Desde el templo del Lucero

domingo, 2 de julio de 2023

La colección artística de Francisco de Paula Rodríguez y Rodríguez-Bejarano (1755-1811), en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), a través de cuatro inventarios.


Antigua casa de Francisco de Paula Rodríguez. Zona  principal del
actual Palacio Municipal. Calle Caballeros. (Foto Flickr. Alejandro)
 

 

Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte.

 


Actualizado: 5 de agosto de 2023.

Este artículo se puede descargar en pdf en Academia.edu

 

Resumen: A través de cuatro inventarios de la primera mitad del siglo XIX, se analiza la colección artística que poseyó Francisco de Paula Rodríguez y Rodríguez-Bejarano (1755-1811), natural de Sevilla, que fue Tesorero General del Consejo de la Real Hacienda, entre otros altos cargos, a finales del siglo XVIII. Este caballero de la Orden de Carlos III se avecindó en Sanlúcar de Barrameda hacia 1800, donde llegó a ser uno de sus principales hacendados y en cuya ciudad fallecería en 1811. Dejó un importante legado destinado a la creación de un colegio en Sanlúcar para la educación de niños desfavorecidos. Con este legado se fundó en Sanlúcar el primer Seminario Conciliar del Arzobispado de Sevilla (1831-1842) y, más tarde, un Instituto de Segunda Enseñanza (1842-1847), entre otras entidades educativas.

En el Anexo I se ha transcrito el inventario post mortem de Francisco de Paula Rodríguez, de 1811, al que se han añadido anotaciones sobre los posteriores inventarios consultados: post mortem de 1822, tras el fallecimiento de su viuda, Joaquina Sánchez Espinosa; el correspondiente a 1847, realizado cuando el Gobernador eclesiástico del Arzobispado de Sevilla ordenó el traspaso de los bienes de la Fundación a aquel Arzobispado, en virtud de R. O. ante la reclamación de los bienes por aquel Arzobispado; y el inventario de 1855, practicado con motivo de la devolución de los bienes a la Fundación por el Arzobispado de Sevilla en virtud de la Real Orden de 16 de julio de  1855.

En el Anexo II se transcribe la relación de obras artísticas, muebles y otros enseres que fueron entregadas por la Fundación Francisco de Paula Rodríguez al Seminario de Sevilla en 1848, en virtud de Real Orden, que fueron requeridas por el Arzobispado.

En el Anexo III se reproducen fotografías de varias obras existentes actualmente en la parroquia mayor de Ntra. Sra. de la O de Sanlúcar, cuyas iconografías coinciden con algunas contenidas en los inventarios, por lo que podrían haber pertenecido a la colección, aunque no se ha localizado documentación que lo corrobore, por lo que sólo se incluyen en términos de probabilidad.

Este artículo forma parte de un estudio más amplio sobre la vida y legado de Francisco de Paula Rodríguez, en realización. A éste proseguirán varios artículos dedicados al ajuar, plata labrada y joyas; las bodegas; la biblioteca; y el capital y legado de Francisco de Paula Rodríguez.

Palabras clave: Inventarios post mortem. Inventarios de bienes. Colección artística. Cultura material. Siglo XIX. Fundación Francisco de Paula Rodríguez. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

 

Los inventarios protocolarios, en sus diferentes formas, son una importante fuente documental para conocer los niveles de riqueza de una ciudad o un determinado ámbito geográfico, así como la historia de la vida cotidiana de sus habitantes, sus gustos privados, hábitos culturales y, por tanto, la mentalidad y el modelo cultural vigente en el tiempo estudiado.

A pesar de las carencias detectadas en este tipo de fuente historiográfica, el inventario, cuando está completo y sin sesgos -como es el caso de alguno de los inventarios consultados-, se constituye en una fuente de primer orden para conocer la historia del gusto estético, de la familia y el entorno social. Pueden acercarnos de modo fehaciente al conocimiento de ciertos aspectos la historia social y la cultura material, cuyos aspectos no ofrecen otra clase de documentos.

