Desde el templo del Lucero

viernes, 19 de mayo de 2017

José Eduardo Lagomazzini Franzón (1888-1942). Sacerdote y poeta sanluqueño.

Ana Gómez Díaz-Franzón
                         Historiadora
























Bella Reina, las manos agrietadas,
valen más que las manos enguantadas,
que venden a la Patria por dinero.

(José E. Lagomazzini Franzón: La ofrenda del campo, 25 de agosto de 1908).

José Eduardo Gregorio Lagomazzini Franzón nació en Sanlúcar de Barrameda el 12 de marzo de 1888. Fue bautizado en la iglesia mayor parroquial de Ntra. Sra. de la O por el sacerdote José María Arocha, con licencia del cura propio, Francisco Rubio. Actuaron como padrinos Eduardo Miquelli Botini y su tía Francisca Lagomazzini Mariscal. Fueron testigos del bautizo Manuel Asencio y José Arocha. José Eduardo fue confirmado el 14 de enero de 1894 en la parroquia auxiliar de San Nicolás por el Arzobispo de Sevilla, Marcelo Spínola y Maestre.[1]
Era hijo de José Lagomazzini Mariscal y Carmen Franzón Vicenti, naturales de Sanlúcar, aunque de orígenes genoveses. Su padre, de profesión hortelano, fue hijo de Felipe Lagomazzini Orcese, genovés afincado en Sanlúcar; y su madre, hija de Santiago Franzón Gilardón y Concepción Vicenti Botini. Éste último tuvo fábrica de fideos y almidón en Sanlúcar y era hijo, a su vez, del genovés Benito Franzón Bianchi. José Eduardo tuvo siete hermanos, que fallecieron sin descendencia. Éstos fueron Santiago (1879-1880); Concepción (1880-1923), soltera; María Clara (1883-1898), que falleció muy joven; Elena (Sor Guadalupe) (Sanlúcar, 1885-Jerez de la Frontera, 1969), religiosa dominica en el convento de Jerez de la Frontera; Eduarda (1890-1933), soltera; Miguel (1896-1920), soltero; y Teresa (Sanlúcar, 1893-Jerez de la Frontera, 1975), soltera, quien vivió con su hermano, el presbítero José E. Lagomazzini Franzón, hasta que murió, cuando marcho a vivir al convento de las dominicas de Jerez, donde estaba su hermana Elena. Sobre la genealogía e historia de la familia Franzón en Sanlúcar, se puede consultar en este blog  “Genealogía e historia de la familia Franzón de Sanlúcar de Barrameda”.
El padre de José Eduardo, José Lagomazzini Mariscal, falleció en 1918, a los 68 años de edad, en la “Huerta de En Medio”, también llamada popularmente “Huerta de Joselito”. Se le hizo funeral de la Hermandad del Carmen. Su madre, Carmen Franzón Vicenti, fallecería poco después, en 1921, a los 65 años de edad, en la misma huerta.[2]
De la toma de los Santos Sacramentos y el fallecimiento del padre del presbítero José E. Lagomazzini, dio buena cuenta El Correo de Cádiz, en su sección de noticias de Sanlúcar:
“Santos Sacramentos. A petición propia le han sido administrados los Santos Sacramentos al respetable señor padre del notabilísimo poeta D. José E. Lagomazzini Franzón, coadjutor de la parroquia de Santo Domingo”.[3]
“Necrología. Ayer por la mañana entregó su alma a Dios, fortalecido con todos los auxilios de nuestra sacrosanta religión, tras prolongada y penosa dolencia, sobrellevada con ejemplar resignación cristiana, el que fue muy respetable y anciano convecino el Sr. D. José Lagomazzini Domínguez (Mariscal) (q.a.g.g.), padre del virtuoso sacerdote y laureado poeta D. José Eduardo Lagomazzini Franzón, coadjutor de la parroquia de Santo Domingo. Reciba el hijo del finado y demás distinguida familia, nuestro más sentido pésame. El Corresponsal. (10-2-918)”.[4]
Esta familia vivió siempre en las huertas existentes en el margen derecho de la actual calle San Francisco. En 1905 residían en calle San Francisco, nº 5, en la denominada “Huerta de En Medio”, que fuera propiedad del presbítero Miguel Franzón Vicenti, tío del padre Lagomazzini. Respecto a los avatares de esta huerta se puede consultar el correspondiente apartado en este artículo.



