Desde el templo del Lucero: Marcas de fábrica
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viernes, 22 de marzo de 2024

Las botellas como objetos publicitarios en el Marco de Jerez (1850-1935).

 

Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte


Este artículo fue publicado en Revista de Historia de El Puerto, nº 39, 2007 (2º semestre), pp. 99-120. [ISSN 1130-4340]. Aunque puede descargarse de la web de esta revista, las imágenes ofrecen una resolución baja, por cuya razón se reproduce ahora tal como se publicó en su día.


Resumen: Desde las últimas décadas del siglo XIX el diseño de las botellas del actual Marco de Jerez se empezó a constituirse en en uno de los elementos diferenciadores del producto. A partir de la Ley de la Propiedad Industrial de 1902 aumentaron los registros oficiales de botellas procedentes del Marco de Jerez. Muchos de estos envases salieron de las fábricas de botellas instaladas en la comarca -El Puerto y Jerez- desde mediados del siglo XIX, al calor de la creciente industria vinatera.

Palabras clave: botella, diseño comercial, marcas de fábrica, modelos industriales, fábricas de botellas.

 

Aunque los primeros embotellados de vinos comercializados en Europa se remontan al siglo XVIII, su generalización no se iniciará hasta las primeras décadas del siglo XIX. Todavía en aquellos años, el embotellado se efectúa en pequeñas cantidades, pues resultaba un sistema bastante más costoso que la comercialización a granel en botas, debido al mayor peso y volumen de las botellas. Por tanto, las ventas de caldos embotellados aumentarán progresivamente desde las últimas décadas del siglo XIX y sólo para ciertos mercados. En tal sentido, las primeras noticias localizadas sobre vinos embotellados en el Marco de Jerez se refieren a Manuel María González Ángel -fundador de González & Dubosc, luego González Byass-, quien se encuentra exportando vinos embotellados -manzanilla, pajarete, moscatel, pedro jiménez- a Filipinas y Latinoamérica ya en 1839, sólo cuatro años después de la creación de esta bodega, además de otras remisiones que realiza en 1846 dentro del territorio nacional[1]. Pero aún en estas fechas el vino embotellado está considerado como un artículo de lujo y distinción.

Ya en las últimas décadas del siglo XIX, el embotellado se encuentra plenamente asentado en el actual Marco de Jerez, aunque hasta el momento se desconocen cifras exactas referidas a las ventas de estos vinos envasados, puesto que en la documentación los volúmenes de comercialización casi siempre se expresan en arrobas, las cuales podían venderse tanto en botellas como a granel. En estos años finales de la centuria decimonónica, prácticamente todas las bodegas de expedición contaban con instalaciones específicas para el embotellado de sus caldos, hallándose en ocasiones bien diferenciadas las salas dedicadas a embotellar los vinos con destino a América respecto a los dirigidos al territorio nacional, como ocurría en las bodegas de Cayetano del Pino y Cª.[2]

De todas formas, las noticias que se tienen al respecto ponen de manifiesto el escaso porcentaje que aún suponían los embotellados respecto al vino vendido a granel. Mientras que en el mercado nacional se fue imponiendo poco a poco el jerez embotellado comercializado bajo marca, en las exportaciones continuó prevaleciendo el granel, de forma que todavía en 1970 las ventas de jerez en botellas no llegaban al 10 por ciento de la exportación total. Por tanto, tras un siglo y medio, desde que se iniciara el embotellado en origen, más del 90 por ciento del jerez se exportaba sin las garantías que ofrece el producto embotellado. Sin embargo, a partir de 1971 ascienden las exportaciones de jerez embotellado, aumentando desde entonces a buen ritmo, al situarse en 1983 en un 54,41 por ciento[3], mientras que en el año 2000 la comercialización de vinos embotellados en el Marco de Jerez alcanzaba ya en un 96,5 por ciento[4].

Paralelo a este fenómeno de aumento progresivo del embotellado, se ha ido produciendo la creciente aplicación de diferentes formas y diseños en los envases de los caldos, registrándose oficialmente cada vez más estas originales botellas, las cuales actúan como destacados elementos identificadores y diferenciadores del producto en los diversos mercados.


