El texto se refiere a la restauración efectuada en el exterior y parte del interior de la capilla. En la actualidad se ultima la restauración de la totalidad interior de este recinto sagrado del siglo XVII, integrado en el conjunto de la parroquia mayor de Ntra. Sra. de la O (siglo XIV).
La capilla de la Inmaculada es una de las piezas arquitectónicas más significativas de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la O. Fue edificada en el siglo XVII y se constituye una de las muestras más representativas del primer barroco dentro del conjunto artístico de Sanlúcar de Barrameda.
Gracias al mecenazgo de
la Fundación Barrero Pérez, que ha actuado como entidad promotora de esta
intervención, ha sido posible la reparación de las cubiertas de la capilla de
la Inmaculada y su consiguiente preservación. El proyecto, elaborado por el
arquitecto Luis Lanseros Gallego, ha sido ejecutado por un equipo de expertos
profesionales y las obras se han desarrollado entre octubre de 2009 y abril de
2010.
Estas actuaciones han
permitido detener el progresivo proceso destructivo, que venía sufriendo esta
capilla desde hace bastantes años, debido a las constantes filtraciones de agua
y humedad. Como resultado final, se ha logrado la impermeabilización integral
de la capilla y una ventilación adecuada.
La intervención se ha
centrado en la consolidación y reparación de las cubiertas, así como en la
sustitución de algunos elementos que se hallaban en pésimas condiciones de
conservación, como las carpinterías, cornisas o dinteles defectuosos. Al mismo
tiempo, se ha reparado una zona del revestimiento decorativo de una de las
bóvedas interiores, que se había desprendido bruscamente hace algunos meses.
Estado anterior a las obras |
Aunque la generalidad de las cubiertas y
exteriores de la parroquia de Ntra. Sra. de la O fueron restauradas por la
Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, según proyectos redactados
entre 1992 y 1994 por los arquitectos Manuel e Ignacio Fernández-Pujol Cabrera,
las cubiertas pertenecientes a la capilla de la Inmaculada no fueron
intervenidas, por lo que éstas presentaban un avanzado deterioro, provocado por
las constantes filtraciones y humedades, que ha venido soportando durante los
últimos años. Este pésimo estado de conservación ha justificado la ejecución del
proyecto de reparación y consolidación promovido por la Fundación Barrero Pérez.
Una vez detenido el
proceso de degradación, se podrá emprender en un futuro próximo, con total
garantía de conservación, la restauración de las obras de arte existentes en el
interior así como las yeserías y
pinturas murales que ornamentan los muros y bóvedas de este hermoso espacio
parroquial.
Reseña histórica y descriptiva
Situada en la cabecera
del lado del evangelio, entre el ábside gótico del templo (siglo XIV) y la
Capilla del Sagrario (1675), la capilla de la Inmaculada debió tener
inicialmente una estructura semejante a la que presenta la actual Capilla de
San Roque, en la cabecera del lado de la epístola, la cual se cubre con una bóveda
ochavada sobre trompas característica de época mudéjar.
Desde el siglo XVI esta
capilla perteneció a la familia Rosas, cuyo origen en Sanlúcar se remonta al
siglo XV. Algunos de sus miembros destacaron por ocupar importantes puestos
militares, regidurías de la ciudad y altos cargos en la Administración Real y en
la Casa Ducal de Medina Sidonia.
En la primera mitad del
siglo XVI, Alonso de Rosas, Caballero contino de la Casa Ducal, fundó el antiguo
altar y capilla situados en este mismo lugar, que primitivamente estuvo
dedicada a Ntra. Sra. del Reposo, construyéndose también entonces una cripta
para enterramiento familiar. La actual capilla fue edificada en 1628 en estilo
barroco, tal como hoy se conserva, bajo el patrocinio de don Manuel de Guzmán,
VIII Duque de Medina Sidonia, cuyas armas aparecen en la bóveda central y
linterna superior. A su construcción también ayudaron las limosnas de varios
particulares, el Cabildo de la ciudad, que contribuyó con 200 ducados de vellón,
y la noble familia Rosas.
Así, Fernando de Rosas
Argomedo (nacido en 1576), Administrador Real de las rentas de las salinas de
Sanlúcar, que estaba casado con Luisa de Céspedes y Velasco, hizo valer sus
derechos como dueño y patrono de la antigua capilla, para lo cual tuvo que
recurrir incluso a la Chancillería de Granada, que falló sentencia a su favor.