En los años 70 del siglo XX, sobre el solar de lo que había sido la “Huerta de En Medio”, lugar de residencia del presbítero José E. Lagomazzini Franzón, se construyeron bloques de viviendas y el Ayuntamiento rotuló una de las nuevas calles de esta urbanización con el nombre de “Padre Lagomazzini”, en honor de este sacerdote y poeta sanluqueño, tal como se conserva en nuestros días.

1908                                                   Col. J. M. Salas
Estudios elementales y eclesiásticos
José Eduardo Lagomazzini Franzón realizó sus primeros estudios en el colegio de los Padres Escolapios de Sanlúcar. Años después, siendo sacerdote y conocido poeta, dedicó unos versos a su antiguo colegio, con motivo de la celebración de lo los cincuenta años de la llegada de los escolapios a Sanlúcar:


DE OTRA EDAD
“Pequeño poema, evocación de mis tiempos de alumno en el colegio calasancio de Sanlúcar de Barrameda, dedicado a los Padres Escolapios de esta Ciudad, en las bodas de oro de la fundación de este centro docente.”
I
EL PATIO DE LAS PALMERAS
(ANOCHECER)
¡Qué placidez al contemplarte siento!
Lejos del mundo y su falaz mentira
tu augusta calma el trovador aspira.
Y tu ambiente de paz le infunde aliento.

El ocaso resbala manso y lento,
mi fatigado corazón respira,
y tus palmas parecen una lira
que tañe melodiosa el manso viento.

Yo aspire de tus flores la fragancia
en los ingenuos años de mi infancia,
en la risueña edad de mis quimeras...

Mi frente era más pura que el armiño,
y en mi sereno corazón de niño
más alta era mi fe que tus palmeras.


II
La Salve de los sábados
¡Oh páginas henchidas de ternura,
cuadros llenos de luz y de colores
de otro tiempo mejor, evocadores
de mi primera edad, toda ventura...!

Con nuestra voz de celestial dulzura
cantamos a la Virgen sus loores
como infantiles bardos trovadores
de la madre de Dios, bendita y pura.

Me aleje de mi pueblo idolatrado
y volví con el pecho lacerado;
entré en el templo de la Escuela Pía,

Y vi a los niños, y lloré a raudales
a1 escuchar sus voces celestiales
que la Salve cantaban a María.

Lagomazzini Franzón cursó la enseñanza media y Bachillerato en el Instituto General Técnico de Jerez de la Frontera, aunque se preparaba en Sanlúcar[5]. Ya entonces se reveló como alumno aventajado. Así lo demuestran sus excelentes calificaciones, algunas de las cuales fueron publicadas en el periódico El Guadalete de los años 1904 y 1905: en 1904 se reseñan en esta publicación los “Alumnos que en los exámenes de enseñanza privada verificados en el Instituto (de Jerez) han obtenido las primeras calificaciones”: José Lagomazzini y Franzón obtuvo Sobresaliente en las asignaturas de “Psicología y Lógica” y “Fisiología e Higiene”. Este curso, José Eduardo fue compañero de Manuel Rubio Alpresa, Eduardo Cotro Florido y José Delgado Ñudi, entre otros sanluqueños, que también obtuvieron notables calificaciones[6].

