Desde el templo del Lucero: Manzanilla de Sanlúcar
Mostrando entradas con la etiqueta Manzanilla de Sanlúcar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Manzanilla de Sanlúcar. Mostrar todas las entradas

domingo, 24 de septiembre de 2023

Viñas, bodegas y vinos de Francisco de Paula Rodríguez, entre 1811 y 1855, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).




Primeras bodegas documentadas en la provincia de Cádiz, con sistema de criaderas y solera, para la crianza del vino blanco Manzanilla y vinos de color.

 

Ana Gómez Díaz-Franzón

Dra. Historia del Arte

Este artículo se puede descargar en pdf en Academia.edu 

Actualización: 30 de septiembre de 2003 (color azul).

Bodega “Colegio”. Calles Cuartel Viejo-Santiago (Barrio Alto). Entre 1853 y 1875 perteneció a la Fundación Francisco de Paula Rodríguez. Destaca la cubierta, de raigambre mudéjar, con par y nudillos y tirantes. Actualmente es propiedad de Bodegas Barbadillo. Foto: Juan Carlos Rivero.


“No faltan ya en España almas elevadas que conociendo el mérito y la dignidad de la Agricultura, comiencen a promoverla con entusiasmo. Baste citar para honor de este periódico al Señor Don Francisco de Paula Rodríguez, que renunciando el alto empleo de Tesorero General de S. M., volvió como los héroes de Roma, á cultivar con gloria el campo de sus padres;” (Esteban de Boutelou. Semanario de Agricultura y Artes, 1808).

 

Francisco de Paula Rodríguez (1755-1811), natural de Sevilla, realizó la carrera militar y estuvo destinado en Cartagena varios años como Guardalmacén, donde llegó a ser Comisario de Guerra honorario, e Intendente honorario de Provincia de Primera Clase. En 1797 fue nombrado Tesorero General del Real Consejo de Hacienda, pasando a residir en Madrid; y en 1798 sería distinguido con la Real Orden de Carlos III.

Recién llegado a Sanlúcar, hacia 1800, Rodríguez mostró una clara voluntad de convertirse en empresario agrícola y vitivinicultor, además de practicar otras facetas como comerciante y financiero. Para ello adquirió tres bodegas aledañas a su casa residencial de la calle Caballeros, situadas en la calle Almonte o calle Hospital de la Madre Ignacia. A éstas se sumaban otras dos bodegas existentes en la hacienda de Brevas o El administrador, cuya finca compró en los mismos años, donde también disponía de lagares para la vendimia y alambique para elaborar aguardientes.

El presente trabajo se fundamenta en el análisis de cuatro inventarios realizados post mortem de Francisco de Paula, en 1811[1], y de su viuda, Joaquina Sánchez, en 1822[2]; así como los practicados en 1847[3], con motivo de la entrega de los bienes de la Fundación al Arzobispado de Sevilla por Real Orden; y en 1855[4] realizado para proceder a la devolución de aquellos bienes a la Fundación sanluqueña. De estos inventarios se ha extraído toda la información concerniente a la actividad vitivinícola de Francisco de Paula Rodríguez y, más tarde, de la Fundación que lleva su nombre, constituida tras la muerte de su esposa, en 1822, con el fin de aplicar los beneficios de sus bienes a la creación de un colegio de segunda enseñanza en Sanlúcar, según la última voluntad del fundador.

La importancia de los datos que ofrecen estos inventarios resulta de gran interés para la historia del vino en Sanlúcar y la provincia de Cádiz. Tanto por la temprana fecha del inventario post mortem de Francisco de Paula Rodríguez, en 1811; como por la minuciosidad con que están realizados los cuatro documentos, al incluirse el desglose de cada bodega, sus tipos de vinos, vasijas y enseres, la organización de los interiores bodegueros y sus respectivas valoraciones. Esta documentación corrobora el carácter pionero del establecimiento en Sanlúcar de Barrameda del sistema de crianza dinámico, denominado “de criaderas y solera”, tanto para la elaboración del vino blanco Manzanilla, de crianza biológica bajo “velo de flor”, como para los vinos de color. El Manzanilla, vino exclusivo de Sanlúcar, ya era muy popular en la ciudad de Cádiz durante las últimas décadas del siglo XVIII, de tal modo que el insigne botánico Esteban de Boutelou aludirá a estos “famosos vinos blancos”[5] de Sanlúcar en su obra de 1807.

Estos cuatro inventarios, en su vertiente vitivinícola, en especial los de 1811 y 1822, se constituyen en los primeros documentos, publicados hasta la fecha en la provincia de Cádiz, donde se recoge el contenido vinícola y la organización interna de un grupo de bodegas ubicadas en el núcleo urbano de Sanlúcar y en la finca El Administrador (términos de Rota y Chipiona).

