Desde el templo del Lucero

sábado, 14 de septiembre de 2024

Una excepcional casa de cargadores a Indias del siglo XVII será destruida para edificar 17 apartamentos turísticos, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

Opinión Patrimonio Histórico de Sanlúcar.



El pasado día 4 de septiembre de 2024 se ha hecho pública, por parte de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) de Sanlúcar de Barrameda, el anuncio de la solicitud de Calificación Ambiental para la realización de 17 apartamentos turísticos de 2 llaves en la casa situada en la calle Santo Domingo, nº 80 de esta ciudad, solicitada por la empresa “Gestión Siglo XXI, S.L.” (Se adjunta).

La casa citada, donde pretenden construir esos 17 apartamentos turísticos es una antigua casa de cargadores a Indias del siglo XVII, que está doblemente protegida por hallarse dentro del Conjunto Histórico de Sanlúcar, declarado como tal en 1973; y por estar incluida en el Catálogo de Edificios Protegidos del PGOU de Sanlúcar de Barrameda con nivel de Protección Global (B-64). En base a esta última normativa, se ha de conservar la estructura edilicia del inmueble: “Elementos de interés tipológico: espacios de acceso, patio principal y elementos de articulación espacial del edificio. Fachadas y crujías asociadas a los mismos. 

Este edificio posee una enorme importancia para la historia de la Arquitectura de Sanlúcar. Está situada en un entorno monumental de especial relevancia en la ciudad, próxima a las iglesias de Santo Domingo (siglo XVII) y San Francisco (siglo XVIII), y rodeada de un caserío propio de la época barroca. Pertenece a la tipología de casas de cargadores a Indias de la Bahía de Cádiz, cuyas características en Sanlúcar se singularizan por su mayor expansión en planta. El edificio, de gran monumentalidad, se distribuye en torno a un patio principal con columnas de mármol y patio o almizcate trasero. Presenta dos plantas de altura y ático superior con mansarda, que se cubre con tejados a dos aguas de teja curva o árabe. En su fachada principal se observan los rasgos propios del siglo XVII, mediante el descentrado del acceso principal y los tejaroces piramidales de los huecos en planta baja.

Son indudables sus valores arquitectónicos. Esta casa se conserva tal como se construyó hace tres siglos, es decir, que mantiene la distribución propia de la doble función comercial y residencial que cumplían estos edificios de comerciantes ultramarinos.

Además de su monumentalidad y gran valor artístico, conserva todos los elementos de las casas de cargadores a indias, desde la bodega en planta baja, granero en la planta alta, las trampillas para bajar el grano, los abrevaderos para los animales, armadura de madera de raíz mudéjar... y la zona residencial en planta alta, por lo que sus valores antropológicos y etnográficos son evidentes, los cuales no tuvieron en cuenta, quizá por ignorancia, los redactores del PGOU vigente. Destacan, asimismo, los materiales nobles de los portones tachonados de acceso, barandilla de la escalera de piedra tallada, donde conserva la fresquera y portón superior, así como diversos enmarcamientos de los vanos tallados en madera, solerías de mármol genovés, etc., todo ello de gran valor artístico. Se conserva, incluso, la solería original de ladrillo visto en planta alta, muy infrecuente en estas casas por las reformas posteriores. 


martes, 3 de septiembre de 2024

¿Es el vino Fino una imitación de la Manzanilla de Sanlúcar?

¿Debería prohibirse la elaboración de todo vino Fino por ser igual a la Manzanilla? 


Opinión Vinos de Sanlúcar.

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En los últimos años, desde el Consejo Regulador de las dos D.O.P. (Denominación de Origen Protegida) “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda” y “Jerez-Xérès-Sherry”, se ha querido equiparar la Manzanilla de Sanlúcar con el Fino, tipo de vino incluido en la D.O.P. "Jerez-Xérès-Sherry", que hoy se ha generalizado en diversas comarcas de Córdoba, Huelva, entre otras.

