Desde el templo del Lucero: Francisco de Paula Rodríguez
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viernes, 12 de abril de 2024

Observaciones sobre algunos errores e indicios de presunto plagio detectados en “Aproximación histórica a la Fundación Francisco de Paula Rodríguez de Sanlúcar de Barrameda (1811-1980)”, de José María Hermoso Rivero.

 






Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte


Este trabajo, galardonado con el II “Premio Francisco de Fuentes” 2023, convocado por la Fundación Hermandad de la Santa Caridad de Sanlúcar, ha sido publicado, en formato papel, por Cartare. Revista de Humanidades, nº 14, Vol. 2. Sanlúcar de Barrameda, 2024; y ha contado con el “patrocinio económico de la Excelentísima Diputación Provincial de Cádiz”, cuya entidad también ha sufragado la dotación del premio (1.200 euros).

En la cubierta de esta publicación se lee: “Número especial dedicado al Premio de Investigación Francisco de Fuentes de la Fundación Hermandad de la Santa Caridad y Pobres Desamparados de Sanlúcar de Barrameda, con trabajos de José María Hermoso Rivero y Jesús Vegazo Palacios”, sin que aparezcan los títulos de los trabajos premiados.

Estos títulos tampoco se hallan en la portada o “portadilla”, que no existe, como tampoco un sumario de revista al uso. Tras dos presentaciones del director de la revista, Antonio Romero Dorado (también miembro de la Junta directiva de la Fundación Hermandad de la Santa Caridad), y de Francisco Javier Vidal Pérez, Vicepresidente segundo de la Diputación Provincial de Cádiz; así como un prólogo del Presidente de la Fundación, que avala la publicación y se refiere a ésta como “libro” en tres ocasiones, se localiza una especie de índice o tabla de contenidos, donde (ahora sí) se reseñan los títulos de los dos trabajos galardonados (premio y accésit) y el desglose de sus apartados.

Esta revista, que no se ha presentado públicamente y que, de momento, no se encuentra a la venta en librerías, sólo puede ser consultada por los usuarios de la Biblioteca Pública, a través de dos ejemplares que Hermoso Rivero depositó el día 22 de febrero de 2024. Desconozco si se vende o se obsequia en la sede la Fundación, la iglesia de los Desamparados, aunque se ha de suponer que, al menos, a la Diputación de Cádiz habrán remitido varios ejemplares, por ser la entidad patrocinadora.

Según consta en el colofón de la revista, ésta se terminó de imprimir el día 20 de enero de 2024. Transcurridos casi tres meses y no habiéndose publicado online el trabajo ganador, como estipulan las bases de la convocatoria de este Premio, cabría considerar, por ahora, que queda vulnerada esta otra base de la convocatoria (la tercera). Tampoco edita la Fundación, como también exigen las bases, sino la revista Cartare, ni esta Fundación aparece en los créditos. Tan sólo en la contraportada se encuentra impreso, en  gran tamaño, el escudo de la Fundación, junto a los logos de las otras entidades implicadas (Diputación y Cartare).

Desde la perspectiva formal, a pesar del lujo del papel cuché de graa gramaje utilizado, la maquetación es inexistente. No se ha diseñado para formato papel, obviándose los márgenes interiores, lo que dificulta bastante la lectura. Por lo demás, la edición es pésima: tipografía desmesurada, tablas interiores desproporcionadas, faltas ortográficas, errores de acentuación, abuso de transcripciones, etc.

Rafael Ibáñez García, Presidente de la FHSCPDSB (Fundación Hermandad de la Santa Caridad y Pobres Desamparados de Sanlúcar de Barrameda), en su prólogo, enumera a los miembros del jurado de este Premio, del que dice que “tras un estudio riguroso de las obras presentadas, ha determinado qué trabajos han sido premiados y seleccionados para formar parte este libro”. Poco conocimiento ha demostrado tener este jurado respecto a las últimas publicaciones que versan sobre el mismo tema premiado, aunque me consta que alguno de sus miembros se hallaba informado sobre mis últimas publicaciones, que tratan sobre el mismo asunto que el trabajo premiado.

En su momento, expuse públicamente mis dudas sobre las posibles irregularidades y vulneración de las bases de la convocatoria de este Premio, que me llevó a iniciar el proceso para su impugnación. Se puede consultar al respecto: "Impugnado el II Premio "Francisco de Fuentes" de Sanlúcar de Barrameda, por incumplir sus bases e infringir la Ley de Subvenciones."