En este caso, se han extraído de cuatro inventarios generales los bienes que constituyeron la colección artística de Francisco de Paula Rodríguez. Su estudio nos conduce a conocer el estatus social de este vecino de Sanlúcar, perteneciente a la élite económica dirigente, así como sus gustos y predilecciones estéticas. Asimismo, la colección, como un signo de distinción social de su propietario, permite vislumbrar las tendencias artísticas de la época en el coleccionismo privado.

Aunque esta colección se encuentra dispersa en la actualidad, sin que apenas se hayan podido identificar algunas obras que la componían, la publicación de estos inventarios pudría ayudar a la localización de otras piezas en próximas investigaciones. Y, por otra parte, su publicación supone una nueva aportación a la historia cultural y artística de Sanlúcar de Barrameda.

Para conocer el alcance histórico, social y artístico de la colección, estos inventarios se han puesto en relación con algunos estudios publicados de semejante índole, referidos a ciudades cercanas, como Sevilla, Cádiz o Jerez de la Frontera, donde se ha trabajado este tipo de escrituras notariales en grupos seriados, que han permitido la extracción de conclusiones fehacientes, todo ello a fin de conocer la relevancia de esta colección artística sanluqueña en el contexto geográfico más amplio de la Baja Andalucía.

En general, en los archivos protocolarios los inventarios de bienes (post mortem y otros) son escasos. Por ejemplo, para El Puerto de Santa María, en 4.598 documentos contabilizados para el siglo XVIII, sólo aparecen 22 inventarios, lo que supone un 0,47 por ciento del total[1].

En Sanlúcar la existencia de estos inventarios reviste mayor importancia histórica, debido a la escasez de protocolos notariales conservados, al haberse perdido este archivo en 1933[2]. Apenas se han publicado otros inventarios de Sanlúcar, que pudieran servir como elementos comparativos o complementarios al objeto de este estudio dentro de la propia ciudad[3].

Cuando Francisco de Paula Rodríguez y Rodríguez-Bejarano (en varios archivos el segundo apellido aparece erróneamente como Berdejo) se avecindó en Sanlúcar, hacia 1800, había culminado su carrera militar y funcionarial. La ciudad, con un importante pasado comercial, contaba entonces con unos 20.000 habitantes, siendo sus principales actividades económicas la agrícola (secano y vitivinicultura) y comercial. Durante aquellos primeros años del siglo XIX, en Sanlúcar se crearon destacadas instituciones y entidades, que estuvieron impulsadas por el primer ministro Manuel de Godoy, a las que Francisco de Paula Rodríguez no sería ajeno, como la creación del Real Jardín Botánico (1805-1808), dirigido por Esteban de Boutelou y Simón de Rojas Clemente; el establecimiento del Real Consulado de Sanlúcar (1806-1829), independiente del de Sevilla; y la erección de la nueva provincia de Sanlúcar (1804-1812). La ciudad contaba con una élite de personas ilustradas, casi todas vinculadas a la Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en 1781, desde donde se promovieron estos proyectos, así como nuevas reformas en la agricultura, la educación y la industria.

Francisco de Paula Rodríguez, de talante ilustrado y afrancesado, fue miembro de la Junta del Real Jardín Botánico de Aclimatación de Sanlúcar; vocal del Consulado; y socio Meritorio de la Sociedad Patriótica de Amigos del País. Perteneciente a la oligarquía urbana, se integró pronto en la vida ciudadana, participando en los principales actos públicos organizados en la ciudad.

A su llegada a Sanlúcar, Francisco de Paula Rodríguez adquirió varias fincas urbanas y rústicas. Su capital económico, contabilizado en el inventario post mortem de 1811, con adicción de 1813, ascendía a más de cinco millones de reales de vellón. Esta elevada suma sitúa a Rodríguez entre los principales capitales de las actuales provincias de Sevilla y Cádiz durante la época estudiada[4]. Se convirtió en uno de los primeros hacendados de Sanlúcar, pues tras los numerosos gastos y legados que mermaron la fortuna inventariada en 1811, su viuda, Joaquina Sánchez, aparece en 1812 como la segunda mayor hacendada de la ciudad, tras Andrés de la Piedra, seguidos por la Casa de José Colom e Hijos; la Casa titulada de Belén; Joaquín de Marcos y Manzanares; y Antonio Beira, entre otros, según el padrón de repartimientos[5].