La botella jerezana: un envase de "dominio público". 

La función principal de una marca es identificar y distinguir convenientemente el producto o servicio de una determinada empresa o zona productora, respecto a los elaborados por la competencia, al objeto de atraer, además de no confundir, al posible consumidor. Entre los signos y medios materiales que podían constituirse en marcas de fábrica, según la Ley de la Propiedad Industrial de 1902, se encontraban ya recogidos los envases o recipientes, los cuales debían contar con la cualidad de poder ser reproducidos mediante un diseño o cliché[5]. Asimismo, en la actual legislación sobre Propiedad Industrial (2001), las formas tridimensionales de los envases se señalan como signos susceptibles de constituirse en marcas[6].

Para que pudieran registrarse oficialmente los envases, a principios del siglo XX, éstos debían tener “una forma típica o característica que los diferencie y distinga” de los que otros industriales hubiesen adoptado con anterioridad, así como de aquéllos que se utilizasen de forma muy generalizada en una determinada zona, para envasar y contener determinados productos, perteneciendo estos últimos “al dominio público”, por lo que no podrían ser registrados como propiedad exclusiva de ningún empresario en particular[7].

martes, 26 de enero de 2021

Publicado el tercer volumen de la obra “Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época”. Volumen III

 



En los últimos días ha sido publicado el tercer y último volumen de la obra Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época, de la historiadora sanluqueña Ana Gómez Díaz-Franzón. El diseño de cubierta y la maquetación han corrido a cargo de Enrique López Marín, diseñador y profesor de la Universidad de Granada.

Esta obra en tres volúmenes analiza, por primera vez, los inicios y desarrollo de la publicidad comercial en el actual Marco de Jerez (Cádiz), entre 1868 y 1936. Esta comarca vitivinícola, que afecta sobre todo a las ciudades de Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María, se incorporó en fechas tempranas al contexto general de la ilustración gráfica española con fines publicitarios, constituyéndose en uno de sus centros pioneros.


domingo, 15 de diciembre de 2019

Bodegas Argudo e industria maderera (Jerez de la Frontera), a través de la prensa y la publicidad



Bodegas Argudo en 1894. 



Ana Gómez Díaz-Franzón
Dra. Historia del Arte

Nota de la autora. Esta investigación fue realizada en 2014 por encargo de una persona, sin relación con la familia Argudo, que no quiso cumplir con el presupuesto pactado, por lo que el trabajo no fue entregado. Ya está bien de que nos traten a los historiadores como jarrones chinos de Juegos Florales con regateo incluido. Es necesario dignificar esta profesión. Lo publico ahora para aquéllos a quienes pueda interesar.


Tres generaciones de la familia Argudo de Jerez de la Frontera mantuvieron en activo las Bodegas Argudo, que está documentada desde el último tercio del siglo XIX. Esta bodega jugó un destacado papel en la industria del vino, aguardientes y licores, propia del Marco de Jerez, y sobresalió especialmente en la fabricación de coñac o brandy. Así, durante más de setenta años la familia Argudo estará presente en el sector industrial y en el tejido empresarial de Jerez de la Frontera, formando parte de su historia productiva.
Desde sus inicios esta empresa también se dedicó a la comercialización e industria de la madera, además de otras actividades empresariales, distinguiéndose por una singular diversificación de los negocios. La producción de vinos y coñac se encuentra documentada hasta finales de los años 40, mientras que la industria de la madera se mantendrá en la familia, al menos, hasta finales de los años 60 del siglo XX.


