En estos días está de actualidad en Sanlúcar la primera circunnavegación submarina a la tierra llevada a cabo por el submarino norteamericano “Tritón” en 1960. El tema viene a colación porque recientemente se ha localizado la placa conmemorativa de aquel hecho histórico, que fue entregada por el embajador norteamericano al ministro de Asuntos Exteriores español, en una ceremonia celebrada en Sanlúcar aquel mismo año de 1960. Esta placa quedó instalada en el muro frontal de la escalera del edificio del antiguo Ayuntamiento.
Placas conmemorativas antes de su desaparición en 2003
Pero cuando en 2003 se realizaron las obras de rehabilitación, para convertir este edificio en la actual Biblioteca Pública, aquella placa y lápida anexa desaparecieron, recuperándose sólo la lápida complementaria donde se explica el hecho y que hoy está resituada en el mismo edificio. La asociación Aula Gerión para la defensa del Patrimonio Histórico denunció entonces esta desaparición.
Esperemos que la recuperación de esta placa sea posible en los próximos días, ya que la persona que la encontró está dispuesta a entregarla al Ayuntamiento de Sanlúcar, para que vuelva a ser instalada en lugar público con las medidas de seguridad precisas.
Tras conocerse los datos de localización, a través del grupo “Sanlúcar para el recuerdo” en facebook, la propia Alcaldesa Irene García se ha hecho cargo de gestionar su devolución y colocación en el Palacio Municipal, que llevó a cabo la Guardia Civil. Ojalá esta señora se preocupara por el Patrimonio Histórico de Sanlúcar con la misma celeridad y predisposición que está demostrando con la placa del Tritón.
Pocos días antes de culminar el primer viaje de circunnavegación submarina a la tierra, el submarino norteamericano “Tritón” emergió de las aguas frente a las costas de Sanlúcar de Barrameda, el día 2 de mayo. Fue un gesto de reconocimiento a los hombres que verificaron la primera vuelta al mundo por mar, la gesta de Magallanes y Elcano, los cuales partieron y llegaron a Sanlúcar en el siglo XVI. Durante su largo viaje, el “Tritón” sólo ascendió dos veces a la superficie, en Sanlúcar y el día 5 de marzo para transbordar en Montevideo a un tripulante enfermo. (Martínez-Hidalgo, 1965).
Comunicación presentadaen II Simpósio Internacional de História e Civilizaçao da Vinha e do Vinho “A Vinha e o vinho na Cultura da Europa”. Facultad de Letras de la Universidad de Oporto (FLUP) Oporto-Lamego-Vila Real (2001); publicado en Douro. Estudos & Documentos, nº 15, 2003.
La gran demanda que se produce, en las últimas décadas del siglo XVIII, de los vinos denominados "de lujo" -sobre todo oporto y jerez-, principalmente por parte de Gran Bretaña y los países de Europa noroccidental, se ha considerado como uno de los factores clave que provocaron la industrialización del sector vitivinícola[1]. Estas circunstancias dieron lugar al establecimiento de nuevas empresas vinateras con fines exportadores, muchas de ellas británicas, en las comarcas vitivinícolas europeas de mayor prestigio y calidad, como Jerez, Oporto y Madeira:
"Fruto del aumento del consumo externo, se creó en Oporto una amplia comunidad de mayoristas exportadores generalmente británicos, que además de intermediar la venta de vinos jóvenes, encabezados y mezclados para satisfacer los pedidos ingleses, empezaron a criar vinos de calidad Superior en sus almacenes de Oporto y Vilanova de Gaia. Las localidades del Marco del jerez fueron asimismo escenario en el período 1760-1840, de un amplio conjunto de transformaciones que afectaron a todos los niveles de la actividad vinícola" (Pan Montojo, 2001: 4-5)
La ampliación de mercados y diversificación en la producción vinícola, que acompañaron a este proceso industrializador, propiciaron también que estos tipos de caldos tan demandados fuesen sistemáticamente imitados y falsificados por parte de las más diversas comarcas vinícolas, tal como ocurrió con el jerez o sherry (british sherry; sherry del Cabo, sherry australiano o sherry de Chipre). Así, durante la segunda mitad de siglo XIX y primer tercio del XX, numerosas empresas de diferentes zonas geográficas usurparon la autenticidad de las más famosas denominaciones de origen, trastocándolas en denominaciones genéricas, al objeto de poder fabricar en cualquier lugar del mundo falsos jerez, oporto y madeira. En palabras de Maldonado Rosso (1998, 145): "en el mercado vitivinícola internacional reinaba la ley de la Selva. En todas partes se producían e imitaban todo tipo de vinos y bebidas”
