Ana Gómez Díaz-Franzón
Dra. Historia del Arte
Utopía, de Tomás Moro (1516). Un ejemplar de esta obra se hallaba en la biblioteca de Francisco de Paula Rodríguez. (Wikimedia Commos). |
Resumen: Para la realización de este estudio se han analizado
dos inventarios de bienes: el correspondiente al recuento post mortem del
hacendado Francisco de Paula Rodríguez, realizado entre 1811 y 1814, donde se
cuantificaron y valoraron, respectivamente, los libros de su biblioteca
personal. Por otro lado, en el inventario de 1847, realizado con motivo de la
entrega de los bienes de la Fundación Francisco de Paula Rodríguez al
Arzobispado de Sevilla por R. O., se registró la biblioteca del Seminario
Conciliar de San Francisco Javier (1831-1942), y del Instituto de Segunda
Enseñanza (1842-1847), establecidos en Sanlúcar de Barrameda con el legado de Francisco
de Paula Rodríguez.
Palabras
clave: Bibliotecas privadas; bibliotecas
eclesiásticas institucionales, Seminario Conciliar de Sevilla en Sanlúcar; historia de las mentalidades;
burguesía comercial y funcionarial; docencia eclesiástica, Sanlúcar de
Barrameda, siglo XIX.
Francisco
de Paula Rodríguez y Rodríguez-Bejarano (1755-1811), natural de Sevilla, ocupó
el cargo de Guarda-Almacén de Artillería en Cartagena (Murcia); fue Tesorero
General del Consejo de la Real Hacienda, e Intendente General de Provincia de
primera clase con carácter honorífico, entre otros cargos. Este caballero de la
Orden de Carlos III se avecindó en Sanlúcar de Barrameda hacia 1800, donde
llegó a ser uno de sus principales hacendados y en cuya ciudad fallecería en
1811. Dejó un importante legado destinado a la creación de
un colegio en Sanlúcar para la educación de los jóvenes. Con este
legado se fundó en la ciudad el primer Seminario Conciliar del Arzobispado de
Sevilla (1831-1842) y un Instituto de Segunda Enseñanza (1842-1847), entre
otras entidades educativas.
La
biblioteca de Francisco de Paula Rodríguez se incluye en los “bienes de confort”
del inventario de bienes post mortem, elaborado entre 1811 y 1814. Otras
partidas de este inventario, como la colección artística, el ajuar doméstico, y
las bodegas y vinos, ya se han publicado en otros artículos.[1]
El análisis
y catalogación de la biblioteca privada de Francisco de Paula Rodríguez nos
permite conocer su pensamiento, sus gustos literarios, los temas que más podían
interesarle por sus múltiples facetas profesionales y aficiones, así como
integrarla en la más amplia esfera de las bibliotecas y lecturas propias de las
élites oligárquicas de la provincia de Cádiz, durante las últimas décadas del
siglo XVIII y primeras décadas del XIX, cuando el Antiguo Régimen tocaba a su
fin y algunas ideas ilustradas se propagaban en España.
En la biblioteca
de Francisco de Paula Rodríguez, de tamaño medio, se contabiliza un centenar de
títulos y algo más de trescientos volúmenes. Fue inventariada en 1811 y valorada
en 1814 por Francisco Sales del Castillo, conocido impresor de Sanlúcar de
Barrameda.
La publicación de este inventario, junto a otros ya estudiados para otras ciudades, contribuye al mejor conocimiento de la mentalidad y los hábitos de lectura de la burguesía (comercial y funcionarial) y aristocracia de la época, así como acceder a los temas preferentes que se hallaban en estas bibliotecas privadas de la provincia de Cádiz, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. En Andalucía se hicieron pocos inventarios de bibliotecas particulares y otros no se han conservado[2]. Por ejemplo, en las ciudades de Cádiz[3] y Jerez de la Frontera[4] apenas existe documentación al respecto y son muy pocos los inventarios de librerías conservados[5]. En otros casos, en los inventarios sólo se anota el número total de libros (tomos o volúmenes) que poseía el fallecido, sin desglosarse por títulos o autores[6]. De momento, este inventario de Francisco de Paula Rodríguez es el único que se da a conocer para la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, donde aún no se han publicado otros estudios sobre las bibliotecas privadas. Esta ciudad, además, cuenta con el agravante de la pérdida de su archivo de protocolos[7], lo cual dificulta aún más el hallazgo de este tipo de documentación.
Entre los estudios sobre bibliotecas privadas, realizados para la Baja
Andalucía, predominan los referidos a miembros del estamento eclesiástico[8], donde
prevalecen los libros de temas religiosos, siendo muy exiguos los trabajos sobre
bibliotecas privadas de carácter laico. Varias publicaciones, tanto en España[9]
como en Andalucía, se han ocupado de algunas bibliotecas privadas de los siglos
XVI y XVII[10].
Para los siglos XVIII y XIX se cuenta con algunas investigaciones, que son las
que más pueden interesar a este estudio.
De gran
utilidad, para la elaboración de este trabajo, han sido los estudios de Juan
Antonio Moreno Arana sobre dos inventarios de bibliotecas privadas en Jerez de
la Frontera, correspondientes a la segunda mitad del siglo XVIII. Son los referidos
a Manuel del Calvario Ponce de León y Zurita, regidor de Jerez de la Frontera
(1794), y Antonio Cabezas de Aranda y Guzmán, I Marqués de Montana (1785)[11].
En especial, este último trabajo ha resultado de mayor interés por el alto
nivel de coincidencias halladas entre las bibliotecas de este jerezano y la librería
de Francisco de Paula Rodríguez, así como en el perfil humano y profesional de
sus propietarios.
