| Adelaida y María Luisa García Sierra |
En la casa núm. 31 de la calle Corrales de Bornos (Cádiz) se ubica la casa familiar donde vivió Adelaida García Sierra (Bornos, 1917-1936), una de las víctimas de la Guerra Civil. Fue presidenta de la sección femenina del Sindicato Socialista y con tan sólo diecinueve años fue fusilada, en octubre de 1936, sin defensa ni juicio, junto a otras dos mujeres de Bornos -Francisca Abadía Ramírez y Juana Rodríguez Jiménez-, en el cementerio de Villamartín, además otros noventa y cinco hombres bornichos que también fueron asesinados por las mismas fechas. En 2008, el pueblo de Bornos rindió un pequeño homenaje a todas estas personas, honrando su memoria con la erección de un monumento situado en la entrada del cementerio, donde aparecen rotulados todos los nombres en un paño cerámico que se encuentra presidido por un relieve alegórico, obra de Ismael Rodríguez Viciana Buzón.
Cuando contaba diez años, Adelaida García Sierra tuvo que abandonar las duras labores del campo, debido a las secuelas del paludismo, para dedicarse a las tareas domésticas del cortijo y la costura. Ya en Bornos se dedicó a enseñar a leer y a escribir a las mujeres, habilitándose en la calle Carretero una casa, como colegio del Sindicato Socialista, donde Adelaida y su hermana María Luisa impartían clases gratuitas. Adelaida se comprometió de lleno con la causa de los movimientos campesinos. En la celebración del día 1 de mayo de 1936 portó la bandera del sindicato del campo, en una manifestación no autorizada por las calles de Bornos, cuya enseña no soltó en ningún momento, a pesar de los disparos que disolvieron la marcha en la calle San Jerónimo. Este fue el motivo por el que, tras el alzamiento militar, fue encarcelada y humillada en la Casa de la Cilla y por las calles de Bornos, como todos los asesinatos consumados en aquellos años. Tuvo oportunidades de huir, pero de forma valiente afirmó: “¿Volver yo la espalda al pueblo? Eso, que no lo esperen”. En el camino del cementerio de Villamartín, también la sometieron a escarnio público en Espera, donde aún recuerdan “la alta figura, vestida de negro, de la presidenta del sindicato femenino, de pie, en la caja del camión”. Su hermana María Luisa describe estas desgarradoras escenas, sobre la desaparición de las tres mujeres bornichas, en el manuscrito autobiográfico Memoria de unos años de mi vida.
También sufrió represalias y vejaciones esta hermana de Adelaida, María Luisa García Sierra (Bornos, 1920-1998), por su mero parentesco, siendo conducida desde el cortijo El Infierno hasta la Casa de la Cilla, con el consiguiente “pelado, aceite de ricino y paseo público”. Al parecer, el que tuviese por entonces tan sólo quince años la salvó de la muerte. María Luisa se distinguió por ser una prolífica escritora y poeta, de formación autodidacta. Algunos de sus versos se encuentran hoy grabados en cerámica en algunos lugares urbanos, como en la fachada de la casa familiar, y su nombre también rotula una calle de Bornos.
Mujer incansable, alternó la escritura con sus tareas como esposa y madre de cuatro hijos. Dotada de un rebosante e inagotable espíritu creador, escribió miles de versos a lo largo de su vida. Fue miembro destacado del grupo Zabayo, colectivo serrano de poetas con sede en Villamartín; y colaboró asiduamente con diversas revistas, como Fuente del monje, La Torre, Almazara o Azahar. En 1972 publicó su primer poemario, Rosas Blancas, y en 1997 se editó De la memoria al corazón. Tras su muerte, la Consejería de Cultura publicó su Antología de poemas inéditos (1999) y en Bornos se instauró un certamen poético que llevaba su nombre, de ámbito internacional, que desapareció tras su octava edición. De prosa también fácil, recogió en forma de cuentos muchos de los episodios imborrables de su infancia campesina y abordó otros temas en profundidad en varias novelas todavía inéditas.
Su hijo, el profesor Jorge Garrido García, continúa luchando por recuperar la memoria histórica de los represaliados durante la Guerra Civil, además de seguir los pasos de su madre en el mundo de las letras, habiendo publicado varios poemarios (Callada Zúa y Larvario)
Uno de los más sentidos poemas de María Luisa García Sierra, referido a la Cruz de los Caídos, que existía en el exterior del antiguo convento del Corpus Christi, es Meditación:
MEDITACIÓN
Vieja Plaza de Las Monjas…
Tristes, desoladas, quietas,
en tus caras desiguales
encierras pasadas épocas.
Plaza triste, hoy acunas
en tu regazo de abuela
niños y niñas que aúnas
en el calor de una escuela.
Se hizo tu silencio risas
siendo vieja y triste a un tiempo,
que de San Juan de Ribera
se hizo un colegio en tu centro.
Viejos muros aprisionan
monjitas en su convento,
clarisas que cuentan siglos
en un silencio de rezos…
Muros donde se destacan
sobre el fondo amarillento
los brazos de una cruz blanca
centinela del convento.
¡Símbolo de redención
te das en abrazo eterno!
¡Que frío tu mármol blanco!
¡Que tristes los nombres negros!
El viento… ¡Qué frío pasa!
¡Lleva tristeza en sus ecos
de los pasos tan aprisa
de las miradas de hielo!
¡Miradas que no se fijan
en simples letreros negros!
¡Sólo indican unos nombres
de los hombres que cayeron!
Hay tan sólo una palabra,
un “Presente” en el recuerdo.
¡Presente a todos los héroes!
Faltan palabras… ¡¡Silencio!!
¿Silencio a tus hijos mártires?
¡Los nombres no están completos!
Cruz blanca, que abres tus brazos,
símbolo de amor eterno…
Ponle amapolas de cirios
a los caminos desiertos,
que son de la sangre símbolo
y llevan luto en el centro,
como abono de los trigos,
verdes del resurgimiento.
¡Pon faros hechos de estrellas
junto a tus brazos luciendo
para alumbrar las distancias
en las noches del recuerdo!
![]() |
| Cementerio de Bornos. Paño cerámico en recuerdo de las víctimas. (Foto: web Sierra de Cádiz). |