En un solemne acto celebrado en el Instituto de Jerez, con motivo de la apertura del curso 1905-1906, al que asistió el alcalde jerezano, Julio González Hontoria, se entregaron los premios correspondientes a los alumnos que habían obtenido Matrículas de Honor el curso anterior. Entre ellos se hallaba José Lagomasini (este apellido aparece con distinta ortografía en los diversos documentos y publicaciones) y Franzón, que consiguió la calificación de Sobresaliente y Matrícula de Honor en la asignatura “Ética y Rudimentos de Derecho” (la misma nota en esta asignatura lograron los alumnos Eulalia Leal y Macedo y Manuel Illanes del Río). Durante aquel curso académico, otros tres sanluqueños, procedentes del colegio de las Escuelas Pías de Sanlúcar, obtuvieron igual calificación de Sobresaliente con derecho a Matrícula de Honor: Francisco España Viejo (Nociones de Aritmética y Geometría), quien también sería sacerdote en Sanlúcar, encargado de la iglesia de San Nicolás; José Delgado Ñudi (Aritmética) y Manuel Barba Brun (Psicología y Lógica).[7]

Con diecisiete años, José Eduardo Lagomazzini solicitó ingresar en el Seminario de Sevilla, en septiembre de 1905, alegando que ya tenía cursados los estudios de bachillerato, siéndole concedida la admisión por el Rector. Abonó los derechos de examen (2,50 pesetas), realizó el examen de incorporación al Seminario el 30 de septiembre y obtuvo la calificación de “Méritus”. Una vez admitido en calidad de alumno interno, se le asignó como tutor a Joaquín Moreno.[8]

Entre 1905 y 1911, Lagomazzini Franzón cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario Metropolitano de Sevilla, obteniendo la licenciatura en Sagrada Teología.[9] Además, entre 1911 y 1914 se graduó en Derecho Canónico en el mismo Seminario con excelentes calificaciones.[10]



lunes, 10 de abril de 2017

Genealogía e historia del apellido Franzón de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y Franzoni de México. Origen y trayectoria.



                                                                                                     Ana Gómez Díaz-Franzón
                         Historiadora 

Resumen: Genealogía e historia del apellido Franzón, de origen genovés, cuyo inicio documentado se remonta a finales del siglo XVI en Prà (Génova). Algunos de sus miembros migraron a la provincia de Cádiz (San Fernando, Cádiz y Sanlúcar de Barrameda) en los albores del siglo XIX, donde se establecieron, como otros muchos italianos en la misma época, y cuyos apellidos han permanecido en la Bahía de Cádiz hasta la actualidad.
Pertenecientes a la época preindustrial, los miembros de la familia Franzón del siglo XIX destacaron como fabricantes de fideos y pastas o “fideeros” en Cádiz y Sanlúcar de Barrameda, manteniendo uno de los modelos empresariales más característicos de los italianos emigrados a esta zona gaditana. Asimismo, sobresalieron como hortelanos en San Fernando y en Sanlúcar de Barrameda la familia Franzón fue propietaria de varias huertas y navazos.
Siguiendo el hábito social propio de estos grupos extranjeros en Cádiz, las ramas de la familia Franzón establecieron intensas relaciones endogámicas con otras familias de origen italiano, a través del matrimonio, en los tres municipios gaditanos y, en algunos casos, durante tres generaciones. Asimismo, mantuvieron un modelo de familia extensa, tanto en Génova como en España.
También cabe destacar la integración de varios miembros de las familias Franzón en el estamento religioso, tanto sacerdotes como religiosas de clausura.
En Sanlúcar de Barrameda, el apellido Franzón casi ha desaparecido, mientras que en San Fernando se ha mantenido hasta la actualidad. Algunos miembros de la familia Franzón de Sanlúcar se trasladaron a México a finales del siglo XIX y principios del XX, donde tres familias procedentes de Sanlúcar, apellidadas Franzoni en aquel país, se asentaron con éxito empresarial y tuvieron una fecunda descendencia que ha perdurado hasta nuestros días.
Hasta el momento se han podido documentar doce generaciones de la familia Franzón.