Se incluye
en este estudio la biblioteca del primer Seminario Conciliar del Arzobispado de
Sevilla, establecido en Sanlúcar, entre 1831 y 1842, en la misma casa donde
vivió Francisco de Paula Rodríguez en la calle Caballeros (actual zona principal
del Palacio Municipal) y la casa aledaña, que fue financiado con su legado. Se
trata de una biblioteca muy diferente a la anterior, que fue inventariada, sin
valoración, en 1847, con motivo de la entrega de los bienes del legado de
Rodríguez al Arzobispado de Sevilla por Real Orden de 23 de noviembre de 1846.
Y, aunque en 1855, se mandó al Arzobispado devolver los bienes a la Fundación
de Sanlúcar, todo parece indicar que estas bibliotecas, entre otros bienes, no se
reintegraron a la Fundación, pudiendo haberse quedado, en principio, en la nueva sede del
Seminario, reubicado en el edificio
Maese Rodrigo, en la Puerta de Jerez de Sevilla, y más tarde en el palacio de
San Telmo.
De carácter
institucional eclesiástico y docente, esta biblioteca contaba con 903 títulos y
1.374 volúmenes. En su gran mayoría, los contenidos eran de temática religiosa. Cabría
suponer que parte de esta librería también sería utilizada para la formación de
los estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza (1842-1847), establecido en
el mismo lugar tras la marcha del Seminario a Sevilla. Asimismo, parece
advertirse, por sus específicos contenidos temáticos, que un grupo de títulos
de esta biblioteca podrían haber pertenecido a la, ya extinta por aquellas
fechas, Sociedad Económica de Amigos del País de Sanlúcar.
1. Biblioteca
de Francisco de Paula Rodríguez.[12]
La
biblioteca de Francisco de Paula Rodríguez constaba de 99 títulos y 310
volúmenes, que la sitúan como una librería de tamaño mediano-bajo. De
carácter ecléctico, destaca por su diversidad temática, hallándose libros de historia,
religión, literatura, educación, economía, comercio o filosofía, entre otros
asuntos.
Se
trata de una biblioteca de selección personal, creada por Francisco de Paula
Rodríguez según sus intereses espirituales y predilecciones literarias, sin que
parezcan hallarse aportes hereditarios o afán de exhibicionismo social. El carácter
ilustrado de varias obras podría deberse a sus inquietudes personales, así como
a la influencia que Rodríguez pudo recibir durante su estancia en la Corte como
Tesorero del Real Consejo de Hacienda, durante los años anteriores a su llegada
a Sanlúcar, de lo que se derivaría también su pertenencia a la sanluqueña
Sociedad Económica de Amigos del País, cuyo grupúsculo social, de talante
ilustrado, fomentó la agricultura, la industria y el comercio en la ciudad,
entre otros importantes logros impulsados por Manuel Godoy. Por otro lado, la
vinculación a tierras murcianas de algún título parece provenir de su
estancia en Cartagena (Murcia), durante el ejercicio de sus funciones
militares.
Tras
el fallecimiento de Francisco de Paula Rodríguez, se inventariaron los libros
existentes en la biblioteca el 20 de junio de 1811, en cuya fecha aparece
firmado por su viuda, Joaquina Sánchez, y los albaceas.[13]
Tres años después, en 1814, se llevó a cabo la valoración de esta biblioteca, tarea
que había quedado pendiente en 1811, cuando se elaboró el inventario general de
bienes. La tasación corrió a cargo de Francisco Sales del Castillo, reconocido impresor
en Sanlúcar, que fue nombrado por los albaceas testamentarios, aceptando éste
el nombramiento como perito tasador de los libros, y procediendo a su
valoración el día 11 de julio de 1814.[14] Sales
del Castillo fue un impresor muy activo en Sanlúcar durante las primeras
décadas del siglo XIX.[15]
La
biblioteca fue valorada en 2.903 reales de vellón, cuya cifra se sitúa en la
media de tasación de las bibliotecas jerezanas y sevillanas de la época[16].
Esta cantidad suponía un exiguo 0,05% respecto al capital global de activos de
Francisco de Paula Rodríguez (5.211.001 reales), cuyos “bienes de confort”, en
1811, se valoraron en 120.215 reales, sin incluir la biblioteca. Tanto la valoración
de la biblioteca, como su porcentaje respecto a la fortuna de Rodríguez, se
aproximan a los datos referidos al jerezano Antonio Cabezas de Aranda, I
marqués de Montana, militar, productor vitivinícola, ganadero y Fiscal Perpetuo
de la Justicia de Jerez.[17]
Las
coincidencias entre las personalidades y las bibliotecas de
Francisco de Paula Rodríguez y el marqués de Montana quedan también plasmadas en algunas de sus facetas profesionales y sociales. Ambos se dedicaron
a la vida militar, la vitivinicultura y el comercio; ostentaron cargos públicos;
pertenecieron a las élites oligárquicas de Jerez y Sanlúcar; poseían el mismo
nivel de fortuna, que superaba los cinco millones de reales; fallecieron casi a
la misma edad sin descendencia; y los dos destinaron legados para fines educativos
y benéficos[18].
Ambas bibliotecas presentan prácticamente el mismo número de obras: 97 y 99
títulos, respectivamente, coincidiendo algunos títulos, si bien ofrecen claras
diferencias temáticas. Mientras que el total de volúmenes en la biblioteca de
Rodríguez asciende a 310 tomos, la de Cabezas de Aranda alcanza los 214.[19]