Buena parte de los vinos que contenían estas bodegas, en 1811 y 1822, eran vinos blancos sobre soleras, como “vino blanco añejo sobre soleras” o “vino de color añejo sobre soleras” (véase Anexo I). Estos vinos blancos que podemos considerar Manzanilla, tal como se le venía llamando en Cádiz desde el siglo XVIII y cuyo nombre costó bastantes años en ser adoptado por los vinateros de Sanlúcar, si bien el Manzanilla de Sanlúcar (como se llamó a este vino desde su nacimiento, aunque a lo largo del siglo XIX el término se feminizará: “la Manzanilla) aparece con esta denominación en la prensa desde los primeros años del siglo XIX, siendo comercializado en Cádiz, Sevilla, Madrid y otras ciudades españolas.[6]

Las especificaciones de que estos vinos blancos y vinos de color se hallaban “sobre soleras” nos indica que, ya a principios del siglo XIX, estaba plenamente asentada en Sanlúcar la crianza de vinos mediante este nuevo sistema dinámico de criaderas y solera, el cual se extenderá pronto a otras ciudades de la zona -Jerez de la Frontera o El Puerto de Santa María-, constituyendo el punto de partida para el despegue de la industria vitivinícola gaditana, pues la mezcla de vinos de varias cosechas permitirá la comercialización de vinos a gran escala.

Junto al inventario 1847 se conserva una “Relación de los bienes de la Fundación”, que finaliza con una “Nota” (sin firma), tras el resumen de las entradas y gastos de las bodegas. En ella se trata sobre la dificultad de apreciar los vinos existentes en las bodegas, al tiempo que queda explicitada la crianza del vino blanco o “Mansanilla” mediante el sistema de criaderas y solera (aún no llamado con estos términos), otorgándosele una gran importancia a la antigüedad de las soleras o “vinos madre” de la Fundación:

Es muy difícil si no imposible fijar el número de @ de vinos que anualmente pueden venderse y sus precios con aproximación, porque es un negocio mercantil que depende de las circunstancias en que se halla el mercado; sin embargo en la necesidad de formar un cálculo se ha tomado por tipo en las ventas de vinos que quedan sentadas [inventariadas] dar una salida igual a la entrada en las bodegas, del mosto que anualmente produce la viña de la Hacienda del Administrador, reducidas las mermas naturales y fijar un precio moderado con arreglo a que suelen tener los vinos que se despachan comúnmente de la clase de mansanilla o blanco, pueden venderse más número de arrobas que las producidas por la Hacienda y a precios más ventajosos, porque así lo permite las soleras perfectamente montadas donde hay vinos blancos que hoy suben de cuarenta rs @, y de color que llegan a pasar de sesenta, y lográndose una buena coyuntura se compra vino nuevo para reponer al que se vende, y el producto líquido puede duplicarse del que va señalado sin perjudicar las soleras; en el caso de que no haya una salida igual a la entrada de la Hacienda, el producto líquido será menor que el que va designado, pero el capital aumentará en @ y en calidad. Los vinos siendo de buena calidad y con soleras antiguas, como sucede a los de la fundación, adquieren progresivamente mérito en proporción a su antigüedad y, aunque tiene mermas, las recompensa su calidad con mucha ventaja, pudiendo asegurarse que las Bodegas de la fundación, en proporción a sus soleras, podrán producir con arreglo a su capital teniendo unas ventajas regulares...[7]

En la historiografía vitivinícola de la provincia de Cádiz, no se han publicado, hasta el momento, inventarios de bodegas para esta época, donde se recuenten de manera meticulosa las existencias vinícolas y su disposición en el interior de estos edificios industriales, de forma que no pueden establecerse posibles parangones.


martes, 19 de abril de 2022

Se llama “Manzanilla de Sanlúcar” y no es un “jerez”.

 Opinión Manzanilla de Sanlúcar.

En los últimos años se está produciendo un lamentable fenómeno -desconocemos sus fines y no pretendemos elucubrar-, por el que se está confundiendo, tanto al consumidor como a otras personas interesadas, al afirmarse que el vino Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda se llama sólo "Manzanilla" y es un tipo de “jerez”. Nada más lejos de la realidad. Es sencillamente un bulo, un desacierto. Pero un error de bulto que va en aumento.

La Denominación de Origen (D.O.) “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda” fue creada inicialmente en 1933 (al calor del primer Estatuto del Vino, de 26 de mayo de 1933), como así se estipulaba en las órdenes del Ministerio de Agricultura del 8 y 15 de septiembre de 1933. Sin embargo, esta primera D. O. caducó al no constituirse el Consejo Regulador de la Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda (desconocemos las razones). Desde entonces la “Manzanilla de Sanlúcar” quedó integrada en la D.O. Jerez-Xérès-Sherry, constituida por la misma legislación en 1933 y reglamentación posterior.



Ya en 1964 (Reglamento del 15 de diciembre) se crea oficialmente la D. O. “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda”, desgajándose el vino sanluqueño de la D.O. “Jerez-Xérès-Sherry”. En este Reglamento se especifica que este vino “es conocido tradicionalmente con el nombre de Manzanilla”. En el primer punto del Pliego de Condiciones de la D.O. "Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda" se expone que el "Nombre de la Denominación de Origen Protegida" es "Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda". Esta es la verdad y lo legal.