Ahora, tras la lectura del trabajo del Sr. Hermoso Rivero (Chema Hermoso), cuyo contenido es coincidente con una parte de los artículos que he publicado, entre julio de 2023 y enero de 2024, sobre la vida y legado de Francisco de Paula Rodríguez, me siento en la obligación de efectuar estas observaciones, a fin de no llamar a engaño y confusión a los posibles lectores de ambas investigaciones. A continuación, enumero estas observaciones, según aparecen en las páginas de la revista. En primer lugar, cito fragmentos del texto del Sr. Hermoso, entrecomillados y en cursiva, a los que siguen mis respuestas (en punto y aparte).

 

El trabajo titulado “Aproximación histórica a la Fundación Francisco de Paula Rodríguez de Sanlúcar de Barrameda (1811-1980)”, de José María Hermoso Rivero, está subdividido en cinco apartados o capítulos, cuyas horquillas cronológicas no coinciden con la realidad histórica, e incluso se contradicen en el propio texto, de igual forma que ocurre con las fechas consignadas en el título del trabajo.


Página 1.

En la “Introducción”, que dedica el Sr. Hermoso Rivero a la figura de Francisco de Paula Rodríguez, se advierten varios errores:

 Francisco de Paula Rodríguez Bejarano, caballero de la Orden de Carlos III, intendente de Provincia, comisario ordenador honorario del consejo de su majestad en el Supremo de Hacienda y tesorero general jubilado.

Debería decir: Ejerció como Guardalmacén de artillería en Cartagena, donde fue nombrado Comisario de Guerra honorario (ca. 1794), e Intendente de Provincia de Primera Clase con carácter honorario (1795). En 1797 fue nombrado Tesorero General del Real Consejo de Hacienda, pasando a vivir a Madrid. Cuando se asentó en Sanlúcar, se encontraba en situación de jubilado de este último cargo.

2º. “… ordenó que todos sus bienes fueran utilizados en la creación de un colegio dedicado a los pobres.

Debería decir “un colegio destinado a la educación de la juventud” (cláusula 28 del testamento); o “Colegio que para la buena educación de la juventud” (adicción 1ª); o bien, para mayor exactitud: “un colegio en esta ciudad, donde el pobre encuentre educación, enseñanza y protección; la juventud, un freno, el cuerpo, alimento, ilustración el espíritu; la Patria ciudadanos útiles, el Estado miembros sabios, y la Iglesia ministros dignos” (Plan y Reglas para la erección del colegio, 1811).

3º. primer Seminario Menor en 1831.

El autor está empeñado en que el primer Seminario Conciliar San Francisco Javier, del Arzobispado de Sevilla, establecido en Sanlúcar (1831-1842) con los bienes de Francisco de Paula Rodríguez, no fue “Conciliar”, sino “Menor”. Ya defiende esta tesis en otro artículo sobre el colegio de los escolapios publicado recientemente (también con bastantes errores). Si fuese así, otros autores, que han escrito sobre este asunto, mucho más versados en materia eclesiástica, lo hubieran advertido en sus textos. Además, llamar a este Seminario "Menor" puede confundirse con el otro Seminario Menor (esta vez sí), que también se estableció en Sanlúcar entre 1942 y 1961.

4º. “En 1868 el patronazgo integrado por los sacerdotes de la ciudad y presidido tradicionalmente por el párroco de la Iglesia Mayor consiguió la cesión del antiguo convento de San Francisco donde se estableció un colegio dirigido por los padres escolapios.”

Al parecer, nunca se consiguió la cesión formal del antiguo convento de San Francisco. Al menos, no se ha localizado el documento de cesión. La Fundación ocupó la finca con el beneplácito de las autoridades civiles (que cobraban rentas por los alquileres de las viviendas ubicadas en el antiguo convento), y construyó un colegio (1868), sobre los restos del convento, para destinarlo a colegio de los padres escolapios. Ya en 1936 la Fundación inscribió la propiedad de la finca en el Registro de la propiedad.

5º. la institución [Fundación] siguió gestionando la fortuna de Rodríguez hasta 1875 cuando el Estado se apropió de todas las fincas que no estaban siendo utilizadas con fines caritativos canjeándolas por títulos de deuda pública.”

La Fundación Francisco de Paula Rodríguez (en adelante F. de P. R.) continuó gestionando los bienes (bonos del Estado y vinos) más allá de la enajenación y subasta por el Estado de las fincas rústicas y urbanas en 1874-1875. El colegio no pudo enajenarse, no por ser utilizado con “fines caritativos” (que no era caridad, sino educación bien pagada), por no ser propiedad en aquellos años de la Fundación, pues no se inscribió en el Registro de la Propiedad hasta 1936, como ya se ha mencionado.

miércoles, 7 de febrero de 2024

Reglamento del colegio de Escuelas Pías de los Padres Escolapios en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en los albores del siglo XX.