De esta forma, Fernando de Rosas costeó el altar y retablo situados en la
cabecera, haciendo también una nueva bóveda de enterramiento. Su escudo de
armas y el de su esposa campean sobre este retablo. También Fernando de Rosas
fundó en 1629 una capellanía en esta capilla, cuyo patronazgo pasó más tarde a
su viuda y descendientes.
Para poder finalizar el
retablo que preside la capilla, en 1631 Fernando de Rosas tuvo que vender un
tributo al Duque de Medina Sidonia por 4.400 reales, cuya cuantía destinó a
pagar los trabajos efectuados por Pedro de Castilla, carpintero que había
terminado el retablo, así como a Pedro Mateos, pintor dorador que, por aquellas
fechas, se hallaba dorándolo. Por su parte, el duque don Manuel dotó a la nueva
capilla de una lámpara de plata, que mandó hacer aquel año de 1631 al platero
Jorge Rodríguez.
La capilla de la
Inmaculada, de planta rectangular, está distribuida en tres tramos –acceso,
central y cabecera-, y sus paños de cubierta se desarrollan en tres niveles
diferentes, mediante bóvedas de cañón y cúpula central, las cuales disponen de
acceso directo desde el interior mediante una estrecha escalera de caracol de
época mudéjar. Todas las bóvedas están ornamentadas con yeserías en relieve policromadas,
que dibujan formas geométricas además de algunos motivos vegetales y
heráldicos.
El espléndido retablo que
aún preside la capilla es uno de los pocos existentes en Sanlúcar compuesto
exclusivamente con pinturas. De un primer barroco, está estructurado en banco,
cuerpo principal y ático, quedando subdividido en tres calles mediante
delicadas columnas de fuste helicoidal. Las pinturas representan la Adoración de los Magos, Huída a Egipto, Ascensión y Coronación de la
Virgen, y Jesús Crucificado,
mientras que en el banco aparecen parejas de figuras, donde podrían aparecer
los retratos de los donantes. Centra el retablo una preciosa imagen de la Virgen
con el Niño, fechada en el siglo XVII, que pertenece igualmente a ese primer barroco
equilibrado y elegante que distingue todo este ámbito parroquial.
En el espacio de acceso a
la capilla se sitúa el altar del Descendimiento, cuya pintura hispano-flamenca
está atribuida al círculo de Pedro de Campaña. En su lateral izquierdo se abre
la entrada a la capilla del Sagrario, cerrada con una extraordinaria verja del
siglo XVII, mientras que en el lado opuesto existe un magnífico retablo barroco,
de la segunda mitad del siglo XVIII, sin dorar, de estípites y abigarrada
decoración vegetal, que procede de la desaparecida iglesia de los jesuitas. Junto
a la imagen de San José con el Niño, que centra el retablo, se sitúan otras
figuras de San Fernando, Santa Inés y San Isidro Labrador. Por este mismo lado
derecho, la capilla queda separada del presbiterio parroquial mediante una
dieciochesca reja de forja dorada.
Morfología y sistemas constructivos
La linterna, que corona
la cúpula e ilumina cenitalmente el ámbito de la capilla, se inscribe en planta
cuadrangular y genera al exterior un prisma ochavado, mientras que su interior
tiene forma cilíndrica. En los cuatro lados mayores se abren huecos de luces
adintelados con mochetas abocinadas, los cuales estaban cerrados con carpintería
de madera acristalada. La linterna se cubre con cupulín semiesférico y remate
cúbico superior. El interior está revestido con placas recortadas de yeso policromado,
que dibujan motivos heráldicos de la Casa de Medina Sidonia y aplacados
decorativos.
Por su parte, los tramos
de acceso y presbiteral se cubren con bóvedas de cañón con lunetos, los cuales
propician la apertura de tres ventanas adinteladas, cerradas con vidrieras
policromadas, donde se representan a San Luis Gonzaga, San Antonio de Padua y
la Sagrada Familia. Ambas bóvedas se trasdosan mediante diferentes soluciones
constructivas, pues mientras que la del tramo de acceso ofrece al exterior una
vertiente plana e inclinada, la bóveda de la cabecera presenta configuración alabeada.
Encajada en el muro, entre el altar mayor
del templo y la capilla de la Inmaculada, se localiza una estrecha escalera de
caracol, de época fundacional y formas mudéjares, que está constituida por
peldaños enterizos de cantería y se cubre con cupulita superior. Desde ella se
accede al presbiterio gótico del templo y a las cubiertas de la capilla de la
Inmaculada, donde existe una pequeña escalinata, de fecha posterior, para
facilitar el acceso a la citada escalera. El volumen de la pequeña torre que
alberga la escalera mudéjar está rodeado, como el resto del ábside gótico, por
un friso decorativo, que corre bajo la cornisa de los tejados y está realizado en
ladrillo con motivos de merlones y simuladas almenas. Asimismo, alrededor del
ábside existe una imposta decorativa de piedra tallada, compuesta por una
sucesión de arquillos ciegos entrelazados.