Desde el propio Consejo, a través de sus notas de prensa, se vienen parangonando constantemente finos y manzanillas, como por ejemplo: “El Consejo Regulador comparte secretos de los maridajes de finos y manzanillas”, teniendo siempre cuidado en que aparezcan el término “Fino” en primer lugar en estos titulares. Por su parte, en la prensa generalista y revistas especializadas suelen aparecer titulares como “Seis excelentes finos y manzanillas en rama para disfrutar de las ferias” … Son numerosísimos los ejemplos que podrían ponerse.

Ante esta igualación, también son muchos los medios y revistas donde se preguntan por las diferencias que existen entre una Manzanilla y un Fino.

Ambos vinos se han querido equiparar de tal modo que el pleno del Consejo Regulador, con sede en Jerez, que gestiona las dos Denominaciones de Origen, ha decidido prohibir a Sanlúcar elaborar vino Fino pues, según esta entidad, el Fino “es el mismo vino que la Manzanilla”. Por tanto, se hacen la siguiente pregunta argumental: ¿Cómo se va a hacer en una ciudad dos vinos iguales con distinto nombre? En base a ello, el Consejo ha solicitado a Europa que se prohíba a las bodegas sanluqueñas elaborar vino Fino, el cual se viene haciendo en Sanlúcar desde hace más de un siglo.

Esta decisión, arbitraria y unilateral, rebeló, inicialmente, a las bodegas productoras sanluqueñas, que afirmaron sobre este acuerdo que se trataba de “el mayor ataque sufrido por una D.O. andaluza”.[1]

 



              En esta entrevista[2] a César Saldaña, presidente del Consejo Regulador, no se sabe si ofende más a Sanlúcar la pregunta de la entrevistadora, que parece apuntar a una posible desaparición de la D.O. “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda”, que la respuesta del entrevistado: “Si se necesita o no, no voy a entrar”. ¿Cómo no va a entrar el presidente del Consejo en la necesidad de existir de una D.O. que gestiona él mismo? Quien calla, otorga. ¿Qué quiere decir Saldaña cuando afirma que las circunstancias han cambiado respecto a 1964? ¿Acaso están pensando en fulminar la D.O. "Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda" y que este vino pase a ser un "tipo de jerez", que es lo que vienen promocionando en las últimas décadas? Y, no, no es cierto que la Manzanilla “forme parte de la riqueza de los vinos de Jerez”. Sencillamente, porque no es un vino de Jerez, porque la Manzanilla es un vino exclusivo de Sanlúcar de Barrameda.

            Todo parte de un informe técnico elaborado por Fedejerez en 2017, que fue aprobado por el Pleno del Vino del Consejo Regulador, ratificado por las cooperativas del Marco (FAECA) a excepción de "La Caridad", en el cual se afirma literalmente que no hay diferencia alguna entre el Fino y la Manzanilla. Desde Bodegas de Sanlúcar responden: “De ser cierto, que por supuesto no lo es, tendría unas grandísimas consecuencias, que es qué sentido tendría tener dos D.O. diferentes si ambos vinos son lo mismo. Una de las dos D.O. sobraría”.[3]

miércoles, 21 de agosto de 2024

Una mirada a la Sanlúcar ilustrada a través de un relato de Luis de Eguilaz.

 

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Ana Gómez Díaz-Franzón*

 

Resumen: A través del relato El poeta y el fraile, publicado por el escritor sanluqueño Luis de Eguilaz en 1870, el autor nos conduce a la Sanlúcar ilustrada de finales del siglo XVIII y principios del XIX, para dar a conocer ciertos hechos históricos acaecidos en la ciudad. A más de unas pinceladas sobre su Sanlúcar natal, Eguílaz nos narra, siguiendo la tradición oral, algunos recuerdos personales. Evoca la gran afición a la botánica de sus abuelos maternos y las relaciones de éstos con importantes científicos de la época; la estancia en la ciudad de varios “ilustres desterrados”, como Tomás de Iriarte, la duquesa de Alba o el torero Jerónimo José Cándido; y finaliza contando el desencuentro que se produjo entre el prior del convento de capuchinos (Pico de oro) y el poeta Tomás de Iriarte, cuyo hecho da título al relato. Se ha contextualizado esta época en Sanlúcar y a los personajes que protagonizan la narración.

