Ana Gómez Díaz-Franzón
Dra. Historia del Arte
Boceto (A.M.S.B.)
Para promocionar las principales marcas de
manzanillas de Sanlúcar y en el contexto general de la celebración de la
Exposición Iberoamericana de Sevilla, en agosto de 1929 se organizó en Sanlúcar
de Barrameda la I Fiesta de la Manzanilla, que puede considerarse el antecedente
más remoto de la actual Feria de la Manzanilla.
Esta “Gran Fiesta de la Manzanilla” fue promovida por
la Comisión de Fiestas del Ayuntamiento de Sanlúcar, tras varios intentos en
años anteriores, y contó con la colaboración de diversas bodegas sanluqueñas.
El evento se celebró, mediante la exhibición en coso de carrozas, durante la
noche del domingo, 25 de agosto de 1929, dando comienzo a las diez y media de
la noche, en la plaza de América y paseo de La Calzada, entonces llamada
Calzada de la Reina Mercedes.
Debido a la notoriedad que fue alcanzando la
manzanilla en los diversos mercados desde el siglo XIX, este vino se había
convertido en el más representativo de Sanlúcar, contando las más importantes
empresas bodegueras con una marca principal de manzanilla, que se promocionaba
de manera prioritaria sobre los otros caldos producidos en cada bodega. Por
aquellos años, la actividad vitivinícola era uno de los más importantes
sectores económicos de la población sanluqueña.
La crónica de este acontecimiento festivo apareció
publicada en el periódico local El
profeta sanluqueño (29-08-1929), donde se exponían los objetivos
promocionales que se habían propuesto los vinateros sanluqueños, al participar
en esta fiesta organizada en la época en que mayor afluencia de veraneantes había
en la ciudad:
“… festejo cumbre de la temporada dedicado a
realzar las marcas de nuestros afamados vinos Manzanillas, productos únicos de
nuestros viñedos, tan estimados por sus cualidades especiales (...) fue
obligado la manifestación de elogio hacia las casas vinateras que aportaron su
especial concurso con la doble finalidad expositiva de dar a conocer el nombre
de sus marcas más recomendadas y la sensación de cuanta importancia tiene en
Sanlúcar esta riqueza, una de las más importantes fuentes del desenvolvimiento
económico de la vida local”.
La fiesta se centró en un certamen de carrozas, uno
de las tipologías más populares de la publicidad efímera, al que concurrieron algunas
de las principales casas bodegueras de Sanlúcar, presentando cada una un
montaje representativo de su marca de manzanilla más conocida. El concurso
estuvo seguido de un “Coso policromado” o batalla de serpentines, flores y
confetis, en el que participaron los carros concursantes y otros que asistieron
fuera del certamen. Durante la tarde de ese mismo día se celebró una corrida de
toros y el evento finalizó con fuegos artificiales.
Al objeto de darle un mayor esplendor al
festejo, el Ayuntamiento instaló un alumbrado extraordinario y para el público
asistente se montaron unos palcos en la plaza de América, destinados a SS.AA.RR.
el Infante de Orleáns-Borbón y sus hijos, las autoridades y el jurado del
evento; así como otros palcos públicos en los andenes laterales. Además se
colocaron varias filas de sillas a lo largo del paseo de la Calzada. Cada palco
constaba de ocho asientos y su precio se fijó en quince pesetas. Los asientos
de la primera fila costaron una peseta, mientras que el precio de los de
segunda y tercera fila fue de 0,50 pesetas. La recaudación de estas entradas
supuso el único ingreso económico del festejo.
Aunque en principio prometieron su asistencia diecisiete
bodegas[1],
finalmente sólo participaron once carrozas, aunque la Comisión organizadora había
invitado a participar a veintiséis vinateros sanluqueños y González Byass de Jerez, cuya empresa ha estado siempre muy
vinculada a Sanlúcar, debido especialmente al origen sanluqueño de su fundador,
Manuel María González Ángel, manteniendo bodegas en la ciudad.
Algunos bodegueros excusaron su asistencia por diversas
razones, como Francisco García de Velasco, quien señala en su correspondiente
misiva (12.07.1929), que no podría participar debido a los elevados gastos de
propaganda realizados aquel año por su presencia en la Exposición
Iberoamericana de Sevilla. Por su parte, Manuel de Argüeso Río, en nombre de su
padre, declinó la invitación por no interesarle (12.07.1929) [2].
Además concurrieron algunas otras carrozas fuera de
concurso, al único objeto de formar parte en el desfile o "coso
policromo" con batalla de serpentinas, flores y confetis, que tuvo lugar
con posterioridad al certamen.
De algunas las carrozas participantes se conservan
antiguas fotografías, que muestran con detalle aquellas efímeras
representaciones publicitarias del vino sanluqueño.
Al objeto de que el fallo del certamen “tuviera
absoluta garantía de imparcialidad”, los miembros del jurado fueron escogidos
entre “personas forasteras y de reconocida competencia artística, quedando
constituido por el Alcalde de Sanlúcar, Antonio de León Manjón, como Presidente
de honor; Pelayo Quintero, delegado regio de Bellas Artes en la provincia de
Cádiz, como Presidente efectivo; y los vocales Cesar Pemán Pemartín,
catedrático de Bellas Artes; Federico Godoy Castro, conocido pintor gaditano y
catedrático de Artes de la Escuela de Bellas Artes de Cádiz; Juan Luis Romero
Aranda, arquitecto provincial; y el pintor jerezano Manuel González Agreda. Poco
antes de celebrarse el concurso, los miembros del jurado fueron recibidos por
el Alcalde y el vocal de la Comisión, José L. Acquaroni Fernández, siendo invitados
a cenar en el restaurante Miramar[3].