Los revestimientos
interiores de la capilla están realizados con revocos lisos de cal o yeso. Todas
estas superficies se encuentran decoradas con pinturas murales y las bóvedas se
ornamentan con placas de yeso recortadas y policromadas.
Patologías detectadas
La cubierta del primer tramo de acceso a la capilla presentaba adherida a su superficie una tela asfáltica mineralizada de color verde, la cual quedaba solapada con otra tela de superficie gofrada en aluminio. Estas precarias aplicaciones respondían a actuaciones no registradas, que serían efectuadas como medidas de emergencia. La tela se hallaba descompuesta, cristalizada y despegada de su soporte, por lo que las filtraciones de lluvia eran abundantes y la colonización de herbáceas agravaba aún más la situación.
La única cornisa de este primer tramo, que vierte el agua de lluvia sobre una edificación auxiliar perteneciente a la capilla del Sagrario, presentaba un deterioro inasumible. Los ladrillos del borde estaban descarnados, facilitando la entrada de agua hacia el muro. Por otra parte, la singular morfología de la capilla provocaba que el agua recayera con violencia sobre el dintel de la única ventana existente en este tramo. También resultaban negativos la inserción y el pésimo mantenimiento de la escalinata de acceso a la escalera de caracol, donde existían grietas y fisuras que podían propiciar canalizaciones de aguas ocultas de difícil control.
Cúpula del tramo central. Estado anterior a las obras. |
En el segundo tramo de la capilla, cubierto
con cúpula semiesférica, se apreciaron diversos daños en los dos tipos de aparejos
de ladrillo. En la franja perimetral existían algunas zonas muy deterioradas con
llagas descarnadas, vuelco parcial de la hilada de ladrillos y erosión de la
cornisa. También se observaron degradados parches de cemento cola de reciente
aplicación. Y en la zona central de la bóveda existían pequeñas fisuras con intromisión
de herbáceas y algunas llagas muy descarnadas.
La composición de la linterna
ofrecía diversas anomalías. La carpintería de madera se hallaba en mal estado
de conservación y carecía de ventilación; los revestimientos tenían zonas
desprendidas y agrietamientos; los dinteles de madera rústica se hallaban muy
deteriorados; existían algunas calvas en dinteles y mochetas interiores; y en el
revestimiento exterior del cupulín se apreciaban algunas fisuras.
El tercer tramo de la
capilla o zona presbiteral, cubierta con bóveda de medio cañón con curvatura
aparente trasdosada, también presentaba en el aparejo de su franja perimetral llagas
descarnadas, vuelco parcial de las hiladas de ladrillo y erosión de la cornisa.
De igual modo, se observaron parches de cemento cola aplicados en los últimos
años. Y en la zona central existían pequeñas fisuras y algunas llagas muy
descarnadas.
En la pequeña escalera
de caracol, de época mudéjar, se advirtió que el progresivo deterioro del
revestimiento interior del cilindro, construido con fábrica de ladrillos, había
provocado la precipitación sobre los peldaños de una gran cantidad de polvo y
escombro, cuyo estado dificultaba considerablemente su uso.
Los paramentos
verticales se hallaban afectados por una
disgregación masiva del mortero, que estaba desapareciendo de su soporte en
cantidades variables.
Por último, las tres
ventanas existentes en la capilla, están construidas con ladrillo macizo y
disponen de jambeados con abocinados laterales, derrame en el alféizar y
adintelamiento inclinado hacia el interior. Este último elemento constructivo constituía
un particular defecto de diseño que había que solucionar, ya que favorecía la
entrada de agua a través de la carpintería de madera, la cual se hallaba
bastante deteriorada.
Respecto a las patologías detectadas en el interior, en la bóveda del primer tramo
se observaron viejas manchas de humedad, desprendimientos de las yeserías y una
zona revestida con mortero de cemento sin decorar -producto de una intervención
anterior-, además del sector donde se había producido una reciente y violenta
caída de material de 2 m2. En algunas zonas existían juntas vacías o
lavadas por la disgregación del agua. Asimismo se apreciaba el despegue del
revestimiento en casi toda la superficie de la bóveda y se evidenciaban señales
de continua escorrentía en la clave del arco fajón que separa este primer tramo
del cuerpo central de la capilla.