Palabras clave: Luis de Eguílaz, Sanlúcar de Barrameda, Tomás de Iriarte, José Jerónimo Cándido, duquesa de Alba, convento de capuchinos de Sanlúcar, Siglos XVIII y XIX.

 

 

Introducción. 

Retrato de Luis de Eguílaz en 1864 (La Gran Vía, 20-agosto-1893).

El célebre dramaturgo, novelista y poeta Dámaso Luis María Martínez de Eguílaz (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 20 de agosto de 1830 – Madrid, 21 de julio de 1874), que adoptó como nombre literario “Luis de Eguílaz”, nació en Sanlúcar, hijo del riojano Dámaso Martínez de Eguílaz y la gaditana Luisa Martínez de Eguílaz[1].

En esta ciudad transcurrió su infancia hasta que, hacia 1843, su familia se trasladó a la vecina ciudad de Jerez de la Frontera. Allí Eguilaz estudió bachillerato en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, donde sus aficiones literarias fueron impulsadas por uno de sus maestros, el humanista Juan María Capitán. A los catorce años escribió su primera obra, la comedia Por dinero baila el perro, que fue representada en Jerez (1844). Durante aquella etapa estudiantil, Eguilaz trabó una férrea amistad con el jerezano Diego de Luque, destacado escritor y director teatral, quien le acompañaría toda su vida.[2]

A la muerte de su padre, en 1849, la familia se trasladó a Madrid donde Eguilaz inició los estudios de Derecho. Protegido en la Corte por Eugenio de Ochoa, Eguilaz estrenó en 1853 Verdades amargas con gran éxito, que convirtió al autor en uno de los autores más populares de la época. De las treinta comedias que escribió la que logró mayor éxito de público fue La cruz del matrimonio, que se representó durante setenta noches consecutivas en el teatro Variedades de Madrid[3]. Sus obras abordan los cambios políticos, económicos y sociales de la segunda mitad del siglo XIX.

De carácter afable, educado y generoso, Luis de Eguilaz fue un profundo observador de la realidad española de su tiempo, que quedó plasmada en sus obras, donde pone de relieve el protagonismo social de la burguesía decimonónica en sus dramas de costumbres burguesas[4]. Prolífico autor, escribió comedias, dramas, poesías, relatos y novela histórica. También colaboró en diversos periódicos, participando de las controversias de su tiempo. En 1870 Eguilaz fue nombrado director del Archivo Histórico Nacional, en cuyo puesto murió, a causa de la enfermedad que le aquejaba. Casado con Balbina Renart, quedó muy pronto viudo, y su única hija, Rosa de Eguíiaz y Renart, continuó las tareas literarias de su padre[5], como periodista y dramaturga.

Casa natal de Luis de Eguilaz en la calle de su nombre.

Promovido por José Hidalgo y Millán González, el Ayuntamiento de Sanlúcar hizo un homenaje a Luis de Eguilaz en 1889. Se rotuló entonces la calle que lleva su nombre en el Barrio Alto, y se colocó en la fachada de su casa natal una lápida conmemorativa, que aún perduran. Se celebró una procesión cívica, función de gala, recital poético y otros actos en honor del dramaturgo sanluqueño. Además, existió un cine de verano con su nombre en el paseo de La Calzada desde 1877.[6]

En 1870, Luis de Eguilaz publicó, en el periódico El País, el relato El poeta y el fraile, subtitulado “Memorias del tiempo de Carlos IV”, que sería de nuevo publicado en 1874, año de su muerte, en el Almanaque de E. Juliá, cuyos textos presentan ligeras variantes[7].

La narración, subdividida en once breves capítulos, se desarrolla en Sanlúcar, en las últimas décadas del siglo XVIII y principios del XIX, cuando esta ciudad era un reconocido centro de reposo para el restablecimiento de diversas enfermedades, sobre todo por suavidad climática, la toma de las aguas ferruginosas procedentes de sus veinticinco manantiales y los baños de mar, que motivó la estancia en Sanlúcar de importantes personalidades españolas.