 

Ana Gómez Diaz-Franzón

Dra. Historia del Arte


 Este artículo se puede consultar y descargar en Academia.edu


Iglesia de San Francisco (XVIII) y colegio construido en 1868 para instalar el colegio de las Escuelas Pías de los Padres Escolapios. En la actualidad, colegio de La Salle-San Francisco.
(Imagen: Google Earth).


El sanluqueño “Colegio de San Francisco Javier” de los Padres Escolapios -Orden de los Clérigos Regulares pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, fundada por San José de Calasanz en 1621- fue edificado por la Fundación Francisco de Paula Rodríguez, entre 1867 y 1868, en el lugar donde estuvo erigido el antiguo convento de San Francisco, desamortizado en el primer tercio del siglo XIX. Su iglesia sirvió de capilla al colegio y entrada secundaria al mismo. En 1936 los patronos de la Fundación inscribieron la propiedad el edificio en el Registro de la Propiedad de Sanlúcar.

La Fundación financió las obras, que costaron en 1868 en torno a un millón de reales, valorándose en 1934 en cien mil pesetas.

Por el contrato, acordado entre la Fundación y la Congregación Provincial de las Escuelas Pías de Castilla, firmado en Madrid, ante notario, el día 27 de julio de 1868, la Fundación sanluqueña se obligaba a poner a disposición de los escolapios el edificio, una huerta para desahogo, el mobiliario y demás enseres, así como una renta anual de 60.000 reales para alimento y vestido de los religiosos; y los gastos de equipamiento de los alumnos becados. Se especifica en las bases de este contrato que la enseñanza debería ser “enteramente gratuita” (Base IX), además de estipularse varias becas o “alumnos de gracia” en función del número total de alumnos, “corriendo por cuenta de los interesados el equipo de ropas, libros, matrículas, etc.”(Base XII).

Las bases del convenio 1868 fueron renovadas en 1909 en Sanlúcar, y ratificadas en Madrid, el día 20 de octubre de 1910, donde la Fundación se comprometía a pagar 15.000 pesetas anuales a los escolapios para manutención de la comunidad y 1.500 ptas. para reparaciones y reformas. Si bien, ahora no se menciona nada respecto a la gratuidad de la enseñanza, ni sobre las becas, debiéndose suponer que estas estipulaciones quedaban renovadas. 

Las copias de los contratos suscritos en 1868 y 1910 se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz (AHPC), Caja 1840. Beneficencia. Sanlúcar de Barrameda (1916-1940).

La Fundación estableció este colegio para cumplir el mandato testamentario de Francisco de Paula Rodríguez, dado en 1811, donde ordenaba crear en Sanlúcar un colegio de segunda enseñanza gratuita para los jóvenes de familias pobres de la ciudad y pueblos vecinos de Trebujena y Chipiona. Sin embargo, según este Reglamento, impreso a principios del siglo XX en "Tip. Domenech" (sin fecha), que transcribimos a continuación, el colegio de los escolapios no fue gratuito, como exigían los contratos firmados con la Fundación, ni se menciona nada sobre los alumnos becados procedentes de familias desfavorecidas, por lo que en estos extremos se incumplía la voluntad del fundador. 

A través de este Reglamento se puede conocer la organización de un colegio religioso, de primera y segunda enseñanza, a principios del siglo XX: las normas educativas y disciplinarias, materias impartidas, vida cotidiana de los alumnos, coste de la enseñanza, régimen de salidas y visitas, el vestido o la alimentación de los niños y jóvenes que estudiaron en este colegio, entre otros aspectos. Había tres clases de alumnos: internos, medio-pensionistas y externos.

Los Padres escolapios mantuvieron abierto el colegio de Sanlúcar setenta años, entre 1868 y 1938, con una breve interrupción entre 1933 y 1936. Desde 1965 a la actualidad se encuentra instalado en este edificio el colegio de La Salle-San Francisco.

Para una mayor información sobre la estancia de los escolapios en Sanlúcar y sus relaciones con la Fundación puede consultarse Vida y legado del ilustrado Francisco de Paula Rodríguez y Rodríguez-Bejarano (Sevilla, 1755 – Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1811).  La Fundación Francisco de Paula Rodríguez (1822-2023).

 


Cubierta y portada del Reglamento del colegio de Escuelas Pías de los P.P. Escolapios de Sanlúcar. (sin fecha). Primera década del siglo XX. (Col. Familia Romero Millán).