La comarca jerezana, en cuya esfera comercial se incluye por aquellos años el importante centro mercantil de la ciudad de Cádiz, participó de lleno en este generalizado fenómeno de falsificaciones vinícolas. La concreta producción y comercialización de falsos y auténticos madeiras en la zona gaditana ha sido ya objeto de un trabajo por parte de Maldonado Rosso (1998, 154), quien afirma:
"La provincia de Cádiz jugó un notable papel en la producción de imitaciones y falsificaciones de madeira, en el tráfico mercantil de supuestos madeiras producidos por terceros en otras zonas vitivinícolas españolas y, en menor medida, en la comercialización de auténticos madeiras."
Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, se elaboran en la comarca jerezana los tipos de caldos más famosos del mundo, tales como cognac, champagne, ron, malvasía, vermouth, málaga, marsala y, naturalmente, oporto y madeira. Como contrapartida, en las más variopintas zonas vinícolas, españolas y extranjeras, se fabricaban sherries en abundancia. Incluso en las comarcas vitivinícolas jerezana y portuguesas se producían adulteraciones y falsificaciones de sus propios caldos, a fin de atender la gran demanda de los mercados.
Es tiempo de mosto. Este año se celebra en Sanlúcar la IV Ruta del Mosto, organizada por el Ayuntamiento. Este evento está contando con una buena aceptación por parte del público y de los establecimientos que participan. Pero estas rutas cuentan con un notable antecedente.
Hace más de veinte años, en 1988, el periódico El Semanal publicó La Ruta del Mosto en Sanlúcar que ahora rescato en este blog por su evidente valor antropológico, a pesar de su modesta edición. En el itinerario se incluyeron quince despachos de mosto abiertos por entonces en la ciudad. Algunos han desaparecido, pero otros permanecen aún en activo.
Esta ruta se editó con la colaboración de la Asociación de Cultura Andaluza Plailla la Red y sus objetivos fueron difundir y promocionar esta importante parcela de la cultura vinícola sanluqueña desde la perspeciva turístico-cultural, así como fomentar el encuentro humano en estos significativos espacios de sociabilidad.
Para su elaboración, se diseñó una ficha-tipo donde se recogieron los principales elementos y aspectos de cada despacho de mosto: ubicación, tipo de local, decoración, variedad de tapas, bebidas más características y otras particularidades de cada establecimiento. Además, se incluyó un plano señalando la situación de cada mosto. La atractiva portada fue una creación de Pielfort.
Los redactores fueron Luis de la Rosa, director de El Semanal, Ana Gómez Díaz, cofundadora y redactora de este periódico y Ascensión Pizarro, técnico de la Oficina Municipal de Turismo, quien tanto contribuyó a la constitución de aquella primera Oficina de Turismo de Sanlúcar, llevando a cabo destacadas iniciativas turísticas.
Como ahora, aquella Ruta del Mosto se convirtió en otra forma de pasear y conocer Sanlúcar y su cultura del vino.
Artículo publicado en Sanlúcar de Barrameda, nº 36 (2000), con motivo de la conmemoración del I Centenario del coso sanluqueño.
Las fiestas de toros están documentadas en Sanlúcar desde el siglo XVI, cuando ya destacaban los Spíndola por poseer buenas ganaderías de toros bravos en el término sanluqueño. Los festejos se celebraban entonces con regularidad en la plaza Alta y en la plaza de la Ribera (plaza del Cabildo). Tras las prohibiciones del siglo XVIII, la fiesta cobró nuevo auge, construyéndosevarios ruedos de madera que, con carácter efímero, se instalaron en diferentes lugares de la ciudad, como en El Palmar de San Sebastián, patio de armas del castillo de Santiago, huerta de Santo Domingo o el antiguo convento de San Francisco (1).