Planta actual de la antigua casa de la calle Caballeros, donde se concentró la colección artística de Francisco de Paula Rodríguez. Más tarde, esta casona formaría parte del palacio de los duques de Montpensier junto a los inmuebles aledaños. A partir de 1988, el palacio fue reconvertido en el actual Ayuntamiento.  Plano de planta baja (c. 1990). 

En 1811 la casa contaba con 33 estancias (planta baja, primera y ático).


1. Conformación e importancia de la colección artística.

La colección se formalizó en los primeros años del siglo XIX, cuando Francisco de Paula Rodríguez se avecinda en Sanlúcar. La gran estima que tuvo su propietario por este conjunto artístico y el mobiliario de mayor calidad dio lugar a que estipulase, en su testamento, que aunque otorgaba a su esposa, usufructuaria de todos los bienes, "facultad para vender, cambiar o enajenar" lo que le pareciera del "menaje de la casa con todos los muebles, ropas y alhajas que lo componen, incluso la plata labrada" (cláusula 21ª), en la adición 4ª de dicho testamento aclaraba que en las anteriores facultades a su esposa no se incluían "las pinturas, cómodas, sillas buenas, mesas y espejos y todo lo que corresponde al oratorio de esta mi casa, que es mi voluntad se conserve y pase al Colegio de Educación para su adorno cuando este se establezca".

No se han localizado datos sobre las adquisiciones de las obras, no se puede descartar que algunas piezas fuesen trasladadas desde Madrid o Cartagena, en cuyas ciudades había residido. Si bien lo más probable es que, en su gran mayoría, las obras pertenecieran, estilísticamente, a las escuelas sevillana, gaditana y jerezana del Barroco dieciochesco, así como al Neoclasicismo, característico del último tercio del siglo XVIII y principios del XIX.

Como era frecuente en la época, el grueso de la colección pudo ser adquirido en alguna almoneda sevillana, de cuya ciudad era natural Francisco de Paula y se halla próxima a Sanlúcar, lo que facilitaría el transporte. También cabría conjeturar que las obras fueran compradas, no de forma totalmente arbitraria, sino siguiendo un criterio de ubicación y funcionalidad en las diferentes estancias de las tres casas donde iban a ser colocadas, tanto en la ciudad como en el campo. Por ejemplo, las obras de tema religioso se destinaron a los oratorios y dormitorios, mientras que la pintura profana y mitológica se reservó para comedores, salas de estrado y gabinetes.

La colección se distribuía en tres inmuebles: la casa residencial de la calle Caballeros (parte principal del actual Palacio Municipal)[6], y las casas rurales de la hacienda de La Jara y la hacienda de Brevas o El Administrador (términos de Rota y Chipiona). Las tres casas disponían de oratorios con autorización eclesiástica para celebrar oficios religiosos[7]. Si bien, gran parte de los bienes artísticos y los de mayor calidad se concentraron en la casa residencial.

Llama la atención la existencia de tres oratorios ubicados en cada una de las casas citadas, pues en general esta dependencia no suele consignarse en los inventarios de la época, bien por no existir en la mayoría de las casas acomodadas, o bien porque los inventarios no aparecen apreciados por estancias, sino que las obras se contabilizan de forma global, distinguiéndose sólo por su naturaleza material. Por ejemplo, en Jerez de la Frontera, en los 357 inventarios estudiados por González Beltrán, para la segunda mitad del siglo XVIII, sólo se recogen ocho oratorios[8].


jueves, 15 de junio de 2023

Tío Pepe, una marca tan antigua como codiciada.


Texto elaborado a instancia de la Fundación González Byass para el catálogo de la exposición "Tío Pepe, de Jerez al mundo: historia de un icono", celebrada en Jerez, entre marzo y abril de 2023. El texto original quedó subdividido en dos partes en el catálogo, mientras que algunos párrafos fueron integrados en los textos genéricos de la bodega. Transcribo aquí el texto original completo.


Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte

La prestigiosa marca Tío Pepe, de bodegas González Byass, es una de las más antiguas de España y la primera conocida, junto a su etiquetado, de la comarca vinícola gaditana, triangulada por Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. Esta marca y su conocida imagen publicitaria de la botella-guitarrista (Pérez Solero, 1936-1940) han transcendido los límites de la simple denominación comercial de un vino, para convertirse hoy en referente nominal e iconográfico de un extraordinario entramado empresarial.

Aunque no se conoce la fecha exacta de su lanzamiento, Tío Pepe nace en el seno de la bodega González & Dubosc (1838-1855) -primitiva razón social de González Byass-, cuya compañía estaba entonces compuesta por el fundador, Manuel María González Ángel, junto a Juan Bautista Dubosc y Francisco Gutiérrez Agüera.

El nombre Tío Pepe se refiere al tío materno del fundador, el sanluqueño José Ángel y Vargas, que en los primeros momentos de la empresa prestó su consejo y ayuda a Manuel María González en las tareas bodegueras, montándose por aquellos años las soleras de Tío Pepe, en su honor.

Las primeras noticias documentadas de esta marca se localizan al mediar el siglo XIX. En 1853 se halla la primera mención en el Archivo Histórico de González Byass. También se sabe que, en 1855, González & Dubosc envió a Lord Bromlow Cecil, Gobernador de Gibraltar, como regalo de Navidad, una caja surtida de veinticuatro botellas de vino, siendo seis de Tío Pepe. Y en 1859 este vino se comercializaba en Madrid, en el establecimiento de M. Tudela, situado en la calle Jacometrezo.

Aunque desde 1850 (R.D. de 20 de noviembre) se podían registrar las marcas de fábrica en el Registro de la Propiedad Industrial, el registro de Tío Pepe fue solicitado por González Byass y Cía. en 1885, cuando aparece incluida en un grupo de treinta marcas “para distinguir vinos”, que en su mayoría -veintitrés- fueron solicitadas de nuevo en 1887, siendo estas últimas concedidas en 1888. En la esmerada solicitud registral, la bodega hace constar que algunas de estas marcas ya se usaban con anterioridad a esa fecha, algunas “desde su fundación, en 1835, y que por estar muy acreditadas exigen su registro para evitar falsificaciones”.


Solicitud de registro de treinta marcas por González, Byass y Cª en 1885. (AHOEMP). Publicado en Iconografía publicitaria del Marco de Jerez, Vol. I, de Ana Gómez Díaz-Franzón.

sábado, 15 de abril de 2023

Destrucción y abandono del Patrimonio Histórico de Sanlúcar de Barrameda en los últimos 16 años.

Opinión Patrimonio Histórico de Sanlúcar.


                 Todas las obras que aparecen en este vídeo son presuntas ilegalidades.


Durante las últimas décadas ha sido destruido y alterado una gran parte del Patrimonio Histórico de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) por los sucesivos gobernantes locales (PP-PSOE-CIUDADANOS), que han menoscabado la enorme riqueza patrimonial de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

El Casco Histórico de Sanlúcar está declarado Conjunto Histórico-Artístico (B.I.C) desde 1973.

Además, son muchos los Monumentos e inmuebles de interés, que permanecen abandonados desde hace décadas, en este video se muestran algunos ejemplos de los últimos 16 años de gobiernos locales socialistas.


Se protege para conservar, no para destruir, alterar y abandonar.


Con anterioridad a 2007, las principales agresiones en el Patrimonio Histórico de Sanlúcar se pueden resumir en las siguientes:


Demoliciones


- Casa de las Palomas (XVIII), en calle Trascuesta (2002).

- Casa del Vapor (XIX), en Bonanza (2004).

- Casa del Ingeniero del Gas (XIX), en el Mazacote (2003).

- Pósito del grano (XVIII), en Plaza de la Paz (c. 1992).

- Fachada y portadas del convento de San Jerónimo (XV) (2005).

- Demolición casa de cargadores a Indias en carril de San Diego (XVII)

- Demolición de numerosas bodegas antiguas (XVII-XIX) en todo el casco histórico, que conlleva la desaparición de la imagen urbana vinícola de Sanlúcar.