Reglamento del colegio de Escuelas Pías de los Padres Escolapios, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), a principios del siglo XX.

 

Sanlúcar. El Colegio.

De todos es muy conocida la posición topográfica, la belleza de la población, la benignidad del clima sumamente templado en invierno y delicioso en verano, las condiciones higiénicas y la importancia de Sanlúcar de Barrameda.

El conjunto de estas condiciones hacen de Sanlúcar un centro de veraneo de los más importantes de Europa. Las plumas de los buenos poetas y escritores han cantado y ensalzado en todos los tiempos sus bellezas y encantos.

Ponderar sus condiciones climatológicas, higiénicas y recreativas sería, tal vez, rebajar su importancia, por ser casi imposible describir con exactitud lo que en todos los órdenes es Sanlúcar.

En esta hermosa ciudad, casi en el centro de la misma y a muy corta distancia del mar se halla el magnífico Colegio de P.P. Escolapios.

Es un hermoso edificio digno de la población en que se halla. Sus grandes y elegantes patios y jardines, sus amplios corredores, grandes y bien acondicionadas clases, salas de estudio, comedores, gimnasia, etc., y el aseo en todas las dependencias lo hacen sumamente higiénico y recomendable.

Para la enseñanza completa del grado y preparación práctica del comercio cuenta con buenos y ricos gabinetes y perfecto Escritorio Escolar.

Para la primera enseñanza graduada tiene espaciosas clases con menage más que suficiente para las exigencias de la misma.

El número de profesores y sus conocimientos prácticos en todos los ramos del saber son, juntamente con el buen resultado anual, su mejor y más justa recomendación.

 

 

REGLAMENTO

 

EDUCACIÓN.

Artículo 1º. En el Colegio de Escuelas Pías de Sanlúcar, como en todos los que dirigen los hijos del ilustre español San José de Calasanz, la educación está basada en los sólidos principios de la Religión y de la Moral: la enseñanza es a la vez religiosa, civil y literaria.

Art. 2°. La instrucción religiosa consistirá en la diaria y minuciosa explicación de la Doctrina cristiana; en la práctica devota de varios actos religiosos; en la recepción mensual de los Santos Sacramentos, en la corrección paternal de cuanto tenga apariencia de inmoralidad, y en las frecuentes exhortaciones al ejercicio de las virtudes cristianas.

Art. 3º. La instrucción civil consiste en lecciones teóricas y prácticas de urbanidad, habidas en días expresamente de terminados al efecto. Con ellas y con las advertencias que se hacen siempre que es necesario y lo dicta la observación, se procura que desaparezcan los modales y formas poco finos, impropios de toda persona bien criada. Se procura asimismo que los alumnos adquieran el hábito de presentarse en sociedad con la soltura y delicadeza que corresponde a su edad y a una esmerada educación. 

SECCIÓN LITERARIA.

Art. 4º. Los alumnos internos estudiarán las materias de instrucción primaria que son: Lectura, Doctrina cristiana, Escritura, Gramática castellana, Historia sagrada, Aritmética y Sistema métrico, Historia de España, Urbanidad y nociones de Geografía y Geometría.

martes, 23 de enero de 2024

Vida y legado del ilustrado Francisco de Paula Rodríguez y Rodríguez-Bejarano (Sevilla, 1755 – Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1811). La Fundación Francisco de Paula Rodríguez (1822-2023).


 

Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte

 


Esta publicación también se puede consultar y descargar en pdf en Academia.edu 

 

Resumen: En este trabajo se dan a conocer algunos hitos cronológicos de la vida de Francisco de Paula Rodríguez, y su Cuerpo General de Bienes, recogido en el inventario post mortem de 1811, así como la evolución de este capital a través de los años hasta la actualidad. Además de diversas mandas testamentarias, Rodríguez legó todos sus bienes para la creación de un colegio en Sanlúcar de Barrameda, destinado a la educación de los jóvenes, que debían erigir sus albaceas. La Fundación Francisco de Paula Rodríguez, constituida tras la muerte de su esposa, Joaquina Sánchez Espinosa, en 1822, ha gestionado hasta el día de hoy el legado del fundador, impulsando diversas entidades educativas, en su mayoría de carácter religioso.

Palabras clave: Francisco de Paula Rodríguez. Fundación Francisco de Paula RodríguezSeminario Conciliar de Sevilla en Sanlúcar. Colegio de PP. Escolapios. Colegio La Salle-Sanlúcar. Inventarios de bienes. Siglos XIX y XX. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

Apéndices de este trabajo:

I. Consulado de Sanlúcar de Barrameda. Real tribunal del Consulado (1807-1808)

II. Testamento de Francisco de Paula Rodríguez. Adicciones y Memoria.

III. “Copia del plan y reglas que dejo D. Fran.co de Paula Rodríguez para la erección de un Colegio en Sanlúcar de Barrameda”.

