Desde el templo del Lucero: Curiosas crónicas de las Carreras de caballos de Sanlúcar en 1846 (y II) Otras fiestas y espectáculos del verano.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Curiosas crónicas de las Carreras de caballos de Sanlúcar en 1846 (y II) Otras fiestas y espectáculos del verano.


La segunda crónica, más sustanciosa que la anterior, sobre las carreras de caballos, celebradas en Sanlúcar de Barrameda en 1846, se refiere tanto a las carreras de Sanlúcar como a las carreras de caballos celebradas en El Puerto de Santa María aquel mismo verano.

En la comparación, pierde Sanlúcar, pues en opinión del hoy descocido autor de la crónica (Corr.), las carreras de Sanlúcar pecaron de pretenciosas y elitistas. Los parangones se extienden al resto de los espectáculos organizados aquel verano en ambas ciudades: bailes, funciones teatrales, toros, etc.

Programa de las Fiestas del verano de 1900

Sanlúcar, 22 de agosto
Una gran parte de los habitantes de esta ciudad y de los pueblos comarcanos ha estado estos días en continuo movimiento con motivo de las carreras de caballos y demás fiestas que han tenido lugar en el Puerto de Santa María y en Sanlúcar de Barrameda. Ambas poblaciones han procurado competir y distinguirse en la variedad y animación de los festejos con que han tratado de atraer y agasajar a los forasteros.
De las carreras de caballos diremos francamente que el público no ha quedado satisfecho. Por mucha que sea la utilidad de estos espectáculos, es necesario convenir en que ha de pasar mucho tiempo para que el gusto de ellos se aclimate entre nosotros. Es una costumbre estrangera, y como tal, necesariamente ha de costar trabajo hacerla popular en nuestro país. A las respectivas sociedades creadas para el fomento de la cría caballar corresponde perseverar uno y otro día en sus proyectos, a fin de proporcionar estímulos que contribuyan en lo sucesivo a dar mayor importancia de la que hoy tiene las carreras de caballos.
No basta con que a ellas asista una numerosa concurrencia, atraída quizá por los pomposos programas que de antemano se publican; no basta tampoco ofrecer vistas pintorescas como la que indudablemente presentaba en Sanlúcar la extensa línea de 800 varas de longitud y 40 de latitud que, formada en la playa de aquella ciudad, y adornada con multitud de vistosas y variadas banderolas, era el sitio señalado para correr los caballos; es necesario que éstos se presenten en bastante número para que las carreras puedan significar algo, y para que el espectáculo no se haga monótono, aburriendo por tanto a los espectadores. En esta parte, forzoso es decir que las carreras de Sanlúcar han dejado mucho que desear, y que con menos aparato y ostentación y con pretensiones más modestas han tenido mejor éxito las del Puerto de Santa María, que entre otras ventajas han reunido la no despreciable de franquearse gratis la vista de ellas a todas las personas que quisieron concurrir. En Sanlúcar por el contrario era preciso para ocupar un asiento incómodo pagar 20 rs. cada día, y esto si ha retraído a algunos en el presente año, retraerá seguramente a muchos en los sucesivo, como la sociedad no trate de bajar los precios y de hacer las demás reformas que la experiencia le vaya aconsejando. Justo es decir aquí que el éxito medianamente satisfactorio de las carreras del Puerto se debe a los generosos esfuerzos hechos por el Sr. D. Juan Guillermo Burdon para embellecer y dar animación al espectáculo.
En los respectivos teatros de las dos poblaciones ha habido bailes que no vacilamos en llamar brillantes, porque lo era sin duda la concurrencia, principalmente en Sanlúcar, cuyo teatro ofrecía la noche del 18 un cuadro animadísimo. En el del Puerto no fue tan concurrido el baile; pero en cambio hubo el buen pensamiento de darlo gratis y por convite a costa de un determinado número de personas, mientras en Sanlúcar se fijó el alto precio de 20 rs. por cada boletín, precio que ha parecido generalmente exagerado. De todos modos esta clase de espectáculos, en que tanta parte tenía el bello sexo, tiene por lo mismo encantos y atractivos que no suelen ser compatibles con otro género de diversiones.
Feliz ha sido también la idea de los bailes populares que el día 19 por la noche se verificaron en el paseo de Isabel II [actual paso de la Calzada de la Duquesa] de Sanlúcar. Aquel sitio ameno y pintoresco se hallaba adornado con mucho gusto, y la variedad y abundancia de luces, los fuegos artificiales, y los alegres bailes andaluces que tocaba la música formaban un conjunto sumamente agradable.
No hablaremos de la corrida de toros del Puerto, ni de las ferias de ambos pueblos, ni de las demás fiestas que ha habido en ellos, entre los cuales haríamos mención especial del regateo de lanchas en Sanlúcar, si las noticias que se nos han dado, pues nosotros no pudimos verlo, no estuvieron conformes en que fue un espectáculo muy inferior a lo que hacía esperar el programa; no hablaremos de todos estos accesorios de las corridas de caballos, porque tendríamos que extendernos demasiado. Baste decir que, a pesar de las faltas y defectos que ligeramente acabamos de indicar, hemos encontrado grande animación en aquellas dos poblaciones y una extraordinaria concurrencia de familias de Cádiz, Jerez, Sevilla, Huelva y otros muchos pueblos, habiendo reinado el orden más completo, sin que haya sido preciso adoptar medidas de ninguna especie para conservarlo.
De desear es que las autoridades y vecinos influyentes del Puerto y Sanlúcar perseveren en su buen deseo de proporcionar estos momentos de agradable solaz, y que sepan prevenirse en los sucesivo contra los perjuicios que al pueblo de Sanlúcar en particular habría quizá de producirle el ofrecer más de lo que se puede cumplir y el dejarse llevar demasiado por las ilusiones de un celo desmedido.
(Corr.)
Gaceta de Madrid núm. 4365, de 27/08/1846

Sobre las carreras de caballos celebradas en El Puerto de Santa María a través del tiempo:

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