- Vaciado interior de importantes casas protegidas para convertirlas en pisos (Calles San Agustín, Bolsa, Descalzas, San Jorge, Barrameda, Misericordia, Isaac Peral, Caballeros, Carril de los Ángeles, avenida de las Piletas, Cristo de las Aguas…), de forma que no va a quedar ni una con su estructura tradicional. La arquitectura doméstica tradicional casi ha desaparecido del casco histórico.

- Nuevas edificaciones en jardines protegidos.

- Etc., etc.


Todo ello tras la promulgación de la leyes de Patrimonio y el Catálogo de Edificios Protegidos del PGOU, que protegían la mayor parte de estos inmuebles.

Entre todos han convertido el magnífico Casco Histórico de Sanlúcar en una vulgar barriada.

 

 ***



sábado, 18 de febrero de 2023

Nueva datación y posible autoría de la “Casa del Reloj” de Sanlúcar. El valor documental del pequeño impreso.

                                                                                   Ana Gómez Díaz-Franzón

                                                                           Dra. Historia del Arte


Dentro de la tradicional historiografía del arte, el pequeño impreso litografiado -etiquetas, carteles, menús, notas de precios o facturas-, ha sido muy denostado y menospreciado, tanto por su carácter efímero y desechable, como por su condición de piezas seriadas. Si bien, en las últimas décadas está siendo revalorizado por sus valores históricos, estéticos y documentales. Así lo han puesto de relieve  historiadores como Enric Satué, (1997, 11), Francesc Fontbona, 1988, 527), o Carrión Gutiez (1993, 14). Este último defiende la importancia que poseen estas “publicaciones menores” como documentos históricos y sociológicos:


“Lo singular y ocasional, lo que tuvo importancia informativa para una vez, puede adquirir importancia social; lo que sirvió para un caso concreto puede ayudar al descubrimiento de leyes sociales o históricas. Y no es sólo que el contenido de un documento adquiera un nuevo núcleo de interés, sino que todo el documento —y no sólo su texto o su mensaje— se convierte en información, en materia prima para la edificación de la historia local o para la investigación social.”[1].




En este caso, destacamos el valor documental de una factura, localizada en el Archivo Municipal de Sanlúcar de Barrameda, perteneciente al “Almacén del Reloj”, fechada en 1883 y emitida al Ayuntamiento por la compra de diverso material (bujías, guita, papel, fósforos, etc.)[2]. Esta pieza nos ayuda a fechar la reedificación de la llamada Casa del Reloj por el reloj de sol que culmina el inmuebles y que se halla situada en la calle Bolsa, esquina a calle Cruces.



En la cabecera de la factura aparece litografiada una reproducción del almacén y casa del Reloj, tal como quedó tras su reforma, que tuvo que producirse entre 1879, fecha del fallecimiento de León de Argüeso, y 1883, año anotado en la cuenta. Asimismo, por situarse en una esquina urbana, como era característico de este tipo de almacenes, aparecen en el impreso dos direcciones: calle Bolsa, 18 y calle Cruces, 8. (núms. antiguos). Hoy, la casa tiene su entrada por calle Cruces o Juan de Argüeso.

En el establecimiento comercial de esta casa inició su trayectoria empresarial León de Argüeso y Argüeso, fundador de las bodegas de su nombre. (Al respecto se puede consultar en este blog el artículo León de Argüeso y Argüeso (1801-1879). León de Argüeso adquirió esta casa entre 1831 y 1847.

Casa en calle Cruces, aledaña a Casa del Reloj. Atribuida al arquitecto Antonio Arévalo.

En el libro Arquitectura del veraneo y su época (1900-1950)[3], publicado en 2011, atribuí la reforma de esta casa del Reloj al arquitecto Antonio Arévalo Martínez en 1895, pues este año Juan de Argüeso solicitó modificar la fachada de su casa en la calle Cruces, 5 (antiguo)[4]. Sin embargo, ante la nueva evidencia documental y loa datos que arrojan la factura citada, cabe vincular esta obra a la casa aledaña a la Casa del Reloj, en calle Cruces-esquina a calle Benegil, que también fue propiedad de Juan de Argüeso. 