IV. “Papeles particulares” de Francisco de Paula Rodríguez (1811).

V. Carta de libertad a la esclava Ramona de Rodríguez.

VI. Fincas urbanas y rurales de Francisco de Paula Rodríguez, situadas en Sanlúcar de Barrameda y los términos de Rota y Chipiona (1811).

VII. Créditos a favor de la testamentaría de Francisco de Paula Rodríguez en los inventarios de 1811, 1822 y 1855.

VIII. Cuerpo General de Bienes. Testamentaría de Francisco de Paula Rodríguez (1811) y Liquidación de bienes de Joaquina Sánchez Espinosa (1825).

IX. Resumen General de pagos. “Cuerpo General de Bajas”.

X.  Inventario de las fincas existentes en Cartagena (1813), propiedad de Francisco de Paula Rodríguez.

XI. Subasta y venta de los bienes raíces de la Fundación Francisco de Paula Rodríguez (1874-1875).



Retrato de Francisco de Paula Rodríguez. Publicado por Juan Carlos Losada en grupo de "Sanlúcar para el recuerdo" (Facebook) y Blog “Sevilla, arte y tronío” (4-10-2022). Fotocopia digital de fotografía original publicada en un libro sin identificar. Pintura original al óleo en paradero desconocido.

 

Varias parcelas de este legado, como la colección artística; el ajuar doméstico, la plata labrada, alhajas, muebles y otros enseres; las bibliotecas de Francisco de Paula, del Seminario Conciliar de San Francisco Javier e Instituto de Segunda Enseñanza; así como la evolución seguida por las bodegas y vinos de Francisco de Paula Rodríguez, han sido ya publicadas en diversos artículos.[1]

Francisco de Paula Rodríguez, natural de Sevilla, siguió la carrera militar y estuvo destinado en Cartagena varios años como Guardalmacén de artillería, donde fue nombrado Comisario de Guerra honorífico, e Intendente de Provincia de Primera Clase con carácter honorario. En 1797 fue nombrado Tesorero General del Real Consejo de Hacienda, pasando a residir en Madrid, siendo distinguido el mismo año con la concesión de la Real Orden de Carlos III. En torno a 1800 se avecindó en Sanlúcar de Barrameda, llegando a ser uno de sus principales hacendados y siendo partícipe de las importantes reformas que se efectuaron en Sanlúcar durante los primeros años del siglo XIX impulsadas por Manuel Godoy.

 

 

1.   Etapa en Sevilla.

Francisco de Paula Antonio Josef de Santa Rosa Rodríguez y Rodríguez-Bejarano Hernández de Soto y Ortiz de Villareal nació en Sevilla. Hijo de Miguel Antonio Rodríguez Hernández de Soto[2] y Andrea Josefa Rodríguez Bejarano[3], nació el día 30 de agosto, y fue bautizado en la parroquia San Román el 3 de septiembre de 1755[4], en cuya iglesia se hallaban enterrados sus abuelos paternos[5]: María Hernández de Soto, natural de Sevilla, y Baltasar Rodríguez Gutiérrez, natural de Dos Hermanas (Sevilla); en cuyo municipio esta familia fue recibida como hijosdalgo y empadronados como nobles[6]. Miguel Rodríguez, tercer abuelo paterno de Francisco de Paula, ganó Real Ejecutoria de Hidalguía de sangre en la Chancillería de Valladolid en 1634; y su bisabuelo materno, Clemente Rodríguez de Cerdeña, natural de Sevilla, probó su nobleza en la villa de Grado, “en las Montañas” (actual Asturias) en el siglo XVII.[7]

 

Árbol genealógico de Francisco de Paula Rodríguez (AHN).

Con estos ascendientes familiares, Francisco de Paula demostraba la limpieza de sangre, así como su buena conducta, testificada por algunos vecinos, y poseer real ejecutoria de nobleza con escudo de armas; requisitos que eran solicitados para obtener la condecoración de Caballero de la Real Orden de Calos III, que le fue otorgada por Decreto de 22 de diciembre de 1797[8], y cuyo expediente había iniciado Francisco de Paula en Cartagena en 1792.