El relato de Eguilaz nos sumerge en una Sanlúcar ilustrada, donde un círculo de aristócratas y burgueses, agrupados en torno a la Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en 1781 (la primera de la actual provincia de Cádiz), se afanaban por conseguir reformas en la agricultura y vitivinicultura, mejorar la educación y propiciar el despunte industrial de la ciudad. Este grupo de ilustrados consiguieron del favor real, a través de su primer ministro, Manuel Godoy, un conjunto de importantes concesiones, como la creación de la extensa provincia de Sanlúcar, un Consulado independiente de Sevilla, la habilitación de su puerto para el comercio internacional, un Jardín Botánico de Aclimatación, o el inicio del nuevo trazado de la carretera Sanlúcar-Jerez; además de un proyecto para erigir un monumento neoclásico en el puerto, que exaltaría la libre navegación por el río Guadalquivir promovida por Carlos IV, que se quedó en ciernes.[8] Lamentablemente, todos estos avances se vieron truncados con el estallido de la Guerra de la Independencia y la caída de Godoy,

Los cuatro primeros capítulos del relato los dedica Luis de Eguilaz, a describir la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, mediante unas breves pinceladas, aludiendo a su gran antigüedad. También evoca los recuerdos de su infancia en la casa de sus abuelos maternos, a los que alaba y dignifica. Le siguen algunas referencias a importantes personalidades que, según el autor, sufrieron destierro en Sanlúcar, como Tomás de Iriarte, la duquesa de Alba o el torero Jerónimo José Cándido. Por último, Eguilaz narra, siguiendo la tradición oral que había escuchado a los mayores en Sanlúcar durante su infancia, la anécdota sucedida entre el poeta Tomás de Iriarte y el prior del convento de Capuchinos de Sanlúcar, que da nombre al título del relato.


miércoles, 31 de julio de 2024

Dos bodegas menos = menos Sanlúcar. Destruidas dos bodegas urbanas proyectadas por destacados arquitectos sevillanos a principios del siglo XX.

 Opinión Patrimonio Histórico Sanlúcar.

Actualización: 7 de agosto de 2024.


Bodega de la calle Banda Playa-Cruces antes de su destrucción.

 
Foto: La Voz del Sur (13-agosto-2020)

Continúan consumando, entre unos pocos y unas pocas, uno de los principales fines para los que vinieron al mundo: pulverizar la ciudad histórica de Sanlúcar y sus bodegas.

Por una parte, han tardado cuatro años, pero han culminado su cometido con éxito: destruir una antigua bodega urbana situada en calle Banda Playa-esquina calle Cruces. Cuando se anunció el proyecto, en 2020, se denunció por activa y por pasiva (Aula Gerión, IU), pero a nadie le importó estas voces ciudadanas.

Durante las obras, en 2022.

Contó con el visto bueno de la Consejería de Cultura-Cádiz, como ha sido siempre con todo lo protegido y destruido en la ciudad. ¿Qué le importará Sanlúcar a esta Consejería, a pesar de tener sus competencias en Patrimonio Histórico? Absolutamente nada; contó con la licencia municipal de esos arquitectos de la Gerencia (casi todos de Jerez), y su gerente, Mónica González Pecci, que acaban de convertirse en funcionarios, para que les dé tiempo a finalizar su "elevada" misión: exterminar Sanlúcar y dejar su Conjunto Histórico convertido en una vulgar barriada. Ya casi lo han conseguido. Ánimo, señores arquitectos-funcionarios. Ya sólo quedan dos o tres casas tradicionales en cada una de las calles que conforman el Conjunto Histórico, que ha sido sustituido, en las últimas décadas, por un enjambre de pisos y apartamentos.