La atribución del proyecto al por entonces Arquitecto Municipal, Antonio Arévalo Martínez, se fundamentaba no sólo en la situación en la calle Cruces, sino por las similitudes estilísticas que presentan algunos elementos de la casa del Reloj con algunas obras de Arévalo, como la decoración del pretil superior –pequeñas pilastras decoradas con figuras geométricas estrelladas, semejantes a las utilizadas por Antonio Arévalo en la Plaza de Toros en 1900- y el penacho esquinero con reloj de sol, que se adscribe a una primera estética modernista.


jueves, 16 de febrero de 2023

Rehabilitación del Castillito de Bajo de Guía de Sanlúcar: otra chapuza ilegal

Opinión Patrimonio Histórico de Sanlúcar.

Castillito de Bajo de Guía, antes y durante las obras. (Fotos: Ana Gómez y Salvador Daza).

La rehabilitación de este edificio protegido ha infringido todas las normativas urbanísticas y la Ley de Patrimonio Histórico:
- Alteración cromática de las fachadas con veladura de pintura que ha ocultado los materiales originales. (Fachadas protegidas)
- Desaparición de la verja original de hierro.
- Colocación de cerramiento de acero corten en toda la finca, incluso en el hermoso pórtico de entrada.
- Colocación de bajantes de cobre en las fachadas.
- Pintado de color blanco de zonas superiores y terrazas, que producen un intenso contraste con el resto del edificio.
- Tala de árboles y arbustos preexistentes en el jardín (protegidos).


TARDE, MAL, INDEFINIDO, Y SEMI-PRIVATIZADO.

Cuando un edificio está protegido estructuralmente (B), como es el caso, hay que conservar las fachadas y su estructura constructiva.

¿Por qué en Sanlúcar se está faltando reiteradamente a la normativa y se están alterando y falseando importantes muestras de nuestro Patrimonio Histórico?
El arquitecto que diseñó este antiguo hotel de veraneo del general González Montero, edificado entre 1908 y 1912, fuera el proyecto de Aníbal González, Antonio Arévalo u otro, lo concibió en estilo modernista, combinando conscientemente diversos materiales, colores y texturas en las fachadas.

Alteración cromática acometida en el Castillito durante las actuales obras.

En origen, mediante la combinación de mampostería concertada, ladrillo visto, sillería de piedra ostionera y elementos cerámicos, se trataba de establecer un impactante efecto visual, como se hizo en las vecinas Villa Isabel o Villa Luz (ambas de Aníbal González), entre otros edificios de la época. Esta riqueza cromática de las fachadas era uno de los principales valores artísticos del inmueble, que se ha perdido durante esta mal llamada rehabilitación.
Así, durante la rehabilitación actual se ha falseado la imagen primitiva del edificio Se han homogeneizado con una veladura o pátina blancuzca todas las fachadas de la zona principal del inmueble, que oculta sus materiales originales. Se ha sustraído al edificio original su verdad arquitectónica y su originalidad.

Detalle de la ocultación de la policromía original. (Foto: Salvador Daza).

Con esta actuación no sólo se ha vulnerando la normativa urbanística del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), sino que se ha hurtando a la ciudadanía su arquitectura histórica y el derecho a su conservación y disfrute.

La rehabilitación, que ha costado 2,5 millones de euros (aunque del destino de un millón no se tienen noticias), debería haber respetado la normativa y la arquitectura histórica. Lamentablemente, nada de esto se ha tenido en cuenta en la aberrante rehabilitación.

Ficha del popularmente llamado "Castillito de Bajo de Guía" en el Catálogo de Edificios Protegidos del Plan General de Ordenación Urbana de Sanlúcar (PGOU), donde cuenta con "Protección Global".

¡REMATANDO LA FAENA!

No tenían bastante con faltar a la normativa patrimonial, al pintar todas fachadas principales con un sólo color, alterando la diversidad de materiales que componían el estilo Modernista de esta antigua villa de veraneo, sino que también han sustituido el antiguo enverjado por una brutal valla posteada de más de dos metros de altura. ¿Dónde está la antigua verja de hierro?