El fundador de la empresa, el jerezano Sebastián Argudo y Guijarro (Jerez de la Frontera, 1837-1910) destacó por ser un sobresaliente emprendedor, tenaz y polifacético hombre de negocios, que hacia 1868 contrajo matrimonio con la también jerezana Josefa Flores Guillén, de cuya pareja nacieron sus hijos José, Joaquín y Rosario Argudo Flores[1], continuando los dos primeros con las actividades empresariales de la familia.
A la diversidad de las actividades económicas de Sebastián Argudo se refiere Mariano de Mazas en 1894, en el capítulo dedicado a la provincia de Cádiz en la obra España en fin de siglo:
“Desde muy niño mostró afición arraigadísima al trabajo, y muy joven empezó a trabajar en los negocios que hoy le ocupan. Es infatigable y atiende personalmente infinidad de asuntos completamente distintos.
Es cosechero y almacenista de vinos, tiene una espléndida fábrica de aguardientes cognacs, trafica en maderas y carbón mineral y preside, como llevamos dicho, todos sus negocios, por lo que tiene adquirida sólida fama de trabajador inteligente e infatigable”. [2]
Las características  y evolución de estas dos principales actividades económicas de la familia Argudo, la producción de vinos  coñac y la maderera, se pueden rastrear a través de los anuarios industriales y empresariales, así como por las etiquetas de vinos y coñacs y demás material publicitario de esta empresa.
La bodega de Sebastián Argudo y Guijarro fue fundada en 1886 en Jerez de la Frontera, según se desprende de la fecha inserta en el propio logotipo de la casa, reproducido en algunas etiquetas y anuncios publicitarios, así como por la referencia que se hace en algunos artículos de prensa[3], si bien el edificio, que sirvió como bodega y fábrica de la familia Argudo, se construyó con anterioridad, en 1873, por el arquitecto José Esteve López[4], situado en la calle Circo.
Esta fábrica-bodega se levantó durante la expansión urbana, de carácter industrial, que se produjo en los terrenos adyacentes a la plaza de toros durante el último tercio del siglo XIX. Aunque ya se habían edificado algunas bodegas en esta zona con anterioridad, será a partir de la aprobación de las alineaciones y demarcación de solares liberados, en 1870, para edificar en la calle Circo, cuando proliferó la actividad constructiva en estos terrenos.[5]
Un antiguo grabado, publicado en el libro citado, España en fin de siglo (1894), nos muestra la espaciosa fábrica-bodega de Sebastián Argudo en plena producción, con la chimenea humeante, el trabajadero y el tren bodeguero, que recorría las principales bodegas de la ciudad, donde se embarcaban los vinos y aguardientes para su comercialización, el cual terminaba enlazando con la línea general del ferrocarril. (Ver ilustración inicial).


Las trazas del amplio edificio se corresponden con el proyecto de bodega presentado en 1873 por José Esteve en el Ayuntamiento para su aprobación[6]. Fue edificada con muros de sillares pétreos y recercados en puertas, ventanas y arcos decorativos en las fachadas. 



Aunque el interior de la bodega ha sido vaciado, aún se conservan los muros de su amplia fachada hacia la calle Circo, pudiéndose observar en dos sectores principales cuatro tondos pétreos, que contienen las iniciales y siglas de la empresa; “S  / A / Y / Hno.”, correspondientes a la razón social “Sebastián Argudo y Hno.”, en referencia a Sebastián y su hermano Francisco Argudo. Con posterioridad este edificio pasó a manos de la empresa Duque & Cº, “Sucesores de J. M. Argudo Rivero". Actualmente la antigua fábrica-bodega se encuentra vaciada en su interior, conservándose sólo los muros de fachadas.
Este edificio funcionó como centro de operaciones para todas las actividades comerciales e industriales emprendidas por el enérgico empresario Sebastián Argudo, como la elaboración de vinos, fabricación de coñac, almacenaje y aserradero de maderas, transportes, comercialización de combustibles minerales y de granos al por mayor, etc. Por otra parte, las oficinas administrativas o escritorio siempre estuvieron en el centro de Jerez, en la calle Larga, 52 –más tarde denominada calle Duque de Almodóvar y hoy de nuevo calle Larga-, que también era la residencia familiar, donde permanecerían al menos hasta los años 50 del siglo XX.
Las actividades relacionadas con el sector de la madera también se iniciaron en la década de los años 70 del siglo XIX, como se constata en algunas facturas localizadas de estas fechas. Por ejemplo, en la cabecera de una factura emitida a José Mª Pan, en 1879, se consigna “Almacén de maderas y clavazón“, que por entonces era propiedad de “Sebastián Argudo y Hno.”. La empresa ya tenía su sede administrativa en la calle Larga, nº 52.[7]
Además de la anterior, se han hallado otras facturas y cartas comerciales de la casa Argudo, que están fechadas en 1898, 1910, 1913 y 1929, entre otras (todocolección.net). En su mayoría están dirigidas a la bodega jerezana “Gutiérrez Hermanos” a la que Argudo abastecía de cajas para envasar las botellas, entre otros productos[8].