Esta licencia también estuvo avalada, como no podía ser de otro modo, por el antiguo Alcalde-destructor Víctor Mora, la peligrosa Sra. González Pecci, que por ahí siguen, y la Sra. Lucía Rodríguez García, entonces Presidenta de la Gerencia (también sigue, hoy cambiada de bando), quien declaró que la bodega se iba a conservar tal cual. ¿Qué dice usted ahora, Lucía Rodríguez? Bueno, igual a usted le sigue pareciendo una bodega un muro horadado y cuatro vigas.

Nota de prensa de Urbanismo-Sanlúcar: Urbanismo desmiente la demolición de una bodega de Banda Playa (Diario de Cádiz, 18 de agosto de 2020).

Nota de prensa: PSOE y Cs pactan demoler una bodegacentenaria protegida en Sanlúcar para que una promotora haga pisos (La Voz del sur, 13 de agosto de 2020).


            
Proyecto de bodega por el arquitecto sevillano Pedro Sánchez Núñez en 1924 (Archivo Municipal)

          

miércoles, 10 de julio de 2024

La obra de Aníbal González en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1901-1923.

 

 

Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte

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Hoteles de Aníbal González en la playa de Sanlúcar. Archivo Joaquín Turina. Fundación Juan March.

 

Resumen. Este trabajo se ocupa de las obras que realizó el arquitecto sevillano Aníbal González y Álvarez Ossorio en Sanlúcar de Barrameda, entre 1901 y 1923. Aunque la autoría de varios de estos edificios se dio a conocer en 2011, publicaciones posteriores han confirmado algunas atribuciones que entonces se hicieron, y se han documentado nuevas obras, que han venido a engrosar el conjunto edificatorio de este arquitecto en Sanlúcar. Se ha logrado identificar nueve obras de Aníbal González ejecutadas en la ciudad, más algunas atribuciones. Siete son edificios pertenecientes a una tipología civil doméstica de carácter residencial veraniego, una reforma de casa en el centro de la ciudad y el atrio de la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen. Por lo temprano de algunos proyectos, en Sanlúcar se conservan las primeras obras arquitectónicas de Aníbal González.

Palabras clave: Aníbal González y Álvarez Ossorio. Sanlúcar de Barrameda. Arquitectura modernista. Arquitectura de estilo inglés (Old English). Arquitectura neomudéjar. Arquitectura regionalista sevillana.

 

 

Introducción.

Desde las últimas décadas de siglo XVIII Sanlúcar de Barrameda fue un destacado centro de descanso y reposo para convalecientes, gracias a la benignidad climática y a sus manantiales de aguas ferruginosas. En la primera mitad del siglo XIX, la ciudad se convirtió en centro veraniego de cierta importancia. A Sanlúcar llegó pronto la nueva moda de los baños de ola o baños de mar, estando documentada esta costumbre desde 1821; y las casillas o casetas para tomar los baños en la playa ya se instalaban desde 1844. Al mediar el siglo XIX, la llegada de los duques de Montpensier y la edificación de su palacio de verano supuso un indudable impulso para Sanlúcar como destacado foco estival del sur peninsular.

Esta función turística de Sanlúcar cobró un nuevo ímpetu al iniciarse el siglo XX, cuando el Ayuntamiento efectuó una serie de reformas urbanas, tendentes a potenciar el veraneo en la ciudad. Se mejoraron las comunicaciones de los accesos a Sanlúcar y las del centro urbano con la playa. Se ensanchó, entonces, el céntrico paseo de la Calzada que unía la ciudad con el mar; se trazaron nuevas vías hacia la costa (avenida de la Constitución y calle Cabo Noval); y se urbanizaron y parcelaron los terrenos litorales. Se inició un paseo marítimo donde se edificaron hoteles o villas frente al mar (actuales avenidas de Bajo de Guía y Las Piletas). Desde el Ayuntamiento se hizo una firme apuesta para hacer de Sanlúcar un centro turístico, moderno y cosmopolita, al estilo de los grandes centros estivales europeos y del norte español.