¿Qué es esta borricada / barricada que han puesto en el Castillito?

Nueva valla perimetral de acero cotan oxidado. (Foto: Salvador Daza)

martes, 19 de abril de 2022

Se llama “Manzanilla de Sanlúcar” y no es un “jerez”.

 Opinión Manzanilla de Sanlúcar.

En los últimos años se está produciendo un lamentable fenómeno -desconocemos sus fines y no pretendemos elucubrar-, por el que se está confundiendo, tanto al consumidor como a otras personas interesadas, al afirmarse que el vino Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda se llama sólo "Manzanilla" y es un tipo de “jerez”. Nada más lejos de la realidad. Es sencillamente un bulo, un desacierto. Pero un error de bulto que va en aumento.

La Denominación de Origen (D.O.) “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda” fue creada inicialmente en 1933 (al calor del primer Estatuto del Vino, de 26 de mayo de 1933), como así se estipulaba en las órdenes del Ministerio de Agricultura del 8 y 15 de septiembre de 1933. Sin embargo, esta primera D. O. caducó al no constituirse el Consejo Regulador de la Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda (desconocemos las razones). Desde entonces la “Manzanilla de Sanlúcar” quedó integrada en la D.O. Jerez-Xérès-Sherry, constituida por la misma legislación en 1933 y reglamentación posterior.



Ya en 1964 (Reglamento del 15 de diciembre) se crea oficialmente la D. O. “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda”, desgajándose el vino sanluqueño de la D.O. “Jerez-Xérès-Sherry”. En este Reglamento se especifica que este vino “es conocido tradicionalmente con el nombre de Manzanilla”. En el primer punto del Pliego de Condiciones de la D.O. "Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda" se expone que el "Nombre de la Denominación de Origen Protegida" es "Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda". Esta es la verdad y lo legal.

La Manzanilla es un vino generoso propio y exclusivo de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), en cuyas bodegas urbanas debe criarse. Sus orígenes se remontan al siglo XVIII, al establecerse para su crianza el sistema de soleras, o criaderas y soleras, más tarde extendido a todo el denominado “Marco de Jerez” y otras regiones vinícolas, como Córdoba o Huelva, entre otras.

La Manzanilla de Sanlúcar es hoy el vino más vendido en el mercado nacional, entre todos los vinos del “mal llamado” “Marco de Jerez”, esto es, de las dos D.O. “Jerez-Xérès-Sherry” y “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda”. Ambas D.O. están gestionadas y tuteladas por un mismo Consejo Regulador con sede en Jerez de la Frontera.

En 1996, con motivo de la usurpación del nombre “Manzanilla” por una bodega de Lebrija (Sevilla) y las consiguientes denuncias ante los tribunales, finalmente el Consejo de la Unión Europea 1426/96 (CE) dictaminó que el nombre “Manzanilla” es exclusivo del vino criado en la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, que también puede denominarse como “Manzanilla” (acepción tradicional), equiparándose a las denominaciones geográficas de vinos.


Por tanto, el Consejo europeo garantizó entonces el origen y la exclusividad del vino sanluqueño “Manzanilla”, pero no excluyó que se nombrase también como “Manzanilla de Sanlúcar” o “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda” (D.O.). He aquí la cuestión. Su dictamen fue garantista, pero no exclusivista.


Web Consejo Regulador


Web Consejo Regulador

El origen de esta lamentable falsedad se localiza en el propio Consejo Regulador que, tanto en su página Web como en notas de prensa, otros escritos y campañas publicitarias, se refiere a la Manzanilla de Sanlúcar con el simple término “Manzanilla” y define al vino sanluqueño como un “tipo de vino de Jerez”, como un jerez. Esto es, como si fuese un amontillado, un oloroso o un cream -llamados popularmente “jereces”-, amparados por la D. O. Jerez-Xérès-Sherry, aunque producidos en las tres ciudades del Marco: Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. ¿A qué se deben estos equívocos cometidos y promovidos por el Consejo? Ya nos gustaría saberlo.