Esta condecoración volvería a serle concedida en 1810 por el rey José I, denominada entonces “Orden Real de España” [9], al no reconocer este monarca la anterior distinción, aunque las condecoraciones otorgadas por el rey francés fueron anuladas con posterioridad durante su mismo reinado. Esta segunda distinción le fue impuesta por el monarca a Rodríguez por haber contribuido a aumentar los medios que debían “alejar de la península” a los enemigos (ingleses y portugueses). El acto de condecoración tuvo lugar en Sanlúcar, durante la breve estancia del rey en la ciudad, a la que llegó el día 22 de febrero de 1810, alojándose precisamente en casa de Francisco de Paula Rodríguez.[10]

En su casa sanluqueña, Francisco de Paula conservaba el escudo de armas familiar, según se cita entre sus “Papeles particulares” en el inventario post-mortem de 1811.

Francisco de Paula tuvo dos hermanas: Isabel Rodríguez y sor Gertrudis de la Concepción, religiosa profesa en el convento de Madre de Dios de Sevilla. A ambas legó en su testamento diversos bienes.

Apenas se conocen datos sobre su infancia y primera juventud en Sevilla, así como de su familia, más allá de las noticias que ofrece el expediente para la concesión de la Orden de Carlos III.

 

2.   Etapa en Cartagena.

Francisco de Paula Rodríguez realizó la carrera militar y estuvo destinado en Cartagena (Murcia), como Guarda-almacén del Real Parque de Artilleros, durante las últimas décadas del siglo XVIII. Por el testamento de su padre (1788) se conoce que éste, tras quedar viudo en Sevilla y carecer de bienes, se trasladó a Cartagena para vivir con su hijo, “quien me tiene en su compañía manteniéndome con bastante decencia de quanto necesito, por encontrarme sin bienes ni caridad”[11], falleciendo en aquella ciudad[12].


Vista de Cartagena, de Manuel de la Cruz Vázquez (1786). Madrid. Palacio de la Moncloa.

En Cartagena, además de sus quehaceres militares, Francisco de Paula Rodríguez logró fraguar una notable fortuna, probablemente debida a su actividad financiera en el ámbito del comercio marítimo, que en muchos casos se llevaba a cabo mediante préstamos a comerciantes, o avalando la carga de las flotas que partían de aquel puerto, según se desprende de algunos recibos de préstamos anotados en su testamentaría, pertenecientes a personas residentes en Cartagena y fechados entre 1791 y 1797. Por ejemplo, Rodríguez facilitó un préstamo de 6.000 reales a Manuel del Castillo en Cartagena, en 1791 -ampliado con 960 rs en 1792-, para pertrechar uno de los cuatro bergantines destinados a formar los planos de América septentrional:

He recibido de Dn. Francisco Rodríguez seis mil rs vn que por efecto de su generosidad me ha franqueado para habilitarme de pertrechos de mesa y equipaje en mi próximo destino mandando uno de los quatro bergantines destinados a la formación de planos de la America setretional: cuyos expresados seis mil rs vn le abonaré desde Cadiz quando baya ahora de este departamento, y en caso que algun motivo urgente me impida dicha remición, deveré participarselo a él referido Dn Franco. para que con su concentimento quede suspendida la remesa hasta el tiempo en que ambos convengamos durante el qual, a mas de mi recibo, le mandaré otro de mi padre en que se obligue con sus fincas a pagar a el citado Rodríguez los seis mil rs vn en caso de que yo falte de este mundo o a mi palabra. Y para que conste le doy este en Cartagena de Levante a 7 de diciembre de 1791. [Fdo: Manuel del Castillo].[13]

Esta holgada posición social y económica le permitió adquirir una veintena de fincas urbanas y rústicas en la ciudad levantina que, tras su muerte, legaría al Hospital de la Santa Caridad de Cartagena, aún en activo.

Durante su estancia en Cartagena, Francisco de Paula Rodríguez donó a la Corona una finca situada en el barrio de la Concepción, valorada en 108.932 reales de vellón, para trasladar el “Jardín Botánico Santa Lucía”, que había sido inaugurado en 1787, siendo uno de los primeros en crearse en España, en el contexto de las políticas ilustradas. En 1796, Rodríguez manifestó su preocupación por este jardín al hallarse instalado en un lugar que, por su orientación (vientos dominantes del suroeste), y la escasez de agua, impedía la adecuada aclimatación de las plantas, así como por las pésimas condiciones en que se encontraba, que justificaban su traslado al barrio de la Concepción, el cual se efectuó en 1800. Así vertió sus opiniones Francisco de Paula al respecto:

A pesar de los infinitos gastos hechos en escavaciones, pozos, minas, pantanos y otros recursos tomados para que las Plantas tubiesen el precioso riego nada se ha adelantado y ha obligado a tomar el recurso de conducir en Botas el Agua para las Plantas más precisas e indispensables causando esto considerables dispendios a el Erario [...] pero todo infructuoso por las poderosas razones que he manifestado [...].