También existe otra carta de 1906 remitida al Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda por Sebastián Argudo[9] en referencia a la solicitud de vinos realizada por la Alcaldía de Sanlúcar para la "Exposición Vinícola" celebrada aquel año en la ciudad vecina. El bodeguero manifiesta que no podía enviar el donativo que se le pedía porque "mi negocio no es el de la exportación, sino únicamente almacenado al no ser exportador de vinos, para el que como Ud. comprende no es necesaria la propaganda". 

viernes, 2 de marzo de 2018

Publicada la 2ª edición del libro "Imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época." Vol. I. (2ª Ed.).




Recientemente ha sido publicado el primer volumen de La imagen publicitaria del Marco de Jerez (1868-1936). Un retrato de la época, de la historiadora Ana Gómez Díaz-Franzón.
Esta libro aborda, por primera vez, los inicios y desarrollo de la publicidad comercial en el Marco de Jerez (Cádiz), entre 1868 y 1936, que afecta principalmente a las ciudades de Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. Esta comarca vitivinícola se incorporó en fechas tempranas al contexto general de la ilustración gráfica española con fines publicitarios, constituyéndose en uno de sus centros pioneros.
En este primer volumen se analizan los elementos que intervienen en el sistema de comunicación: los antiguos bodegueros como emisores; los distintos soportes  publicitarios utilizados; grupos destinatarios; tipos de mensajes; los productos -vinos, aguardientes y licores- y sus correspondencias iconográficas. El segundo capítulo trata sobre la elaboración de las piezas publicitarias; los talleres litográficos; ilustradores y agencias de publicidad; las primeras marcas del Marco de Jerez registradas en el Registro de la Propiedad Industrial; y algunas batallas surgidas en torno a ciertas marcas. El tercer capítulo se ocupa de los componentes y estructura formal del etiquetado. Este primer volumen se completa con más de seiscientas ilustraciones.
En los volúmenes II y III se profundiza en las diversas categorías iconográficas y unidades de análisis halladas en el conjunto publicitario estudiado. Una imagen del jerez que, en último término, reproduce la realidad social de su época.
A través de esta investigación, extracto de la tesis doctoral de la autora, se ha podido fechar la mayor parte de las marcas registradas durante el período establecido, aportándose nuevas noticias documentales sobre el tema.

La 1ª Edición, en formato papel, fue editada en Amazon Published (abril, 2018). (Agotado).

La 2ª Edición (septiembre, 2018), ISBN: 13-9788417435, 560 págs., está disponible, de momento en formato papel, en Libros.CC, Casa del Libro, etc. y librerías.


Índice del Volumen I


INTRODUCCIÓN.

1. UN SISTEMA DE COMUNICACIÓN EN SU CONTEXTO HISTÓRICO.
1.1. El sector empresarial bodeguero como agente emisor.
1.2. Los productos. Correspondencias iconográficas.
1.3. El mensaje publicitario.
1.4. Los destinatarios.
1.5. Canales de comunicación.
Anuncios en publicaciones periódicas.
Cartelería comercial.
Publicidad exterior urbana y rural.
Cerámica publicitaria.
Medios de transporte.
Publicidad efímera.
Otros soportes.

2. ELABORACIÓN Y REGISTRO DE LOS PRODUCTOS PUBLICITARIOS.
2.1. Talleres litográficos. Catálogos de venta y estandarización.
2.2. Fuentes de alimentación iconográfica. Ilustradores y diseñadores.
2.3. Las marcas de fábrica y el Registro de la Propiedad Industrial.
2.4. Primeras marcas registradas del Marco de Jerez.
2.5. Algunas batallas comerciales.

3. EL ETIQUETADO. ELEMENTOS Y ESTRUCTURA FORMAL.
3.1. Componentes plásticos.
3.2. Componentes textuales.
       Algunas curiosas marcas de composición textual.
3.3. Componentes figurativos.

Fuentes documentales e impresas.

Bibliografía. Volumen I.