Las dos últimas plazas sanluqueñas, anteriores a la actual, fueron la inaugurada el 11 de mayo de 1884, denominada “La Victoria”, que estaba ubicada en la calle Molinillos, la cual era de forma circular y estaba realizada en madera de pino. Al desaparecer ésta hubo otro coso efímero en la calle Alcoba, construido por los industriales y aficionados sanluqueños Agustín Vichera y Antonio Dorado, que fue inaugurado en 1898.
Un sitio prodigioso
Como ubicación para la nueva plaza de toros se eligió un paraje emblemático en las afueras de la ciudad, situado en el camino del puerto de Bonanza, en sitio muy próximo al campo de San Francisco el Viejo, donde ya estuvo otra plaza de toros de madera entre los años finales del siglo XVIII y principios del XIX. Se trata de un lugar situado debajo de la barranca natural, que divide longitudinalmente la ciudad histórica, quedando arriba el llamado Alto de las Cuevas.
Muy cercanos se encontraban entonces los jardines de El Pino -desaparecidos-, cuya creación databa del siglo XVIII y se denominaba como tal por aludir al pino que se dice fue plantado por el propio San Diego, en 1449, en esta zona aledaña al primitivo convento franciscano de Sanlúcar y muy próximo a la ermita de San Diego. A los piñones que daban estos pinos se atribuyeron propiedades curativas y milagrosas, asegurándose que habían sanado a numerosas personas de las fiebres provocadas por las terribles epidemias de la época. También al Hospicio de los Canarios, integrado en aquel antiguo convento de San Francisco el Viejo, se le llamó Ntra. Sra. delPino, al igual que al barrio que había surgido en sus proximidades, donde existía una fuente y varios manantiales. El entorno se completaba con fértiles huertas y una amplia arboleda de álamos negros, actualmente desaparecidas ante el avance del proceso urbanizador, de forma que hoy la plaza de toros ha quedado plenamente integrada en la trama urbana de la ciudad.
En este "prodigioso" espacio se edificó, en 1900, la actual plaza de toros, gracias a la iniciativa y gestiones llevadas a cabo por una Sociedad constituida para tal objeto, siguiéndose una fórmula muy habitual en la época para la edificación de plazas de toros en otras muchas ciudades españolas. Esta agrupación de aficionados taurinos de Sanlúcar se denominó Sociedad Anónima Plaza de Toros, estando ocupada la presidencia de su comisión ejecutiva por el sanluqueño José Hidalgo Colom.
En la noche del pasado viernes, día 2 de diciembre, tuvo lugar la presentación del libro Arquitectura del veraneo y su época en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1900-1950, de Ana Gómez Díaz-Franzón, que estuvo a cargo de Víctor Pérez Escolano, arquitecto y catedrático de la E.T.S. de Arquitectura de Sevilla; y se celebró en el Salón Don Benigno de Bodegas Barbadillo.
Abrió el acto Manuel Díaz Prieto, Presidente de A.S.E.H.A., cuya asociación cultural ha editado este trabajo de investigación con el patrocinio de la Fundación Barrero Pérez y Hnos. Romero Tallafigo.
Durante su disertación, el profesor Pérez Escolano se refirió al carácter de referente turístico que tuvo Sanlúcar, desde el siglo XIX, como ciudad-balneario de litoral en el sur de España, en paralelo a las ciudades norteñas de San Sebastián y Santander. También destacó la importancia del conjunto de edificios recogidos en la obra, que trasciende lo meramente local, para formar parte de la historia de la arquitectura andaluza y española. Asimismo, Pérez Escolano aludió a la conveniencia de incluir buena parte de los edificios comprendidos en esta publicación en el Registro de la Arquitectura Contemporánea de Andalucía, cuya base de datos recopila información sobre el patrimonio arquitectónico contemporáneo del siglo XX de Andalucía.