Ilustración de Sestri Ponente, en E`Eco d`Italia, 1900

Para la realización de este trabajo ha sido indispensable la colaboración de varias personas. Vaya mi más sincero agradecimiento al investigador genovés Emilio Rombo, que ha localizado y reconstruido toda la documentación de la ascendencia familiar en Génova; al historiador Santiago Pérez del Prado, al que debo numerosos documentos procedentes del Registro Civil y los padrones municipales de Sanlúcar de Barrameda; al Comandante de Ingenieros e investigador, además de pariente, Juan Barba Lagomazzini, quien ha elaborado el árbol genealógico del apellido Lagomazzini y el correspondiente a toda la descendencia de las ramas Franzoni en México, y me ha facilitado bastantes documentos sobre la familia; a Jerónimo Montero Vallejo e Iván Franzón, quienes han estudiado las ramas genealógicas de la familia Franzón en San Fernando y me han proporcionado interesante información; a Nieves García Ortiz, archivera del Archivo Municipal de Sanlúcar quien, como siempre, me ha facilitado la localización de diversos documentos sobre el tema; al licenciado en historia Rubén Benítez Aragón, que ha localizado algunos documentos relevantes en el Archivo Municipal de Cádiz y Archivo de la Diócesis de Cádiz-Ceuta; y al doctor en Historia, Francisco Gil Pineda, quien ha documentado diversos datos en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla.

RAÍCES GENOVESAS


El árbol genealógico completo se puede consultar en Geneanet.

Los orígenes de las familias Franzón de Sanlúcar de Barrameda, San Fernando, Cádiz y México, se localizan en Génova, más concretamente en el antiguo municipio de Prà, donde se han hallado numerosos documentos de ésta y otras familias apellidadas Franzone entre los siglos XVII y XVIII.


Descripción del escudo Franzone (Italia) - Franzón (España) - Franzoni (México):
"Tronchado encajado de gules y plata, brochante de una cotiza de oro."
(José María Martínez, experto en heráldica).

Sobre el origen del apellido Franzone existen algunas referencias históricas del siglo XIV (1350), localizadas en Rapallo (Génova)[1]. Según algunos autores, el apellido Franzone en Italia se puede localizar con distintas ortografías: Franzone, Franzoni, Fransoni y Fransone[2]. En Génova existen desde antiguo otras familias apellidadas Franzoni, que posiblemente tengan una raíz común. El escudo de armas de este apellido aparece entre los propios de las más antiguas familias patricias de Génova, tal como se incluye en el libro Stemmario, de Giovanni Andrea Musso, de 1700 (Archivo del Estado de Génova).


Prà está situado en la costa genovesa, región de la Liguria, y fue municipio independiente entre 1797 y 1926. Administrativamente, estaba dividido en cinco pueblos o aldeas: Torre, Prà (centro, entonces llamado Borgo Foce), Sapello, Palmaro y Palmaro Carbone, a los que se añadió San Pedro en el siglo XX. En la actualidad es un barrio o circunscripción del oeste de Génova, situado entre Voltri y Pegli (los tres conforman el Distrito Ponente VII de Génova). Su situación costera y la cercanía a Génova dio lugar a que bastantes miembros de la nobleza y la burguesía genovesa construyeran suntuosas villas de recreo en la costa praese, entre los siglos XVI y XVIII (Villa Doria Podesta, Villa Adorno Piccardo, Villa Pinelli-Negrone-De Mari, Spinola-Torre Cambiaso, etc.). Desde principios del siglo XIX, Prà fue una ciudad-balneario muy concurrida en la época estival. Sin embargo, la construcción de un puerto de contenedores (1974-1994) provocó el declive de sus hermosas playas. Sus principales actividades económicas han sido los astilleros, la pesca y el turismo. En la actualidad Prà cuenta con 21.766 habitantes.