La Manzanilla es un vino generoso propio y exclusivo de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), en cuyas bodegas urbanas debe criarse. Sus orígenes se remontan al siglo XVIII, al establecerse para su crianza el sistema de soleras, o criaderas y soleras, más tarde extendido a todo el denominado “Marco de Jerez” y otras regiones vinícolas, como Córdoba o Huelva, entre otras.

La Manzanilla de Sanlúcar es hoy el vino más vendido en el mercado nacional, entre todos los vinos del “mal llamado” “Marco de Jerez”, esto es, de las dos D.O. “Jerez-Xérès-Sherry” y “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda”. Ambas D.O. están gestionadas y tuteladas por un mismo Consejo Regulador con sede en Jerez de la Frontera.

En 1996, con motivo de la usurpación del nombre “Manzanilla” por una bodega de Lebrija (Sevilla) y las consiguientes denuncias ante los tribunales, finalmente el Consejo de la Unión Europea 1426/96 (CE) dictaminó que el nombre “Manzanilla” es exclusivo del vino criado en la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, que también puede denominarse como “Manzanilla” (acepción tradicional), equiparándose a las denominaciones geográficas de vinos.


Por tanto, el Consejo europeo garantizó entonces el origen y la exclusividad del vino sanluqueño “Manzanilla”, pero no excluyó que se nombrase también como “Manzanilla de Sanlúcar” o “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda” (D.O.). He aquí la cuestión. Su dictamen fue garantista, pero no exclusivista.


Web Consejo Regulador


Web Consejo Regulador

El origen de esta lamentable falsedad se localiza en el propio Consejo Regulador que, tanto en su página Web como en notas de prensa, otros escritos y campañas publicitarias, se refiere a la Manzanilla de Sanlúcar con el simple término “Manzanilla” y define al vino sanluqueño como un “tipo de vino de Jerez”, como un jerez. Esto es, como si fuese un amontillado, un oloroso o un cream -llamados popularmente “jereces”-, amparados por la D. O. Jerez-Xérès-Sherry, aunque producidos en las tres ciudades del Marco: Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. ¿A qué se deben estos equívocos cometidos y promovidos por el Consejo? Ya nos gustaría saberlo.


miércoles, 3 de noviembre de 2021

La Manzanilla de Sanlúcar en la pintura y el grabado del siglo XIX (I)


Este texto y las imágenes reproducidas forman parte de un trabajo de investigación en curso sobre la historia de la Manzanilla de Sanlúcar, que se publicará próximamente. 

Actualización (agosto-23): Publicado el libro La Manzanilla de Sanlúcar en el siglo XIX a través de la prensa.


                                                                                                             Ana Gómez Díaz-Franzón


Durante el siglo XIX la Manzanilla de Sanlúcar quedará plasmada en una serie de obras artísticas de conocidos pintores, que se reprodujeron, mediante grabados, en las revistas ilustradas de la época.

Estos grabados revisten hoy especial interés documental, pues muchas de las obras pictóricas reproducidas se hallan en colecciones privadas, que hacen muy difícil su conocimiento y difusión.

En algunas pinturas el vino sanluqueño se presenta asociado a una maja castiza andaluza, como andaluz es el vino que la acompaña. Las figuras aparecen en solitario y ataviadas con mantilla o mantón de Manila, al tiempo que sostienen o brindan con la popular "caña" o vaso propio para beber la manzanilla.

Estas representaciones femeninas vinculadas al vino sanluqueño subrayan la tradicional identificación de la manzanilla con el género femenino. 

A esta tipología compositiva responden algunas pinturas concebidas por conocidos artistas, como el catalán Francisco Masriera y Manovens en sus obras tituladas La Manzanilla y ¡Brindo por ustedes!; el alicantino Emilio Sala Francés ofrece otra pintura del mismo tipo y título: La Manzanilla, protagonizada por otra de estas jóvenes aflamencadas. Del igual modo, el madrileño Alfredo Perea titulará una de sus obras La Manzanilla, compuesta en la misma línea que las anteriores; entre otros. 

Algunos objetos flamencos y taurinos suelen completar estas composiciones, como chaquetillas de luces, capotes de paseo o guitarras flamencas, por pertenecer a los espectáculos más populares del siglo XIX, donde siempre estaba presente la Manzanilla de Sanlúcar.


La Manzanilla, pintura de Francisco Masriera, grabada por Bong.
(Portada de La Ilustración artística, 30-12-1889).


!Brindo por ustedes!, obra de Francisco Masriera para la Exposición de la Galería Boch.
Fotografía de Laurent. (La Ilustración española y americana, 22-4-1885).


La Manzanilla, obra de Emilio Sala, que era propiedad en 1881 de Adolfo Bayo
(El Mundo ilustrado (Barcelona). 1-1-1881 y 31-12-1883).


La Manzanilla, de Alfredo Perea. Esta obra era en 1892 propiedad de los duques del Infantado (La Ilustración española y americana. 22-12-1892).

En otras composiciones pictóricas, las cañas, cañeros y bateas con manzanilla aparecen completando escenas costumbristas, que se vinculan sobre todo al flamenco y la tauromaquia, en cuyas fiestas populares nunca faltaba el vino sanluqueño. Este tipo de pinturas de género contó con una gran demanda en la época.