Junto a estas reformas urbanas, el Consistorio intentó atraer a veraneantes de alto poder adquisitivo, que edificaran una villa en la playa. Todos los terrenos lindantes con el proyectado paseo marítimo, desde el barrio de Bajo de Guía hasta el manantial de Las Piletas, en unos dos kilómetros de longitud, fueron divididos en cinco grandes parcelas, que fueron cedidas, para su gestión, en 1901, a Pedro Vives Ferrer[1], natural de Alcalá de Guadaira, quien se comprometió, inicialmente, a edificar catorce hoteles en nueve años (1901-1910) en el paseo de Bajo de Guía.

El acto de puesta de la primera piedra o inauguración oficial de este gran proyecto residencial tuvo lugar el día 8 de agosto de 1901, del que ofreció un amplio reportaje la revista Blanco y Negro, propiedad de Torcuato Luca de Tena.

Tras edificarse los primeros siete hoteles, en 1906 fue retirada la concesión a Pedro Vives, por incumplimiento de lo comprometido. A partir de entonces fue el propio Ayuntamiento, a través de la Comisión Municipal de Hoteles, el encargado de ceder gratuitamente los terrenos a aquellas personas que quisieran edificar, bajo una serie de condiciones preestablecidas, en las actuales avenidas de Bajo de Guía y Las Piletas.

Este centro de atracción estival estuvo propiciado por la situación geográfica de Sanlúcar, en la desembocadura del río Guadalquivir y en lugar próximo a la capital hispalense, de donde procederá gran parte de sus veraneantes. La suavidad climática, las finas arenas de sus playas, el termalismo, la hidroterapia, los baños de mar, un apretado calendario festivo y la celebración de importantes eventos, como las carreras de caballos en la playa, desde 1845, contribuyeron a fortalecer el turismo en la ciudad, atrayendo a relevantes familias de Sevilla, Jerez de la Frontera, Córdoba o Madrid, entre otras ciudades, que alquilaron o construyeron en Sanlúcar villas u “hotelitos” para pasar la temporada estival. Si bien, no todos los hoteles se construyeron o adquirieron por los veraneantes, sino que, en ocasiones, también lo fueron por vecinos de Sanlúcar.

La mayoría de estas villas de veraneo, construidas en la ciudad durante el primer tercio del siglo XX, presentan, salvo alguna excepción, una tipología residencial unifamiliar. Son edificios exentos rodeados de jardín que, en su tiempo, se situaron a orillas del mar, hoy más alejado. Esta ubicación facilitaba a los arquitectos la recreación de diversas tipologías edificatorias. En general, estas villas cuentan con cuatro fachadas, muchas veces diferenciadas entre sí, ofreciendo una gran diversidad y riqueza arquitectónicas. Todas dispusieron de una edificación accesoria en la zona trasera, de una sola planta, como dependencias de servicio. En principio se cedieron parcelas de unos mil metros cuadrados con unos veinte metros de frente, aunque algunos propietarios ampliaron esta superficie inicial, bien ocupando parte de la proyectada calle a trazar tras los hoteles, bien comprando terrenos aledaños (caso del marqués de Villamarta). Todas las villas edificadas en este extenso paseo marítimo ganaron varios metros de superficie por su frente, como resultado de las sucesivas alineaciones del paseo, practicadas en 1909 y 1916.

La intervención de Aníbal González en este gran proyecto residencial veraniego de Sanlúcar fue documentada, en su mayor parte, en 2011 por Ana Gómez Díaz-Franzón[2] con la ayuda del profesor Víctor Pérez Escolano, experto en la obra del arquitecto. Si bien, a través del reciente trabajo de Aníbal González Serrano (2020)[3], se han podido verificar algunas atribuciones que entonces se hicieron, e identificar otras obras del arquitecto hispalense en Sanlúcar.

Cabe señalar que en el catálogo de la obra residencial de Aníbal González (tesis doctoral), realizado por Noelia María Chaves Méndez (2016)[4], no se recoge la totalidad de las obras documentadas en Sanlúcar, habiéndose transcrito literalmente, en este trabajo, sin anotaciones ni entrecomillados, las descripciones arquitectónicas, la historia de los edificios, e incluso las fuentes primarias y secundarias, del libro de Gómez Díaz-Franzón, de forma que estos textos están siendo citados por otros autores[5] como propios de Chaves Méndez.