El espacio cupulado del
segundo tramo presenta manchas de humedad en el policromado, de forma que toda
la decoración de la cúpula se encuentra notablemente afectada por la concentrada
humedad ambiental. También en el interior de la linterna se manifiestan pequeños
desprendimientos y daños superficiales en la decoración pictórica.
El tercer y último tramo
de la capilla, que cobija el retablo barroco de la cabecera, es el lugar más
agredido y desprotegido de toda la unidad arquitectónica. Se perciben diversos
desperfectos en la superficie de la bóveda, detectándose filtraciones a través
del interior del muro. Esta desprotección se veía agravada por el mal
funcionamiento de los paños de ventanas, que originaban otra importante fuente
de filtraciones.
Actuaciones efectuadas
Las obras ejecutadas en
la capilla de la Inmaculada se han centrado en la reparación y consolidación de
las cubiertas. La intervención se ha desarrollado en tres fases: trabajos
previos, demoliciones y limpieza; reparaciones y consolidación; y acabados.
Cubierta del primer tramo. Estado anterior a las obras. |
Cubierta del primer tramo reparada. |
Los trabajos en las cubiertas
se iniciaron con la eliminación de las telas asfálticas existentes en el plano
inclinado del primer tramo de la capilla. Para analizar el soporte de esta
bóveda, también se procedió al apuntalamiento previo por su intradós, al objeto
de verificar que los recientes desprendimientos del revestimiento no obedecían
a un mal funcionamiento estructural.
Cúpula del tramo central durante las obras. |
Cúpula y linterna del tramo central reparadas. |
A continuación se realizó una limpieza
generalizada, efectuada mediante un proceso de chorreado de agua a presión, de
todos los paños de las cubiertas, fábricas, paramentos verticales y
revestimientos. Asimismo, se llevó a cabo la limpieza del interior de la
escalera de caracol. A estas tareas siguió el picado del llagueado antiguo de
la pavimentación de ladrillos en las cubiertas y se desmontó parcialmente la
cornisa en aquellos tramos que mostraban descomposición avanzada. También se
picaron las juntas de los sillares donde se localiza la imposta gótica labrada
en piedra para, más tarde, acometer el levantamiento de la pavimentación que
presentaba piezas mal adheridas, fisuras y enraizamientos.
Bóveda del presbiterio en su encuentro con el tramo central. |
Cubiertas finalizadas. Encuentro del primer tramo, de vertiente plana inclinada, con la bóveda del tramo central |
Las obras de reparación han
consistido en la reposición de solería de ladrillo en los tres paños de
cubierta con su correspondiente enjuntado y acabado con mortero de cal. En la
cubierta plana del primer tramo, la terminación se ha realizado mediante
protección de tela asfáltica de impermeabilización; ejecución de zabaletas y
toquillas de protección en el acabado perimetral de encuentro con los
paramentos verticales.
Zona de encuentro con el ábside gótico. Antes y después de las obras. |
Por su evidente conflictividad,
se ha prestado una especial atención a las zonas de encuentro quebrado,
que se localizan en la intersección del
tramo central de la capilla con el núcleo de escaleras y los contrafuertes del
ábside gótico-mudéjar, cuya singular configuración dificultaba la salida de
agua pluvial, por lo que era necesario obtener unas superficies bien acabadas
con un alto nivel de impermeabilización.
Linterna y zona del tramo central. Antes y después de las obras. |
En la linterna se
desmontaron las carpinterías de madera existentes y se picó el mortero
exterior, así como los cargaderos de madera. Tras estas operaciones, se han
reparado los revestimientos y dinteles de los huecos; y se han colocado nuevas
carpinterías en los cuatro huecos, provistas de un adecuado acristalado y
sistema de ventilación.
Interior de la linterna. |
Respecto a la actuación llevada
a cabo en las tres ventanas, se picaron los jambeados y dinteles, y se
limpiaron las vidrieras emplomadas. Con posterioridad, se repararon las mochetas,
alféizares y dinteles con mortero drenante, dotándose a los dinteles abocinados
de goterón, a fin de evitar las filtraciones. Por último, se han colocado
nuevas carpinterías con doble acristalado y adecuada ventilación.
Ventana del presbiterio. Antes y después de las obras. |
El tratamiento de los paramentos verticales ha consistido en una consolidación superficial a base de mortera de cal y una capa posterior de mortero drenante, pintada con pintura de alta transpirabilidad. Asimismo, en el primer tramo de cubierta se han colocado canalones y bajantes de cobre para lograr su óptimo desagüe.