[…] por haber acreditado la experiencia que el [...] Jardín nunca puede Ser Botánico por su situación local, contiguo a ayres de mar que le combaten, por su aridez dimanada de la naturaleza de su suelo y por no haberse encontrado agua, que es lo primero que debió buscarse, y sin cuyo esencial requisito no debería nunca llamarse Jardín [...].[14]

Al tiempo que Rodríguez donaba a la Corona esta finca, consistente en un edificio y terrenos para trasladar y formar el nuevo “Jardín Botánico de la Concepción”, que también serviría para la enseñanza de los profesores de Marina y hospital de convalecientes, declaraba su gran afición a la botánica:

Ofrezco a S. M. […] un jardín grande que tengo extramuros de esta ciudad en el Barrio nombrado de la Purísima Concepción y es mui del intento para Botanico; por su situación local, por la abundancia de agua dulce que tiene (que jamás le ha faltado en los años más secos) porque esta en el NO de Cartagena resguardado de todos los vientos y principalmente de los SO y L, por la proporción de formar en el un gracioso invernáculo, por ser terreno mui agradecido, porque ya hay en el un sin numero de Plantas Botanicas, pues por la aficion que siempre he tenido y tengo a este ramo, he cultivado las suficientes para proporcionar algunas instrucciones a los que se dediquen a este estudio, tiene un buen salón para la Academia y lecciones precisas con suficientes habitaciones para los dependientes […].[15]

Además, Francisco de Paula ofrecía la donación de una facultad real para poder rifar el jardín en 108.932 reales de vellón “sin solicitud de recompensa y solo en prueba de mi mucho agradecimiento a las distinciones y honores que he merecido a su Real Piedad que me condecoró con los honores y sueldo del Intendente de Provincia de primera clase.”[16]

La donación fue aceptada por el Rey aquel mismo año de 1796:

Excitada la benignidad del Rey por el zelo y amor del Yntendente de Provincia de 1ª clase Don Francisco de Paula Rodríguez, se ha servido aceptar la donación que éste hace a la Corona de un edificio y jardín que posee en el barrio de la Concepción extramuros de esa ciudad; resolviendo S. M. que V. S. le de las gracias en su nombre y tome posesión de las expresadas fincas recogiendo la facultad que obtubo para rifarlas y en quanto al destino de ese terreno, respecto á que su calidad y demas circunstancias son tan aproposito para Jardín botanico como contrarias las del que actualm.te se ocupa con este fin; quiere S. M. que sin aumentar por ahora gasto alguno sobre el señalado para el deposito y enseñanza de las yerbas y plantas medicinales, procure V.S. irlo disponiendo para su siembra y cultivo, trasladando las que sea dable del sitio donde se hallan con los utiles y efectos de su dotacion; y que proceda V.S., luego que se desembarace, a levantar el plano correspondiente á un Hospital de convalecencia en edificio sencillo sobre arcos, con naves capaces p.a desahogo de las camas de los valetudinarios, con el presupuesto de su costo, remitiéndolo a ésta vía reservada para la delibera.n de S. M., de cuya Real Orden lo prevengo a V.S. en contestacion a su carta de 5 de marzo último n.º 201. Dios guarde […]. Aranjuez, 8 de abril de 1796. [Firma: Pedro Varela].[17]

Esta donación se publicó en el periódico Mercurio de España del mismo año:

Animado por su loable zelo el Intendente de Provincia de primera clase D. Francisco de Paula Rodríguez, y por efecto de su gratitud a las benignidades del Rey, ha cedido a S. M. un edificio y jardín que posee en el barrio de la Concepción, extramuros de la ciudad de Cartagena, apreciado en 108.932 rs. de vellón, para que substituya por sus ventajosas proporciones el Jardín Botánico establecido en ella para la enseñanza de los profesores de Marina y servicio de aquel hospital. Y habiendo venido el Rey en admitir esta cesión interesante a su Real servicio y a la humanidad, ha querido S. M. se publique la generosidad y patriotismo de este Intendente[18].

El Real Jardín Botánico de la Concepción se mantuvo activo hasta 1810, en cuya fecha fue desmantelado por la Junta de Defensa del Departamento de Cartagena, ante el temor de asedio de las tropas francesas y a fin de que no fuese utilizado como lugar de recalada por éstas[19].