Hasta el momento se han podido documentar nueve obras de Aníbal González en Sanlúcar: siete hoteles veraniegos, una casa en centro urbano y el atrio de la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen. A través de estos edificios puede observarse la evolución formal, que experimenta la producción de Aníbal González, desde sus inicios como arquitecto (incluso antes de obtener el título), desde 1901 a 1923, localizándose en Sanlúcar sus primeras obras arquitectónicas[6]. También cabe atribuirle otros edificios en base a sus similitudes estilísticas.

Además de Aníbal González, durante el primer tercio del siglo XX trabajaron en Sanlúcar otros destacados arquitectos de la época, como Juan Talavera y Heredia, Vicente Traver, José Espiau, Ricardo Magdalena, o Antonio y José Gómez Millán, entre otros.

Debo agradecer la colaboración prestada, para la realización de este trabajo, a Aníbal González Serrano, Salvador Daza Palacios, Francisco López Hurtado y familia Romero Millán.

 

1.      Primeros hoteles de Aníbal González en Sanlúcar.

En junio de 1901, el cesionario Pedro Vives Ferrer presentó al Ayuntamiento cuatro proyectos de hoteles para su aprobación, que debían quedar finalizados en agosto de 1902. Pero, en el transcurso de este último año, Vives solicitó una prórroga de un año para finalizar dos de los cuatro hoteles previstos para 1902[7], alegando problemas surgidos con el constructor, Sr. Leiva. Esta prórroga fue concedida por el Ayuntamiento, determinándose que para el mes de agosto de 1903 debían quedar construidos cinco hoteles en la playa, los dos que restaban del compromiso contraído para 1902 más el correspondiente a 1903. A partir de esta fecha debía edificarse un hotel cada año hasta completar los catorce previstos[8].

miércoles, 29 de mayo de 2024

Revista "Tartessos", Nº 2. Monográfico sobre la rehabilitación del castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda (siglo XV). Sanlúcar, 1990.

 


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En este nº 2 de la revista "Tartessos", monográfico sobre el castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda (siglo XV), publicado por el Ayuntamiento en 1990, se recogen parte de los diversos trabajos realizados en la rehabilitación del castillo de Santiago por los diferentes talleres de la Escuela-Taller Tartessos, que funcionó entre 1989 y 1991, para la recuperación de este importante monumento medieval, entre otras obras llevadas a cabo en la ciudad.

Estos trabajos estuvieron dirigidos por el arquitecto Fernando Villanueva Sandino y la arqueóloga Mª Luisa Lavado Florido, que también aportaron sus textos en la revista. De igual forma se recogen artículos de otros expertos y la opinión de algunos alumnos.

La escuela estuvo compuesta por 270 alumnos y alumnas, unos 30 profesores y el personal administrativo.

Se llevó a cabo un trabajo exhaustivo en el Castillo de Santiago por las distintas especialidades (Albañilería, Arqueología, Carpintería, Forja, Cantería, Restauración, Maquetas...), rebajándose el gran relleno de arena que cubría la liza, de forma que se alcanzaron los niveles primitivos del pavimento original. Se localizó entonces el famoso pasadizo secreto; se logró ver la puerta de la Sirena en su plenitud; se descubrieron las pinturas murales del Aula Maior; se hallaron unos interesantes grafitos medievales, entre otras importantes tareas.

Quizá Sanlúcar, y la actual empresa adjudicataria, no deberían olvidarse de esta destacada aportación al arte y a la historia de la ciudad.

En 2003 el castillo de Santiago fue cedido o privatizado por el Ayuntamiento de Sanlúcar a la empresa Officia, S.L. (Álvaro Taboada) por cincuenta años, por cuyo contrato el Ayuntamiento recibe 3.500 euros anuales. Tras veinte años, esta empresa continúa en la actualidad explotando el monumento con fines turísticos y para eventos sociales.







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