Otros trabajos
ejecutados han sido la reposición de las cornisas exteriores con mortero
drenante y rellenado las juntas de los sillares de cantería, donde está labrado
un tramo de la imposta gótica; y también se ha reparado la escalinata de acceso
a la torre mudéjar.
Bóveda en tramo de acceso. Desprendimento del revestimiento ornamental. |
Por otra parte, las obras efectuadas en el interior de la capilla, supervisadas por el restaurador Agustín Pina Calle, han consistido en la consolidación del soporte de ladrillos en la bóveda de cañón del primer tramo; reposición parcial del revestimiento desprendido en el intradós, mediante mortero a la cal; y recreación pictórica de toda la zona afectada, efectuada por el especialista José Sánchez Muñoz.
Bóveda en tramo de acceso. Recreación pictórica del revestimiento ornamental. |
Como principal resultado de esta
destacada intervención, se ha conseguido la impermeabilización integral de las
cubiertas de la capilla de la Inmaculada, cuyas imprescindibles obras
garantizarán su conservación estructural y la preservación de los bienes
muebles y pinturas murales que contiene este singular espacio parroquial.
Exterior de la capilla, antes y después de las obras. |
Hasta el momento, ésta
ha sido la actuación de mayor envergadura emprendida por la aún joven Fundación
Barrero Pérez, creada en 2008, que tiene como principal objetivo fundacional “el fomento, promoción, conservación, restauración y
mantenimiento de los bienes del patrimonio histórico-artístico ubicados o
pertenecientes al legado histórico de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda”. Además, en los últimos meses esta
Fundación sanluqueña ha finalizado la restauración de la imagen del Cristo de
la Luz, obra de principios del siglo XVII del escultor Pedro Relings, que se
encuentra en la Capilla de las Ánimas de la misma parroquia mayor, cuyo trabajo
ha sido efectuado por María José Gómez Santiago y José Luis Marmolejo.
Una vez terminadas las
obras de conservación ejecutadas en la Capilla de la Inmaculada, la Fundación
Barrero Pérez tiene previsto, entre sus proyectos más inmediatos, acometer la
limpieza y restauración de otros bienes muebles existentes la parroquia de Ntra.
Sra. de la O. De hecho, en la actualidad ya se está llevando a cabo la
restauración de dos interesantes pinturas barrocas, que proceden del extinguido
convento e iglesia de los jesuitas de Sanlúcar de Barrameda.
Ana Gómez Díaz-Franzón,
Dra. Historia del Arte
Luis Lanseros Gallego,
Arquitecto
Ficha técnica de la intervención
Promotor: Fundación
Barrero Pérez
Arquitecto: Luis
Lanseros Gallego
Restaurador: Agustín
Pina Calle
Especialista en
reintegración pictórica: José Mª Sánchez Muñoz
Empresa constructora: Antonio
Martín González, S.L.
Bibliografía y documentación consultada
Cruz Isidoro, Fernando: “Aporte
documental al mecenazgo artístico de los VII y VIII Duques de Medina Sidonia”,
en Sanlúcar de Barrameda, nº 42, 2006
Gómez Díaz-Franzón, Ana:
Guía histórico-artística de Sanlúcar de
Barrameda. Sanlúcar de Barrameda: A.S.E.HA., 2003
Gómez Díaz-Franzón, Ana: “Costa Noroeste”, en Guía artística de la provincia de Cádiz. Vol. II. Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2005
Gómez Díaz-Franzón, Ana
y Pérez Sánchez-Romate, Andrés M.: Expediente para la declaración de Bien de
Interés Cultural de la Parroquia de Ntra. Sra. de la O. Consejería de Cultura
de la Junta de Andalucía, 1995.
Lanseros Gallego, Luis:
Memoria del Proyecto de Reparación de cubierta en la Capilla de la Inmaculada
de la Iglesia de Ntra. Sra. de la O. Sanlúcar de Barrameda, 2009
Velázquez Gaztelu, Juan
Pedro: Fundaciones de todas las iglesias, conventos y ermitas de Sanlúcar de
Barrameda [1758]. Sanlúcar de Barrameda: A.S.E.H.A., 1995
Velázquez Gaztelu, Juan Pedro: Catálogo de todas las personas ilustres y notables de esta ciudad de Sanlúcar [1760]. Sanlúcar de Barrameda: A.S.E.H.A, 1996
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario