trata es de echar
la culpa a otro. La Alcaldesa, Irene García Macías, y sus compañeros del
PSOE-CIS participan y abusan de esta otra manida tendencia. La culpa de la Casa
Arizón la tuvo la anterior alcaldesa; la culpa del Mercado, la crisis y los
recortes del PP; la culpa de la lamentable situación del palacio municipal, el
gobierno central… al tiempo que la Alcaldesa se va de rositas, rumbo al Everest,
a dirigir su partido en la provincia y a formar parte de la ejecutiva regional.
Mucho quiero, poco abarco.
Después de recogidas de firmas
de los vecinos, manifestaciones colectivas junto a la casa, pancartas
reivindicativas colgadas en la valla protectora, chistes jocosos que corren por
Facebook ridiculizando a la Alcaldesa (“el jardín de Inere” en ralación al foco de basura creado), protestas de
asociaciones como Aula Gerión, a la que se le ocurrió preguntar por la
situación de esta Casa en un Consejo de Urbanismo, hará unos cinco años sin
obtener explicación alguna. Desde aquel entonces aquel Consejo “tan participativo”
dejó de reunirse hasta el día de hoy, también sin más explicaciones.
Ni la Alcaldesa ni concejal
alguno se ha puesto delante de una cámara para dar explicaciones a los
ciudadanos sobre este asunto, que tanto afecta a los intereses económicos y
patrimoniales de Sanlúcar y que se ha convertido en todo un símbolo de la nefasta
gestión municipal del PSOE-CIS.
Mientras, un gabinete jurídico
municipal, que no ha sido capaz o no ha querido agilizar e impulsar un
procedimiento judicial que afecta a los intereses públicos y que sigue el propietario de la Casa del Carril, a la sazón
tío de una concejala, y la Consejería de Cultura por denegar el derribo.
Ni buscan ni consiguen solucionar el problema.
Lo último, anoche, un “alumbrado
extraordinario” y reivindicativo para esta hermosa casa de cargadores a Indias,
unos villancicos enlatados, un grupo de ciudadanos, cabreados y pacíficos, con gorros
de papa Noel y velas encendidas que intentan alumbrar las maltrechas conciencias
políticas.
Para colmo, esta Alcaldesa que incumple
todas sus promesas, al modo Rajoy, y no ofrece explicaciones de nada, nos deja esta
mañana un bonito lecto-mensaje de Navidad, al más puro estilo monárquico y a
través de esos mismos medios de comunicación locales, subvencionados por el
municipio y que nada quieren saber de “alumbrados extraordinarios”, donde la
máxima autoridad de la ciudad nos desea prosperidad a todos los sanluqueños. Por cierto, el publiomensaje también se está repitiendo machaconamente durante todo el día en la SER. ¿Cuánto nos habra costado la cuña?
En fin, amigos, el cinismo de los que evaden las explicaciones tiene caras
y tiene nombres.
Ana Gómez Díaz-Franzón