Parroquia de Santa María Assunta, en Prà (Foto: Wikipedia)
La parroquia Pieve de Santa María Assunta, en Prà-Palmaro, en cuyo archivo se han hallado los primeros documentos relacionados con la familia Franzón, es una de las iglesias más antiguas de Liguria, cuya edificación se remonta a fechas anteriores al año 1000. A esta antigüedad alude su título de “Pieve” (“Iglesia Madre”). Su primitivo estilo románico se perdió cuando la iglesia fue reconstruida en el siglo XVII en su forma actual y estilo barroco. Esta parroquia de la Asunción tiene gran importancia histórica pues, desde la Edad Media hasta 1838, supervisó las iglesias ubicadas en el conjunto de pueblos de Prà, Pegli, Multedo, Voltri, Mele, Acquasanta, Crevari y Arenzano.
En el umbral del siglo XVI al XVII hallamos en Prà a Filippo Franzone, casado con Battina (desconocemos su apellido), el primero localizado documentalmente, que supone hasta el momento el origen de las familias Franzón de San Fernando, Cádiz, Sanlúcar de Barrameda, y Franzoni de México.



sábado, 17 de octubre de 2015

La Merced: qué cedió la Duquesa a Sanlúcar y qué reclaman los herederos.

Opinión Patrimonio Histórico de Sanlúcar de Barrameda.


¿Qué pasará con el Auditorio de la Merced y el Archivo Municipal?


En estos días se celebra en el Juzgado nº 1 de primera instancia de Sanlúcar el juicio por la herencia de la XXI duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, requerida por sus tres hijos y viuda.

Entre los bienes que están en juego se encuentran el propio palacio ducal, todos las piezas artísticas que contiene y el magnífico archivo ducal, uno de los archivos familiares más importantes de Europa, todo declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1978, por lo que gozan de la máxima protección, según las vigentes leyes de Patrimonio Histórico.

A ello se añade el Auditorio de la Merced (antigua iglesia), claustro y dependencias ocupadas por el Archivo Municipal, todo cedido por la Duquesa al pueblo de Sanlúcar en 1987 para usos culturales. Ahora la Merced, el claustro y el Archivo Municipal  también son reclamados por los herederos al Ayuntamiento de Sanlúcar. La antigua iglesia de la Merced y su claustro no se pueden derribar ni hacer cualquier obra, aún menos estructural, pues el inmueble posee la máxima protección según el Catálogo de Bienes Inmuebles Protegidos del PGOU de Sanlúcar.

Para defender estos intereses del pueblo de Sanlúcar, el Ayuntamiento  se halla personado en la causa, actuando como defensa un abogado municipal.

Es lógico y natural que los herederos requieran su herencia, si bien no me parece muy razonable reclamar unos inmuebles que, cuando fueron cedidos, eran pura ruina y poco valor tenían, cuyas obras de restauración y rehabilitación financiamos todos los andaluces con más de cuatro millones y medio de euros [cifra corregida].

No sé si se podrá anular la cesión ducal, no sé si se podrá adjudicar al tercio de libre disposición de la Duquesa, no sé si será justo. En cualquier caso lo que me parece poco ético es reclamar unos inmuebles que hemos restaurado todos los andaluces, para obtener así beneficios millonarios. Me pregunto por qué los herederos no se opusieron a la cesión de la duquesa en 1987, pues era patrimonio de la Casa Ducal, y sin embargo ahora quieren anular la cesión y quedarse con los inmuebles.

Todos sabemos que el Ayuntamiento no tiene fondos para pagar a los herederos el valor, que se derive de la sentencia, del Auditorio y Archivo Municipal, lo cual podría ser una solución a este conflicto, aunque inviable. ¿Cómo se resolverá la cuestión?, ¿perderemos los sanluqueños estos dos fundamentales equipamientos culturales para la ciudad? 

Lo que está claro es la poca deferencia que están teniendo los nuevos Guzmanes con el pueblo de Sanlúcar al reclamar estos bienes.

Tuve la oportunidad de conocer y fotografiar el inmueble antes de las obras de restauración. Veamos, pues, cómo estaba el conjunto de la Merced en 1989 y cómo se encuentra en la actualidad. Veamos qué cedió la duquesa y qué reclaman sus herederos.


Un poco de historia
El actual Auditorio de la Merced de Sanlúcar de Barrameda es uno de los edificios de origen religioso más singulares de Andalucía.

El inmueble ocupa la antigua iglesia y claustro grande del antiguo convento de los mercedarios descalzos. La edificación fue construida entre 1616 y 1625 bajo el patrocinio de los Duques de Medina Sidonia, cuya Casa Ducal se reservó el patronato y propiedad del inmueble.

Del proyecto del templo se encargó el afamado arquitecto Alonso de Vandelvira y la ornamentación interior fue obra de Juan de Oviedo y de la Bandera.

La pureza de líneas y tradición italianizante del manierismo de Vandelvira se combina equilibradamente con el conjunto decorativo proyectado por Oviedo, surgiendo uno de los más espléndidos edificios del primer barroco andaluz.

A mediados del siglo XIX, tras la desamortización del convento y marcha de los monjes, los Duques de Montpensier edificaron su palacio de verano en la zona aledaña (Palacio de Orleáns-Borbón o Palacio Municipal-Ayuntamiento). Para asistir a los oficios religiosos del templo, a través de las tribunas altas, Montpensier se hizo con parte de las galerías altas del claustro, que primero los Medina Sidonia le dieron a censo (1857) y más tarde le vendieron (1882). Estas galerías altas están incoadas como Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1982, junto al Palacio Municipal.

En los años 60 del siglo XX, la duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, por desavenencias con el sacerdote encargado de abrir la iglesia al culto, cerró el inmueble y trasladó todos los bienes muebles al Palacio Ducal. La estructura del retablo mayor pasó a la Cartuja de Jerez.

En la década de los 80 del siglo XX, el estado del inmueble era de completa ruina, tal como se puede comprobar en la fotografías de la época. Objeto de vandalismo continuado, tanto el templo como las dependencias se hallaban en un estado tan lamentable que se temía por su desplome. Es lo que sucede cuando una edificación se cierra durante años (véase el caso de Casa Arizón).

En 1987 la Duquesa cedió el uso de la iglesia, claustros grande y pequeño, y dependencias aledañas, al Ayuntamiento de Sanlúcar, siendo alcalde José Luis Medina Lapieza. Esta cesión se hizo con carácter indefinido y sólo podría revertir en caso que el Ayuntamiento no utilizase el inmueble para usos culturales, objetivo principal de la cesión.

En pocos años, el templo y claustro grande fueron restaurados por la Junta de Andalucía para Auditorio (Plan Colón 92), tal como hoy se mantiene. Por otra parte, las zonas aledañas y claustro chico también fueron rehabilitadas para Archivo Municipal, en funcionamiento desde entonces. Ambos equipamientos fueron inaugurados entre 1993 y 1994. Estas obras, que salvaron el conjunto de la ruina absoluta, importaron más de 4,5 millones de euros [cifra corregida], siendo financiadas  por la Junta de Andalucía. Es decir, estas obras las pagamos todos los andaluces.

Hoy, el Auditorio de la Merced es prácticamente el único equipamiento cultural del que dispone Sanlúcar para celebrar actos públicos, impartir cursos, organización de jornadas y conferencias, etc. De hecho, su programación está completa durante todo el año. Por otro lado, en el Archivo Municipal se conservan toda la documentación relacionada con la historia de Sanlúcar, encontrándose abierto al público para su consulta.


La iglesia de la Merced, claustro y dependencias aledañas en 1989
REPORTAJE FOTOGRÁFICO




sábado, 23 de mayo de 2015

Hacienda El Charruado. Historia de una finca sanluqueña.


Texto publicado en formato papel en 2012, revisado y ampliado para esta edición digital en junio de 2015.

