Artículo publicado como "La mujer flamenca en el etiquetado vinatero del Marco de Jerez", en Revista de Flamencología, nº 10. Cátedra de Flamencología de la Universidad de Cádiz. Jerez de la Frontera, 1999 [texto revisado e inclusión de ilustraciones]
El universo iconográfico plasmado en las manifestaciones publicitarias de los vinos, licores y aguardientes del actual Marco de Jerez –Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda- es muy rico y variado. Uno de sus capítulos más destacados es el dedicado a los espectáculos populares. En este ámbito, la representación de los protagonistas del arte flamenco y sus manifestaciones festivas constituyen una de sus unidades más atractivas.
Así, esta temática del flamenco actúa como núcleo principal de numerosos mensajes publicitarios, que fueron utilizados –y aún se siguen usando- para promocionar los caldos de la comarca jerezana. Sus expresiones más interesantes se concentran en los últimos años del siglo XIX y primeras décadas del XX. Este mundo flamenco ha quedado materializado en diferentes soportes, entre los que sobresale el etiquetado que, por acompañar directamente a las botellas, se produjo en mayor cantidad habiéndose conservado numerosos ejemplares. En este trabajo nos ocupamos exclusivamente de este soporte de las etiquetas utilizadas por las bodegas en las primeras décadas del siglo XX.
Estas etiquetas de tema flamenco se pueden clasificar en tres variantes iconográficas, en base a sus contenidos figurativos y tratamiento lingüístico de sus composiciones. En primer lugar se localiza un conjunto de estampas de articulación casi exclusivamente textual, cuyas denominaciones o nombres de marca aluden al mundo flamenco. En segundo lugar se encuentran aquellas etiquetas donde concurren escenas costumbristas, de carácter festivo y galante, las cuales están protagonizadas por grupos o parejas de aflamencadas figuras femeninas y atildados toreros o “manolos”. Y, por último, hallamos otro grupo de representaciones compuestas exclusivamente por una mujer gitano-andaluza vinculada a los ambientes flamencos.
Formalmente, la mayoría de estas etiquetas de signo flamenco presentan características muy semejantes. Los componentes icónicos suelen dominar la composición ocupando todo el campo de la estampa, de forma que los elementos textuales quedan relegados a un segundo término, situándose próximos a los bordes superior e inferior de la etiqueta hasta el punto de pasar casi inadvertidos. Estos componentes verbales informan sobre el tipo de vino, marca, empresa y lugar de origen de los caldos que se presentan, aunque a veces no todos estos datos están presentes, bien por carecer algunas etiquetas de marca, bien porque algunos ejemplares conservados están faltos de esa segunda reimpresión tipográfica que era habitual para estampar tales elementos textuales.
Desde el punto de vista plástico, la mayoría de estas composiciones, realizadas "al cromo" -a todo color-, presentan un colorido vivo e intenso, de gran impacto visual. Por lo que, publicitariamente, estas etiquetas debieron constituirse, durante aquellas décadas de entresiglos, en reclamos muy llamativos en una sociedad acostumbrada hasta entonces a mirar en blanco y negro. Al mismo tiempo, las tonalidades vivas y brillantes de estas pequeñas cromolitografías vienen a redundar en la alegría y vitalidad propias de las artísticas manifestaciones flamencas que reproducen, reforzando así los contenidos semánticos de un mensaje esencialmente festivo y popular.
1. Denominaciones de marca
La primera variante del etiquetado flamenco está constituida por algunas composiciones que se articulan casi exclusivamente por los nombres de marcas, cuyos elementos verbales suelen completarse con pequeños escudos, anagramas o representación de las medallas obtenidas en exposiciones por la casa vinatera en cuestión.
Estas denominaciones de marca, cuya tipografía más o menos ornamental protagoniza la composición, aluden directamente al mundo flamenco, estableciéndose una clara analogía simbólica entre esas denominaciones flamencas y las cualidades de los vinos que presentan. Es el caso de manzanilla La Flamenca (Pedro Rodríguez e Hijos); fino Pandereta (D. G. Gordon); fino Cañí o manzanilla Chipén (Pedro Díez Ysasi), voz gitana que se podría traducir en su acepción de "excelente", "de superior calidad", en referencia a las cualidades del vino que acompaña.
Otras denominaciones de vinos alusivas al arte flamenco -palos de cantes, nombres de bailes, etc.-, aparecerán también en las otras dos variantes iconográficas de este etiquetado, funcionando entonces como elementos redundantes de las significaciones expresadas en las escenas representadas (amontillado Flamenco, manzanilla Martinete, manzanilla Bailadora, manzanilla Petenera…) Generalmente, en este terreno verbal, las marcas de la mayor parte de las etiquetas flamencas casi nunca aluden al mundo del vino que presentan, de forma que se produce una clara traslación de los códigos y significaciones propias del arte flamenco hacia el territorio vinícola.
2. Escenas festivas y galantes
La segunda variante de las etiquetas flamencas está compuesta por una serie de ilustraciones de carácter narrativo, que se vinculan al flamenco en sus dimensiones festiva y galante y están protagonizadas por grupos o parejas de mujeres gitano-andaluzas y toreros o “manolos”. En base al tipo de personaje representado, este grupo de estampas componen una unidad iconográfica bien diferenciada que podemos denominar “tauroflamenca”. Las escenas se encuentran muy a la próximas a la temática propia de la pintura costumbrista andaluza, que en muchos casos funcionó como modelo directo para las estampas del vino, donde se recoge la concepción romántica de la fiesta popular como "expresión colectiva más singular" del pueblo andaluz (Reina Palazón, 1979: 65). Por su parte, la mujer gitano-andaluza tiene aquí un papel de coprotagonista, junto a los personajes masculinos que la acompañan.