Aun viviendo en Cartagena se le concedió a Francisco de Paula Rodríguez el cargo de Comisario de Guerra honorífico[20]; y en 1795 fue nombrado por S. M. Intendente de Provincia de Primera Clase con carácter honorario, apareciendo entre los intendentes “Graduados”, con un sueldo anual de 50.000 reales de vellón:

Don Carlos […] Por quanto atendiendo á los Particulares méritos y recomendables servicios que vós, D.n Francisco de Paula Rodríguez, Comisario de Guerra honorario, habéis contribuido tanto en varios destinos, que avéis desempeñado con toda inteligencia, acierto y extraordinario celo, como en los beneficios que ha conseguido mi Real hacienda, en los encargos, y objeto reservados que he puesto a vuestro cuidado; que he benido en concederos los honores de Yntendente de Provincia, con el sueldo de cinquenta mil reales de vellon anuales, señalados a los de primera clase […] para lo cual he mandado despacharos el presente Título firmado de mi Real mano […]. Dado en San Ildefonso, a cinco de septiembre de mil setecientos noventa y cinco = Yo el Rey = Diego de Gardoqui. […] Es copia.[21]

Entre los “papeles particulares”, anotados en el inventario post mortem de Francisco de Paula Rodríguez se hallaba “Un legajo con el número primero que contiene quince cuadernitos y todos tratan del proyecto y contrata de hacer el desagüe de Almajar de Cartagena con su plano, con un oficio del Marqués de las Hormazas sobre su conclusión”[22]. Esta documentación parece referirse a alguno de los proyectos que se redactaron, a finales del siglo XVIII, para la zona del Almajar de Cartagena (Murcia), la cual sufría desde antiguo un grave problema de estancamiento de aguas, que favorecía el desarrollo de epidemias y enfermedades. Por ejemplo, en 1785 se propuso en el Ayuntamiento la apertura de un canal que desviara aquellas aguas al mar, de cuya fecha data un Real Decreto para la ejecución del proyecto de desagüe del Almajar de Matheo Wodopich[23]; o bien inundar la zona con agua de mar, como lo estuvo antiguamente; y en 1786 se vio en el Cabildo un expediente y plano formado por el teniente coronel de los reales ejércitos e ingeniero de segunda Juan Navas, para dar salida a las aguas del Almajar, recibiéndose unos meses después en el Ayuntamiento una misiva del Consejo de Castilla para que se presupuestasen las obras de este proyecto de Juan Navas[24]. También se localiza otro proyecto para desecar la zona del Almajar, debido a Juan José Ordovás y aprobado por la Corona, que está firmado y fechado en 1797 en Cartagena[25] El proyecto que conservaba Rodríguez, no localizado, podría ser copia de algunos de los citados o algún otro encaminado a resolver el problema, en el que pudo estar involucrado como gestor o promotor.

Otra muestra de los negocios inmobiliarios de Francisco de Paula Rodríguez en Cartagena se localiza en una liquidación de bienes, cuando ya se hallaba viviendo en Sanlúcar, en 1800, en cuya fecha otorgó poder de representación a Manuel de Ozores y Sotomayor, Director de la provisión de víveres de Marina del Departamento de Cartagena, quien junto a Manuel Balart, Comisario de guerra de los Reales Ejércitos, por sí y como apoderado de Andrés Isnel, del comercio al por mayor; y Francisco Carruana, de aquel vecindario y del comercio; todos de mancomún, como acreedores de Teresa Grau, viuda de Esteban Granpera, quien les había cedido varias propiedades situadas en Cartagena (escritura de cesión o traspasación de 1797), como parte del pago de la deuda contraída por su esposo con los otorgantes. En la escritura manifiestan que, como dueños de esas propiedades habían procedido a su venta, liquidación y prorrateo del importe para la repartición entre los interesados.[26]

Hacia 1797 Francisco de Paula Rodríguez trasladó su residencia a Madrid. Por aquellas fechas, cuando contaba con unos cuarenta y cuatro años de edad, también contrajo matrimonio con la cartagenera Joaquina Sánchez Espinosa[27], nacida el 13 de mayo de 1753 y bautizada el día 17 en la parroquia de Santa María de Gracia de Cartagena. Era hija de Felipe Sánchez Corralengo (natural de Palencia) e Isabel Espinosa y Calatayud (natural de Baza del Rey, obispado de Cuenca)[28]. Joaquina tuvo, al menos, un hermano, Manuel Félix Fulgencio Sánchez Espinosa, bautizado en la misma parroquia en 1850[29], y por su poder para testar conocemos que también tenía dos hermanas -de sangre y/o políticas-, María Sánchez e Isabel de León.