Ana Gómez Díaz-Franzón
Dra. Historia del Arte
Vista de El Charruado desde la carretera de Munive. Foto: Ricardo (Web Hacienda El Charruado)

Situada en una de las mejores zonas vitícolas del término de Sanlúcar de Barrameda, la tierra albariza y las brisas marinas garantizan en El Charruado la crianza de selectas vides, con cuyos frutos se han venido elaborando los excelentes vinos sanluqueños y, en especial, su famosa manzanilla.
Sobre una suave loma del actual pago agrícola El Charruado Pardo, antaño denominado pago de Doña Elvira, se extienden los límites de esta hacienda, que hoy ocupa un total de 41 aranzadas. En altozano asoma la majestuosa casa de viña, entre una vieja arboleda, dominando los terrenos que se han dedicado desde antiguo a viñedo, sembraduras y tierra calma.
Con entrada por la carretera de Sanlúcar a Rota, antiguo camino de Munive o del Administrador, El Charruado linda con otras dos históricas viñas: la hacienda Cuesta Blanca y El Maestre. Está última finca perteneció durante los primeros años del siglo XX a Carmen Giménez Flores, vizcondesa de Termens, llamada popularmente “La Infantona”, quien le otorgó esa llamativa imagen neomudéjar que hoy luce El Maestre.

Origen del nombre “Charruado”
El origen del nombre de esta hacienda, El Charruado, parece proceder de una antigua labor agrícola, propia de las viñas, que se efectuaba en fechas anteriores al siglo XIX, y se realizaba con la “charrúa” o arado francés, de tal forma que las tierras labradas mediante esta operación del “charruado” se denominaron “viñas charruadas”. Así lo explicaba el botánico Esteban de Boutelou en 1807:
“Usaban antiguamente los Sanluqueños, para preparar los terrenos que destinaban al plantío de viñas, de arados fuertes franceses, que nombraban charruas, de la voz francesa charrue. Uncían dos pares de bueyes robustos a cada uno de estos arados, que executaban una labor profunda e igual, substituyendo con mucho menor costo a el agostado que hoy practican con la azada. Duró por espacio de muchos años el uso de estos arados en Sanlúcar, de los cuales solo ha quedado en el día la memoria. El ahorro de jornales que resultaba al viñadero de la operación del charruado era un renglón de mucha consideración, que conocen generalmente todos aquellos cosecheros. (…) Los terrenos que antiguamente se prepararon y labraron con el arado francés, conservan hasta ahora el nombre de charruados (…) La duración de las cepas, su conservación, feracidad y producto en las viñas charruadas, es muy poco diferente en el día de las que se agostaron y corresponden a aquella época”.

Una historia centenaria
Como fue habitual durante el siglo XVIII en la baja Andalucía, esta finca estuvo en manos de la oligarquía mercantil procedente del comercio con América, cuyos sustanciosos beneficios se invirtieron en la compra de tierras y la agroindustria del vino. En el siglo XIX y gran parte del XX, la descendencia aristocrática y burguesa de aquellos cargadores a Indias, mantuvieron estas explotaciones agrícolas hasta que, casi siempre por motivos de herencia, quedaron fragmentadas en medianas y pequeñas parcelas, como ocurrió en este caso.


El Charruado antes la rehabilitación. Fachada lateral. Foto: Colección Familia Durán García.

La primera referencia documentada sobre El Charruado se remonta a 1824, cuando Juan Bautista Angioletti y Belloni heredó esta posesión de su madre, María de la Concepción Belloni. El padre de ésta, Juan Ángel Belloni, fue un importante comerciante con América. De origen milanés, se asentó primero en Cádiz y luego en Sanlúcar, hacia 1735, hallándose matriculado en la Carrera de Indias en 1751, aunque ya está presente en Veracruz en 1748. Siendo vecino de Cádiz, Belloni obtuvo la Carta de Naturaleza por Real Cédula en 1751, quedando así naturalizado español.