Por su parte, Ana Gómez desglosó el contenido del libro, cuyos varios capítulos abordan la época tratada, mediante una exposición de las principales recursos económicos que tenía Sanlúcar hacia 1900, así como la situación en que se hallaban los transportes y comunicaciones, la educación, sanidad, beneficencia o la política. Asimismo, en la publicación se plasman los atractivos turísticos que la ciudad ofrecía a los veraneantes -suavidad climática, baños de mar, aguas medicinales, hoteles y restaurantes, instalaciones recreativas, fiestas y espectáculos-, al que sigue una descripción de los ensanches y reformas urbanas acometidas durante el primer tercio del siglo XX.
La segunda parte del libro se centra en la evolución del proceso constructivo de los hoteles veraniegos y ofrece una catalogación de casi setenta edificios erigidos en la época. Por último, la autora agradeció a numerosas personas y entidades sus respectivas contribuciones a esta publicación.
Acto de presentación. Foto: Carmen Álvarez
Tras unas palabras de José Luis Barrero Jiménez, Presidente de la Fundación Barrero Pérez, cerró el acto Manuel Barbadillo Eyzaguirre, Presidente del Consejo de Administración de Bodegas Barbadillo. Finalizada la presentación, el público asistente degustó unas copas de manzanilla.
El próximo viernes, día 2 de diciembre de 2011, tendrá lugar la presentación del libro Arquitectura del veraneo y su época en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1900-1950, de Ana Gómez Díaz-Franzón.
La presentación correrá a cargo de Víctor Pérez Escolano, arquitecto y catedrático de la E.T.S. de Arquitectura de Sevilla.
La obra ha sido editada por A.S.E.H.A. (Asociación Sanluqueña de Encuentros con la Historia y el Arte) y el acto se celebrará en el Salón Don Benigno de Bodegas Barbadillo, a las 20.00 h.
Esta publicación aborda el análisis, histórico y estilístico, de unos setenta edificios, pertenecientes a la arquitectura civil doméstica, que fueron construidos durante la primera mitad del siglo XX, cuando Sanlúcar se había convertido en una de las principales ciudades-balneario del litoral español. En su mayoría, son residencias veraniegas, denominadas entonces hoteles o villas de recreo, que fueron erigidas por sanluqueños y veraneantes en las zonas recién ensanchadas del paseo de la Calzada y las actuales avenidas de Bajo de Guía y las Piletas; en la playa de La Jara y en el centro urbano.
En conjunto, estos edificios se adhieren a los diversos estilos imperantes en aquellos años, desde el neomudéjar historicista al racionalismo, pasando por el modernismo, anglicismo o regionalismo. Fueron proyectados por destacados arquitectos de la época, como Aníbal González, Vicente Traver, Talavera y Heredia, hermanos Gómez Millán, Antonio Arévalo, Álvarez-Reyero, Smith Ibarra o Sánchez Esteve, entre otros.
Esta catalogación se encuentra precedida de varios capítulos dedicados a las principales fuentes de riqueza de la economía sanluqueña –incluido el veraneo-, los transportes y comunicaciones, la situación que se vivía en los ámbitos de la educación, la sanidad, la beneficencia o la política de aquellos años, reservándose un apartado especial a los veraneantes, como elemento dinamizador de la vida social y económica de la ciudad. Otro capítulo se ocupa de los atractivos turísticos, que ofrecía Sanlúcar a su colonia veraniega –suavidad climática, baños de mar en sus playas, manantiales de aguas medicinales, hoteles y restaurantes, instalaciones recreativas, fiestas y espectáculos-, al que sigue una descripción de las más sustanciales reformas urbanas acometidas en la ciudad durante el primer tercio del siglo XX. En todos estos apartados se ha procurado prestar una especial atención a los proyectos arquitectónicos relacionados con cada ámbito.
El libro se cierra con unos anexos donde se relacionan todos los arquitectos documentados, junto a sus obras y proyectos, además de un índice onomástico final.